Joker: De la frustración a la deriva violenta
Mano tendida, mano que hace. La mano alcanzó su perfección allí donde renunció al botín y a la violencia (Elias Canetti)
Como obra maestra puede calificarse esta película del realizador Todd Phillips entorno a uno de los villanos más famosos del universo comic. Lo es por su excelente guión (que firma Phillips junto a Scott Silver), también por la dirección y ambientación y especialmente gracias a la magistral interpretación de Joaquin Phoenix. Joker (2019) retrata a un hombre desequilibrado que se convierte en líder oscuro y es una reflexión sobre distintos aspectos de la condición humana en nuestro convulso tiempo como son la frustración y la violencia
Preliminar
Una advertencia para
aquellos lectores que no hayan visto este filme y quieran hacerlo: quizás sea mejor
leer este artículo tras su visionado dado que en él se explican detalles
esenciales de su argumento (incluido el final)
Arthur, la sonrisa impuesta
Gotham
City (alter ego de New York) es una ciudad gris, vemos como muchos de sus
habitantes malviven en calles y edificios descuidados y sucios. Este ambiente
espacial refleja -o en el ambiente espacial se refleja- la forma de ser
dominante: la frustración de tantas personas que subsisten a duras penas con pocas
oportunidades de prosperar, gentes que viven en su miseria y ven como unos
pocos lo hacen acuerpo de rey. Y frente a esa injusticia social lamentablemente
la solidaridad no se lleva, se nos muestra como impera el egoísta “ir a mi
bola” del “bastante tengo con lo mío”. Unas formas proteccionistas muy
semejantes a las de los que ostentan el poder, unas formas que crean
aislamiento y soledad, unas formas que alejan de su humanidad a todas esas
gentes. En una ciudad así, no es extraño que la violencia crezca…
Arthur
es una de esas personas de vida aislada-solitaria y gris, él trabaja como
payaso en una pequeña empresa de servicios. Vemos como unos jóvenes gamberros
le roban su cartel publicitario en plena calle y cómo le patean cuando los
alcanza, nadie le ayuda. Y su jefe le responsabiliza de lo ocurrido, lo
considera –también sus compañeros payasos- un tipo raro. Y raro para las
personas o sociedades no empáticas como Gotham es sinónimo de exclusión, esa es
su realidad y la de demasiados humanos
Nuestro protagonista asiste a los servicios médicos sociales donde le atiende una doctora tan gris como la ciudad y el sistema de poder. Una mujer de preguntas estándar y de cero empatía, una funcionaria recetadora de pastillas; es decir, nadie con quien Arthur pueda compartir su ansiedad. Tampoco en casa se puede hablar en profundidad, Joker malvive con su madre dependiente a la que cuida con mimo
La mujer está obsesionada con Wayne un poderoso hombre al que sirvió y a quien escribe solicitando su ayuda, ayuda que nunca llega. Una madre que no quiere ver lo que hay y que no se interesa por saber la verdad de Arthur a quien en su ceguera le llamó siendo niño y le sigue llamando Happy (feliz) a un hijo que para nada lo es. Una felicidad impuesta por una mujer que no asume la realidad propia de la que escapa –el monótono y triste malvivir- y que involucra en esa falsedad a su hijo. Y un hijo que enmascara su desamparo, su dolor y su frustración en el Happy materno impostado como flotador, un flotador que no funciona ni puede funcionar por su falta de autenticidad
Así,
se entiende que la principal característica de su “rareza” sea una extraña risa
que no puede controlar y que suele causarle problemas con la gente, con la
gente de una sociedad que recela y teme. Lo vemos por ejemplo en la escena del
autobús en la que hace el payaso –es su sentir, es su comunicarse- con un niño,
la madre del niño reacciona protegiéndolo como si los agrediera a pesar de que
él le entrega un escrito en donde explica su tic risorio (lo lleva siempre para
evitarse problemas aunque en ese universo a nadie conmueve)
Y es
que Arthur se comunica mejor con los niños, sabe hacerlos reír. Él es un niño
abandonado, herido –sabrá y sabremos su historia ocultada por la madre- que
entiendo busca en el oficio de payaso un modo de intentar transmutar su
tristeza, de alguna manera provocando la risa de los niños pretende hacerlo
consigo mismo (la conocida ambivalencia del clown) Y busca relacionarse, busca
el amor que nunca tuvo y del que poco o nada sabe por falta de referentes
En
este sentido se nos muestra su dificultad para seducir a una vecina que le
