La vida de Chuck: Del saberse único y la interrelación de todo

 



Me celebro y me canto

Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti

Porque lo que yo tengo lo tienes tú

y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también

Soy puerto para el bien y para el mal,

hablo sin cuidarme de riesgos

No es caos ni muerte

Es forma, unión y propósito

¿Me contradigo?

Bien, entonces me contradigo

Soy inmenso, contengo multitudes

 

Walt Whitman

 

Mike Flanagan nos ofrece una maravillosa película del género fantástico basada en la novela homónima de Stephen King. Y pese a la reconocida especialidad de ambos creadores en retratar historias oscuras  La vida de Chuck (2024) es a todas luces –nunca mejor dicho- una ficción luminosa que sin sobresaltos nos adentra en aspectos trascendentales de la condición humana como son la necesidad de afrontar la muerte y los miedos que nos limitan, el valor liberador de las artes y la creatividad o la conexión rítmica entre todo lo creado

Para relatarnos la peculiar vida de Charles “Chuck” Krantz (encarnado excelentemente por Tom Hiddleston como adulto, Jacob Tremblay como joven y Benjamin Pajak como niño) el veterano realizador estadounidense nos sorprende empezando por el final al mostrarnos lo que ocurre cuando su protagonista está a punto de morir. A ese primer acto rotulado como tercero que titula Gracias Chuck le seguirán el significativamente central Músicos callejeros del Chuck joven/adulto y finalmente el Yo contengo multitudes primero del Chuck niño

Con este recurso de inversión temporal se consigue enfatizar la magia espacio-temporal de la historia fantástica retratada, una historia fantástica en el amplio sentido de la poderosa palabra. En efecto, ya en ese primer acto se nos sumerge en un misterioso presente de apariencia distópica en el que nuestro mundo parece abocado al fin, pero singularmente las personas -si bien se sienten desconcertadas- en general actúan con sorprendente calma

Y en los dos siguientes actos poco a poco iremos atando cabos sobre las posibles causas de ese apocalipsis universal tranquilo al tiempo que conoceremos el curioso pasado de Chuck marcado por la temprana muerte de sus progenitores y el influjo de sus abuelos quienes lo criaron entre el dolor de esas muertes abruptas y la alegría de compartir vida con su único nieto

Ellos lo criaron en una casa antigua con un misterioso desván que permanecía siempre cerrado a cal y canto. Nótese que el enigma de la casa “encantada” de esta historia no se aloja en el habitual sótano oscuro de connotaciones terribles sino en un luminoso desván con forma de cúpula que más bien evoca creatividad y libertad…

 

Debo advertir que el análisis que sigue contiene spoilers



Ante la muerte individual

Chuck crece teniendo muy presente la muerte por cómo él mismo la vivencia tras la repentina defunción por accidente de sus progenitores (y la esperada hermana que pronto hubiera dado a luz su madre) y tanto o más por cómo lo vivencian sus abuelos. En efecto, la siempre alegre y vital abuela se eclipsa durante un largo periodo convirtiéndose en sombra de sí misma. Y el abuelo se refugia más que nunca en el alcohol y en la monotonía de su rutinario trabajo como contable

Pero pese a ello el niño huérfano de padres y hermana se nos muestra como muy resilente a tanta adversidad, en todo momento se le ve tranquilo como quien con gran convencimiento espera un tiempo mejor. Y será así cuando un día la abuela despierte de su letargo y vuelva a mostrar la alegría de vivir que encarna

Es bellísima la escena bañada en luz con un Chuck que la observa bailar en la cocina y cómo la abuela le invita a acompañarle en ese danzar liberador . Allí el chico se descubre como un gran bailarín y descubre que el mundo de alguna manera es una danza de contrarios

Así, Chuck encuentra en esa superación adulta ante la adversidad una referencia que permanecerá por siempre en su interior, un interior el suyo ya de por sí luminoso como queda en evidencia precisamente durante el largo duelo de la abuela. Y se hará aún más evidente cuando la mujer muera y él se quede solo con el abuelo…

Muchas muertes soportadas para un Chuck ya adolescente que casi más que ser cuidado cuida a su cada vez más temeroso abuelo. Y es que el abuelo encarna el reverso de su valerosa mujer, él -como ya ha ido interiorizando Chuck desde niño- teme algo nunca explicado que se esconde en el desván del hogar férreamente cerrado con un gran candado. Se hará más que evidente ese temor cuando el nieto consiga la llave y el hombre le impida ver lo que él ve con gesto aterrorizado

