Condena (Time): Una mirada humanista al universo carcelario

 


Me gustaría poder llorar (Kelsey)

 

El comprometido guionista y productor Jimmy McGovern nos sumerge en los claroscuros del universo carcelario británico a través del retrato de distintos personajes que trabajan o habitan en esos recintos de sanción y ayuda a la corrección

 

Una mini serie de dos temporadas que sin obviar la dureza de la realidad carcelaria -y social- anglosajona nos ofrece una mirada humanista cual esperanzadora luz en la oscuridad humana

 

Time (2021-2023) se caracteriza por su puesta en escena teatral en la que destacan su excelente guion y la espléndida labor interpretativa de todo el reparto actoral. Por ese motivo

ha sido premiada y reconocida como una de las mejores recientes producciones de la prestigiosa BBC


Debo advertir que el análisis que sigue contiene espóilers





Hombres entre paredes

La primera temporada está dirigida por Lewis Arnold y se ambienta en una cárcel masculina. Arranca con la llegada al centro de Mark (Sean Ben), un preso sin antecedentes cuya historia iremos conociendo a través de flashbacks que visualizan sus atormentados pensamientos

Mark, un buen hombre que atropelló a un joven conduciendo borracho, una adicción esa que escondía a su pareja y a su único hijo; una adicción ocultada que le ha condenado mucho más allá de la sentencia judicial y de esas paredes que ahora son su “hogar”

Unas paredes que, si bien buscan rehabilitar a sus presos, albergan también oscuras sombras humanas. Y es que pese al buen oficio de la mayoría de los funcionarios -al mando de los cuales está el ejemplar oficial Eric (Stephen Graham)- uno de los internos ejerce un poder a la sombra cuyos tentáculos se extienden dentro y fuera de ese centro

Y es principalmente a través de la frustración de Eric ante tanto en contra que se nos retratan las carencias del sistema penitenciario británico: la falta de personal y la falta de recursos económicos para llevar a buen fin el programa en el que se basa su trabajo





Madres condenadas

El creador de la serie Jimmy McGovern asume la dirección en su segunda temporada, le acompaña en esa labor la realizadora Andrea Harkin. En esta ocasión la acción se sitúa en una modélica prisión de mujeres a la que llegan como internas tres madres de personalidades radicalmente distintas

 

Se trata de Orla (Jodie Whittaker), Kelsey (Tamara Lawrance) y Abi (Bella Ramsey) quienes compartirán habitación en un centro luminoso que sin embargo tiene -como el de hombres de la temporada anterior- sus sombras humanas


Unas sombras que caerán implacables sobre Kelsey, una mujer que oculta el motivo de su condena y que será sometida a vejaciones cuando se descubra que mató a su bebé

 

Esa madre homicida -de profesión enfermera- será vista de otra manera cuando asista al alumbramiento del bebé de su compañera Abi ante la falta de personal sanitario. La joven madre se convertirá en amiga de la repudiada y abrirá la puerta para que Kelsey explique toda la verdad de lo que le ocurrió, una verdad que ocultó a todos en una mezcla de vergüenza y culpa auto impuesta que le impide llorar por su bebé y por ella misma

 




Hacia la redención

 

Ese proceso de desnudez anímica de Kelsey como puerta a la redención personal no es el único retratado en sensibilidad por McGovern

 

En este sentido, es conmovedora la escena en que la reclusa Lou se desprende de máscaras ante su hijo adulto y explica la verdad tras la agresión a su esposa embarazada que le llevó a prisión. Y en esa confesión se abre a él y a sí misma como primer paso hacia el necesario cambio:

 

“Siempre me he odiado, ahí es donde entró la bebida. Empecé a ser otra persona, cualquiera menos yo. Y me dije que no bebía porque me odiara a mí misma sino porque era una roquera un poco salvaje”

 

Y asimismo son especialmente intensos los procesos evolutivos de las dos madres compañeras de habitación de Kelsey:

 

Abi, quien con valor se enfrenta a su adicción con las drogas; y del mismo modo al miedo a su pareja y padre de su bebé para llegar a exponer la verdad que no explicó el día en que fue condenada por posesión y tráfico de estupefacientes. Un empoderamiento que es también puerta a una nueva vida y que todas las internas reconocen en la bella escena -quizás la mejor de la temporada femenina- de su salida de la prisión

 

Y Orla quien asume que para recuperar a su hijo adolescente -que siente vergüenza por ella- y recuperarse a sí misma ha de aprovechar el fin de su condena para volver a empezar en mayor autenticidad: “No volveré a hacerlo, voy a conseguir que volvamos a estar todos juntos (ella y sus tres hijos). Te lo prometo. Pero tienes que ayudarme, trátame como madre” Le dice y se dice en compromiso y amor

 

Todas ellas están en el proceso de transformación gracias al apoyo que reciben por parte de la oficial al mando del recinto (Lisa Millett) y la capellana (Siobhan Finneran) un personaje peculiar que aparece en las dos temporadas y que actúa como psicóloga consejera ante las carencias de personal, ambas mujeres hacen todo lo posible para ayudarlas y minimizar sus errores ante la dirección del centro. Ambas son luz en la oscuridad de los profundos pozos en los que las presas se encuentran

 

Esperanzadoras luces las de estas dos profesionales y en general las de esas corajosas madres que gracias a su apoyo y apoyándose mutuamente están encarándose hacia la redención personal; todas esas valerosas mujeres como pedagogía para una sociedad la nuestra a menudo desesperanzadora y desesperanzada

 

 





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