gusta y como fantasea imaginándose en su compañía. Arthur -como su madre- es
incapaz de afrontar su realidad y escapa de ella imaginando lo que no es. Es un
hombre con grandes carencias afectivas, un hombre muy necesitado de amor que
busca infructuosamente ser amado-comprendido-reconocido por alguien adulto
En
Arthur anida ese deseo de reconocimiento que busca canalizar como cómico aunque
en sus intentos se muestra incapaz de hacer reír al público. Su frustración irá
en aumento y al acceder a un arma acabará surgiendo su alter ego violento que
él bautizará como Joker. El arma se la proporciona un compañero de trabajo tras
la mencionad agresión de los jóvenes. Y aunque inicialmente él no la quiere, acaba
considerándola como un divertido atrezo a incorporar en un hipotético número
cómico. Así, lo vemos simulando disparase con ella como una forma medio en
broma medio en serio de canalizar su frustración contra sí mismo. Y el juego
que era violencia auto-inducida pasará a ser violencia a todo aquel que no le
trata bien. Violencia a punta de pistola que acabará siendo el medio para
alcanzar el reconocimiento social que no pudo tener con la sonrisa impuesta del
buen chico que cuida a su madre y hace reír a los niños
Joker, a la violencia sin retorno
En efecto, Joker se convierte en asesino involuntario al usar su arma por primera vez disparando a unos hombres trajeados que intimidaban a una chica y que acaban agrediéndolo a patadas como hicieran anteriormente los jóvenes. En esta ocasión él se rebela y los mata con saña, descarga en ellos todo lo reprimido en tantas situaciones de la sonrisa forzada del buen chico. Ahora ya no es él el agredido, ahora son los otros. En una de las mejores escenas del filme se nos muestra cómo tras su primera acción violenta se encierra en un baño donde improvisa-compone una danza pausada a lo mimo que entiendo a modo de señal de autoafirmación y autodominio, señal que se convertirá a partir de ahora en ritual de poderío como Joker
Ese suceso tiene mucha difusión
mediática por ser los muertos gente de cierta posición social y no gente
anónima del pueblo llano como es él. La policía busca a un payaso asesino y
Wayne –el magnate al que adora su madre quien va a ser candidato a la alcaldía-
declara “¿Qué clase de cobarde se oculta tras una máscara? Alguien que le tiene
envidia a las personas que tienen más suerte que él, tiene miedo de mostrar su
rostro. Hasta que esas personas no mejoren, los que hemos triunfado más en la
vida siempre veremos a los que no como humildes payasos” lo que provoca
manifestaciones de indignados -muchos de ellos con máscaras de payaso- contra
el sistema
Arthur ya se siente Joker, y como tal simbólicamente tacha el cartel “no se olviden de sonreír” de su centro de trabajo dejándolo en un rebelde “no sonreír” (al sistema); lo hace al ir a recoger sus cosas tras ser despedido por ese tener un arma
Sin
trabajo y sin terapia -por los recortes sociales gubernamentales- a Arthur sólo
le queda el hogar de la falsa felicidad: su madre. En su empoderamiento abre
una de las cartas que ella escribe a Wayne y descubre que -según ella- es su
padre. Conseguirá hablar con el magnate y descubrirá la verdad que su madre esconde,
Arthur fue adoptado y ella lo desatendió hasta el punto de permitir que su
pareja lo maltratara y abusara de él
Su
reacción como Joker es matar a su madre descargando antes lo reprimido: “Solías
decirme que mi risa era un trastorno, que algo estaba mal en mí, no es cierto,
es mi verdadero yo. No he sido feliz ni un puto minuto en toda mi vida. Antes
creía que mi vida era una tragedia pero ahora veo que es toda una comedia”
Liberado
ya totalmente de ese Arthur que cuida a la madre, Joker asiste a un exitoso programa
televisivo como invitado, previamente Murray (Robert de Niro) su presentador se había burlado de
él al emitir una actuación suya grabada en un club nocturno. Ese ataque da alas
a Joker quien aprovecha la ocasión para mostrarse al público como un hombre empoderado
confesándose el payaso asesino que la policía busca y afirmando que le es
gracioso matar. Y hace un alegato anti-sistema criticando su poder para decidir
qué está bien o mal afirmando que mató a esos hombres porque eran “basura”
añadiendo que “todo el mundo es horrible hoy en día, suficiente para volver
loco a cualquiera”
Y
concluye señalando a los poderosos -los pocos que viven a costa de los muchos