Lo entenderá Chuck tras la muerte del abuelo cuando una luminosa mañana entre en ese desván prohibido y se vea a sí mismo en sus últimos instantes de vida. Entenderá que el abuelo se vio premonitoriamente muriendo de infarto tal y como finalmente sucedió, y que antes el buen hombre había presenciado la muerte de otros seres queridos

El abuelo no pudo con tantas dolorosas muertes anunciadas y temió especialmente su muerte. Pero el Chuck casi ya mayor de edad no parece temerla, su actitud más bien es la aceptación y la espera calma



Bailar creativo versus contar esclavo

Pero mucho antes de ese momento asistiremos a la evolución del Chuck bailarín quien deslumbrará en las clases de danza grupales y especialmente en un baile escolar de chicos de más edad. Ese baile conforma otro gran momento en su vida porque se produce tras la muerte de la abuela y tras una conversación con el abuelo en la que este le convence de que es mejor dedicarse a contar números que a bailar con el consabido argumento de que siendo contable es más fácil lograr beneficios económicos

Por ese “cortar alas” el “pequeño” Chuck se resiste a mostrarse ante todos esos jóvenes como el grandioso bailarín que es pero puede más su sentir verdadero y finalmente se lanza en un goce que contagia a todos los presentes menos al parapetado novio de su también extraordinaria compañera de danzas. Y tras esa demostración de valor (en el amplio sentido de la palabra) lo vemos expresar su júbilo en su acostumbrada soledad bailando con toda su alma bajo el cielo estrellado al aire libre hasta que su mano golpea una simbólica alambrada que provocará la cicatriz que le recordará siempre lo que pudo ser y no fue

Hasta que un día el ya exitoso contable Chuck impulsivamente dejará simbólicamente su cartera en el suelo y se pondrá a bailar a ritmo de una joven baterista callejera. En efecto, en una de esas escenas que merecen pasar a la historia del cine lo vemos acercarse a la chica que toca en ritmo armónico a una gente que transita por las calles sin prestar demasiada atención, entre ellas el foco en el bueno de Chuck quien decide ponerle ganas a esa música y se pone a bailar con la maestría que encarna

Es belleza mayúscula su bailar en sintonía con la inspiración de la instrumentista, ambos se retroalimentan y se resuenan en una sintonía musical que eleva almas sensibles. Poco a poco –como en esa última fiesta/baile de adolescencia- se forma un corro de gente que disfruta del espectáculo, entre el público destaca una chica a la que Chuck invita a bailar tan bellamente como hiciera su abuela ese primer día de expresión de arte danzante. Sublime escena de un presente en el que convergen dos pasados bailongos que han marcado a Chuck, sublime escena que evoca el valor de lo más importante en la vida: el valor de esos momentos que paran el tiempo convirtiéndose “eternos” en los que somos plenamente libres y felices, el valor del celebrar el hecho de estar vivos pese a tanto en contra

Un presente danzante de connotación eterna en el que Chuck sin embargo sentirá los primeros síntomas de su muerte anunciada. Así ese renacimiento vital momentáneo supone también un volver a contemplar la muerte cara a cara: su propia muerte ya vista en el luminoso desván cúpula y más allá de ella la muerte ya vivenciada de sus seres queridos. En definitiva para Chuck –pese a tener mujer e hijo- supone vivenciar de nuevo la muerte de todo su universo conocido/amado en un proceso de degradación personal que se nos informa durará nueve meses tal y como si se tratara de una gestación uterina humana…



Ante la muerte colectiva

Sea como sea, esa vivencia tan arraigada en Chuck de la muerte del universo conocido se nos presenta relacionada con el distópico fin de universo retratado que se produce coincidiendo con la muerte del bailarín contable

En este sentido resulta crucial la influencia que ejercen en él las poéticas palabras del gran Walt Whitman que una sensible profesora recita en clase y que interesan profundamente al niño Chuck. Se trata de un fragmento del extenso poemario Canto a mí mismo -citado en parte al inicio de este ensayo- que la mujer concluye con ese potentísimo “Soy inmenso, contengo multitudes”

En otra gran escena de esta gran película la vemos sosteniendo -dulcemente entre sus manos- la cabeza de su alumno más despierto para hacerle ver su significado: “Cada año que vivas, ese mundo dentro de tu cabeza se volverá más grande y brillante, más detallado y complejo” añadiendo que él se llenará de infinidad de personas y lugares tanto reales como imaginarios. Una verdad que a menudo no consideramos suficientemente y que sin embargo cala hondo en ese luminoso niño/joven/hombre de muerte anunciada

