Perdida: De las apariencias y la maldad femenina

 


Siempre hay mucho más de lo que parece a simple vista (Murasaki Shikibu)


David Fincher lleva brillantemente al cine la popular novela de título homónimo de la escritora Gilliam Flynn publicada en el año 2012, y es ella misma quien se encarga del guion. Se trata de un relato de suspense muy bien hilvanado con giros inesperados que pone en evidencia que a menudo –por no decir siempre- nada es lo que parece

Perdida (2014) nos adentra paulatinamente en la verdad que hay tras las apariencias en la vida de su pareja protagonista Amy (Rosamund Pike) y Nick (Ben Affleck), un matrimonio de clase acomodada cuya relación está en crisis

Lo sabremos tras la misteriosa desaparición de ella. Sabremos sus distintas versiones de lo que les ocurre, la de Amy primordialmente por el diario que escribe y la de él especialmente por las conversaciones que mantiene con su hermana gemela Margo con la que siempre ha estado muy unido

Y en esa historia de mentiras saldrán a la luz infidelidades, traiciones, celos, sed de venganza… Toda esa maraña negra en la que aflora lo peor de la condición humana. Una maraña que desde la antigüedad atrapa a los protagonistas de estas historias oscuras –sean ellos personas reales o personajes ficticios- en espirales que parecen no tener fin; espirales que suelen atrapar también –en otro sentido- a quienes las leen u observan

Debo advertir que el análisis que sigue contiene inevitablemente spoilers



En el punto de mira

Amy desaparece precisamente el día de su aniversario de bodas, un día especial que festeja cada año con juegos sorpresa en los que mezcla intriga y sexo. Y es que ella es una escritora de éxito con brillante imaginación

Pero Nick al ver signos de violencia en la casa y al no saber nada de ella decide avisar a la policía. Se ha iniciado en esa llamada el proceso de desnudo familiar que progresivamente va a tenerlo a él como protagonista al ser considerado sospechoso de asesinato

Sospechoso según el voluble dictamen de las masas que siguen el caso en los medios. Las masas que un día condenan y otro apoyan sin reparar en las consecuencias de su ciego y errático obrar. Las masas que en esos seres expuestos a la luz pública que juzgan –Nick en esta ficción- reflejan sus propias vidas: sus problemas, sus convicciones, sus dogmas, sus odios, sus amores…

Y las masas que a menudo pueden dejarse llevar por las impresiones que les causan las declaraciones de esos seres expuestos a los focos, y entender como auténticas las palabras falsas bien maquilladas –a veces con asesoramiento profesional como ocurre con los políticos- con gestos estudiados e incluso lágrimas…

Esas masas tienen a Nick en el punto de mira. Y sus acusaciones se incrementan exponencialmente cuando se descubre que él tiene un affaire con Andie, una joven alumna suya quien, tras inicialmente creer en su inocencia, acaba condenándolo como el resto de su comunidad

Esa joven es la herida profunda que arrastra Amy desde que los vio besarse una noche nevada que le evocó su romántico beso primerizo bajo el polvo de azúcar de una pastelería. Amy se siente traicionada porque al iniciar su relación le habló a Nick de que no toleraba el habitual mentir de los hombres (en especial en lo referente a affaires) y este le aseguró que jamás le mentiría

Una herida que despierta la maldad que Amy encarna



Mujer depredadora

Porque si Nick miente y esconde, mucho más oculta ella -y más tenebroso- sobre su cruel obrar en sus anteriores relaciones. Lo sabrá él cuando conozca a un hombre que a punto estuvo de ser encarcelado por su falsa acusación de maltrato y violación, un hombre que desde entonces es repudiado por las mujeres por esa etiqueta con la que ella injustamente le cargó

Y Nick lo irá experimentando en carne propia al comprobar que su desaparición forma parte de un elaboradísimo plan que Amy ha urdido como venganza para hundirlo. Porque Amy está bien viva y sigue lo que todos siguen por los medios adaptando sus acciones a lo que ocurre día a día en un juego del que se sabe vencedora a priori

La vemos camuflada en una cabaña con un calendario de pared en el que tiene numerosos pósits con las alternativas del juego por ella diseñado, con las variadas estrategias de jaque mate al rey que tanto ansía culminar. En esa imagen queda claro que Amy tiene una mente brillantísima, sólo así se entiende esa capacidad de adaptación a las múltiples variables y el desarrollo simultáneo de planes viables para cada posibilidad combinatoria