que malviven- como Wayne afirmando que son incapaces de empatizar con la gente
“ellos creen que responderemos como niños buenos, que no atacaremos”. Murray le
refuta que no todo el mundo es basura a lo que Joker responde que él también lo
es por burlarse de su actuación y le dispara matándolo en directo
Toda
una entrada “a lo grande” al mundo, ahora Joker es famoso-reconocido gracias
a la violencia vengativa que exhibe-ostenta en su danza mímica ritual. Y ese
reconocimiento cala en los violentos que protagonizan las revueltas callejeras
que lo ven como su líder. En ese tumulto social un payaso mata a Wayne y su
esposa dejando a un hijo huérfano
Joker se siente líder sonriendo “feliz” de su
empoderamiento ante las masas entregadas, pero esa felicidad antes impuesta por
la madre entiendo que ahora es autoimpuesta como venganza a ella y a la sociedad
madre o sistema, esa felicidad no es para nada una auténtica felicidad, esa
felicidad es una nueva máscara que lo sigue esclavizando (a él y a esas masas
destructoras violentas)
Joker con su máscara de violencia sigue matando
compulsivamente incluso en su encierro psiquiátrico. En la última escena lo
vemos riendo de un chiste -al tiempo que se nos muestra como contraste la
imagen del hijo de Wayne tras la muerte de sus padres (él será el heroico
Batman, su eterno rival)-, y la doctora que le pregunta si quiere compartir ese
chiste pero él responde un “no lo entendería” que emana de su convicción (nadie
le ha entendido y asume que siempre será así) Y tras esa verbalización, el
silencio y la imagen de su salida al pasillo en dominio blanco con sus pisadas
de sangre
La deriva violenta, triste
actualidad
Desafortunadamente la violencia que muestra Joker refleja en gran manera la realidad de nuestra sociedad del siglo XXI en la que cada vez más proliferan los discursos agresivos en la política y en los medios de comunicación. Se añoran los tiempos no tan lejanos en que existían los debates respetuosos, los diálogos, la escucha y la comprensión del otro, los consensos y acuerdos para el bien común… Hoy en día un debate político o ideológico es sinónimo de inmovilismo y crispación entre diferencias que derivan en bandos enemigos irreconciliables
Y está claro que vivimos unos tiempos convulsos en los que se producen retrocesos en los derechos de la población a favor de las leyes del mercado económico global que cada vez más lo rige todo según sus fríos criterios. Crecen las desigualdades, la falta de oportunidades y la pobreza, y muchísimas personas se ven obligadas a abandonar su tierra en éxodos masivos de incierto final por esas y otras causas como son las guerras
Y nadie parece saber dar soluciones a tanto dolor y eso provoca una creciente insatisfacción social. Un descontento hacia unas estructuras de poder que se muestran impotentes y caducas: gobiernos que no solucionan los problemas reales, políticos-dirigentes corruptos y patéticos, naciones dirigidas casi como negocios donde privan los intereses del capital por encima de los intereses de las personas…
En esta inquietante realidad malviven o sobreviven la mayoría de la población mundial. Y este panorama es el que ofrecemos como legado a los jóvenes que han de relevarnos. No es de extrañar que muchos de ellos canalicen su frustración en la violencia, en el impetuoso “esto es una mierda, me lo cargo”. Afortunadamente la mayoría de esa canalización agresiva se lleva a cabo a través de los exitosos vídeo juegos de guerra y lucha a los que tantos están enganchados
Pero otros aprovechan las necesarias manifestaciones o huelgas reivindicativas para descargar su agresividad. Y en su actitud violenta destruyen la convivencia y la acción a la que presuntamente apoyan. Porque con la violencia nada se legitima, al contrario, por la violencia toda supuesta razón se convierte en sinrazón. Las formas agresivas desautorizan cualquier discurso, se necesita abrir los puños y tender las manos para encontrar soluciones válidas para todos (especialmente al “enemigo” sea este el colectivo que sea)
La solución -entiendo- no es el "fácil" matar a Batman o matar a Joker, la solución está en que cada uno de los enfrentados se preste a la ardua labor de querer entender las razones del otro y en esa mayor comprensión poder llegar a disolver sus violencias (la propia y la ajena)
Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL
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