Por eso se nos muestra que en ese extraño y misterioso fin universal Chuck se convierte en una figura popular y omnipresente. En efecto, ese mundo tan similar al nuestro poco a poco se va llenando de carteles y anuncios de agradecimiento en los que aparece él con su rostro sonriente; un “gracias Chuck” que sabremos es el que pronuncia su esposa en sus últimos momentos de vida. Pero nadie conoce a ese misterioso Chuck del mismo modo que nadie sabe qué és lo que está pasando en ese universo. Nadie sabe nada

Entre esos personajes desconcertados destaca Marty, un brillante profesor de la escuela en la que un día estudió Chuck y que imparte clases a sus alumnos en la misma aula que lo hiciera la profesora que sostuvo la cabeza del niño Chuck. Y como ella, Marty pone el foco en el majestuoso poema de Walt Whitman para –entiendo- remarcar la trascendencia de su mensaje en un tiempo tan incierto como el que vivencian

También son coincidentes las lúcidas palabras del gran Carl Sagan en su famoso calendario cósmico como modo de visualizar la relatividad de nuestra existencia espacio temporal con respecto a la grandeza de todo lo creado. Lo comenta Marty a su amada ex pareja Felicia en su compartir la convicción de que el fin del mundo conocido es inminente. Y como veremos esa escala espacio temporal también la interiorizó Chuck en su infancia junto al abuelo cuando en la televisión del salón un joven Sagan transmitía su pasión por la ciencia en su mítico programa Cosmos: un viaje personal

Y hablando de televisión es sintomáticamente coincidente que Marty en ese caos de comunicaciones inestables sólo alcance a sintonizar una emisora en la que emiten una de las películas musicales que veían Chuck y su abuela en satisfacción compartida

Un amor familiar compartido “entonces” y un amor recuperado entre Marty y Felicia “ahora” por ese fin abrupto. En este sentido es bella la escena en que ambos se encuentran sentados en el jardín de ella observando el brillante cielo estrellado nocturno, brillante gracias a la ausencia de la habitual contaminación lumínica a causa de un apagón generalizado

Allí cogidos de la mano se dan cuenta de que algunas luces estelares empiezan a apagarse, se miran y manifiestan su temor y su amor lo que da paso a un revelador fundido a negro. Fundido a negro que es el final/muerte de un universo conectado al contengo multitudes del valeroso Chuck, un hombre que a nada parece temer y a mucho es capaz de amar



Temo, TeAmo

Así pues la “muerte” de todo un universo se produce a causa o íntimamente relacionada con la “muerte” de un individuo aparentemente desconocido en ese universo. Un individuo nada común que es plenamente consciente de la interrelación de todo por ese entender de Whtman y un individuo sin miedo a la muerte por experiencia propia y por ese extraño espacio familiar de revelación mortuoria

Unas muertes entrecomilladas en una ficción que nos invita a relativizar la muerte como un absoluto. Y asimismo nos cuestiona a propósito de nuestra vida e historia común en este extraño y maravilloso espacio tiempo que denominamos realidad

En efecto, la muerte se nos visualiza en este final de todo como un cerrar los ojos abrazado con amor más que con temor. O –entiendo- la esperanza de que tras las apariencias que se esfuman en negrura se encuentra lo desconocido pero intuido…

Y queda en evidencia que el universo retratado no obedece a la linealidad temporal sino que es un espacio tiempo o un conjunto de espacio tiempos dúctiles en los que diversos personajes se reencuentran en edades dispares y asimismo contienen un lugar singular (la cúpula familiar) que es disrupción temporal que convierte al futuro en presente

Como dijo el sabio sólo sabemos que nada sabemos –quizás tan “solo” que somos únicos y estamos interrelacionados- así que ficciones tan elaboradas como La vida de Chuch nos sirven para cuestionarnos y reflexionar sobre certezas que consideremos inmutables (parafraseando a Whitman ¿me contradigo? Bien, entonces me contradigo)

En todo caso la película nos invita a valorar la vida ahora y aquí, especialmente esos momentos en los que experimentamos la relatividad de todo al dejarnos llevar por esa mano o ese ritmo que nos invita a bailar el momento presente soltando la pesada cartera de los Temo para entregarnos al TeAmo que contiene multitudes


En agradecimiento a Juan José Campanella y Eduardo Sacheri quienes jugaron al Temo TeAmo en su maravillosa obra El secreto de sus ojos comentada en este blog






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