Un multi-plan cargado de pruebas incriminatorias que aparecen en función del desarrollo del juego; juego para ella, calvario para él

Y no obstante Amy acaba regresando a casa tras quedarse sin dinero al ser robada por una vecina de cabaña que no “se tragó” su farsa. Regresa reconstruyendo su venganza. Y lo hace apoyándose en su anterior víctima (el falso maltratador de mujeres) a quien acuchilla en una nueva brillante interpretación en la que la asesina se presenta como víctima ante la policía y las masas, una víctima obligada a “matar en defensa propia”

En una de las mejores escenas de la película la vemos en acto sexual con ese hombre abducido, ella en ferocidad salvaje y él temeroso dejándose llevar. En la cama lo asesina dejando clara su dominación cual felina que abate a su presa. Brutal

Y el final feliz de puertas a fuera que sabremos es un nuevo episodio de abuso de la malvada de puertas adentro. Ella que se deja caer en camisón ensangrentado a brazos de un sorprendido Nick ante el aluvión de periodistas, él la sostiene mientras musita su desprecio, un musitar que es la voz baja de quien se reconoce preso y presa

Una dominación total que aumenta día a día y que tiene como colofón el anuncio de Amy a Nick conforme esperan un hijo por inseminación gracias a la muestra que en su día decidieron guardar en un banco de semen y que ella no eliminó pese a haberlo acordado juntos

Nick ya no puede con tanta humillación y asegura que se va aunque todos le odien, ella vengativa hasta la médula le promete que su hijo será el que más lo odiará. El hombre entra en cólera y sujetándola por la cara (la máscara, el personaje) la tilda de bruja -en el sentido peyorativo de la palabra- en una escena que es tensión sexual

Amy se reafirma como tal “soy la bruja con quién te casaste. Sólo te agradaste a ti mismo cuando intentabas ser alguien que podría agradarle a esta bruja. No me rindo, soy esa clase de bruja” y asegura haber matado por él añadiendo con malsano orgullo que nadie más lo haría

En la escena final vemos a Amy satisfecha en inquietante mirada mientras él en un simbólico fuera de cámara le acaricia su pelo formulando preguntas que evidencian la toxicidad de su relación: “¿Qué nos hemos hecho?, ¿Qué nos vamos a hacer?”


Flynn y las diosas perdidas

Pocas obras exploran con solvencia la maldad femenina. La periodista y escritora estadounidense Gillian Flynn sabe hacerlo muy bien, lo demostró también en su primer thriller -publicado en 2006- Heridas abiertas (Sharp Objects) en el que retrataba a una madre perversa; la novela fue excelentemente adaptada para la televisión en formato de mini serie, obra audiovisual muy recomendable

Los suyos son retratos de mujeres dominantes y malvadas con rasgos psicóticos que reflejan que también hay féminas así en este mundo desequilibrado en el que transitamos.  Mujeres que a menudo emplean elaboradas argucias y estrategias de manipulación que suelen superar a las de sus homónimos masculinos

Pero más allá de estos casos excepcionales, ambas obras –entiendo- invitan a reflexionar sobre las mujeres dominantes y su influencia en nuestro mundo. Esas mujeres que son vistas con miedo por sus parejas –heterosexual u homosexual- o hijos quienes temen sus reacciones a menudo explosivas como quien teme las erupciones volcánicas

Mujeres potentes que se sienten como diosas –al igual que tantos hombres que se creen dioses- y que exigen a sus sometidos un forzado ¡oh, diosa! aunque estos las sienten interiormente como odiosas por su actitud despreciable. Mujeres diosas, mujeres odiosas… mujeres en el fondo perdidas que en su endiosamiento rechazan su humana vulnerabilidad

En este sentido el título en español de la obra nos aporta luz, si bien el original inglés Gone Girl podría traducirse como “Desaparecida” la elección del vocablo “Perdida” enfatiza la doble lectura del modo de ser de Amy: una mujer falsamente perdida a la que buscan (la máscara) y una mujer totalmente perdida (la real tras esa máscara) que no se busca ni parece interesada en buscarse, menos aún si mantiene atado en su toxicidad a su víctima propiciatoria de por vida como apunta la obra

Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL

 


 



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