El perfume: Un asesino en búsqueda esencial


El alma de los seres es la esencia… El arte de una fragancia exquisita es permitir a la flor morir despacio como si estuviera dormida, como si fuera una dama durmiente

Citado en la película


 

Tom Tykwer nos ofrece una espléndida adaptación cinematográfica del best seller de Patrick Süskind Das Parfum: Die Geschichte eines Mörders, una novela histórica de suspense que parece inspirarse en dos personajes reales: el perfumista francés Paul Grenouille y el asesino serial español Manuel Blanco

 

El perfume: historia de un asesino (2006) obtuvo numerosos galardones cinematográficos en certámenes europeos y fue muy bien recibida por el público y la crítica especializada. En este sentido cabe destacar como sus principales virtudes:

 

La excelente ambientación del lúgubre y hediondo París del siglo XVIII dónde transcurre parte de la acción y que en realidad es el Barri Gòtic de la capital catalana. Hay otras localizaciones barcelonesas en la ficticia Grasse, el otro escenario urbano de la obra: el Laberint d’Horta y la Plaça Major del Poble Espanyol, es en esta última donde tiene lugar la famosa escena de la orgía comunitaria

 

Su extraordinaria captación de la riqueza del mundo olfativo mediante unas sugerentes imágenes que recrean tanto el repudio como el éxtasis sensorial humano. Nadie ha conseguido “hacer oler” en el cine con tanto realismo evocador como Tykwer

 

La sublime labor interpretativa de su protagonista Ben Whishaw quien encarna al olfativo asesino Jean Baptiste Grenouille. Junto a él destacan las caracterizaciones de Dustin Hoffman (Giuseppe Baldini), Alan Rickman (Antoine Richis) y Rachel Hurd-Wood (Laura Richis)

 

Y en general cabe resaltar la excelente fotografía tanto de los escenarios -urbanos y naturales- como de los personajes de esta historia; y es que una sola gota de perfume destilado es belleza en mayúsculas

 

Todo ese arte para retratar las peculiares vivencias de un asesino que busca capturar y perdurar las extáticas esencias femeninas de sus jóvenes víctimas. Un asesino sin empatía y que sin embargo vivenciamos con compasión

 

Y como suele suceder en las historias reales y ficticias de asesinos seriales, Jean Baptiste tiene un opuesto que busca ponerse en su piel como mejor forma de poder llegar a apresarlo. En este caso ese antagónico no es un policía especializado sino el astuto padre de Laura, una joven que el hombre percibe como potencial víctima del asesino:

 

Antoine Richis es el único entre las autoridades locales de Grasse que entiende los motivos y el operativo de Jean Baptiste, por ese motivo el poderoso padre de Laura no cejará en su empeño de protegerla y asimismo de intentar desenmascarar al misterioso y escurridizo asesino olfativo

 

Debo advertir que el análisis que sigue contiene spoilers



Pestilencia y muerte

Jean Baptiste nace en pleno Mercado de Pescados rodeado de despojos. Rompe a llorar aspirando el nauseabundo aire de lo fétido y putrefacto, esa primera respiración lo marcará y lo definirá de por vida

 

Su madre lo había abandonado allí y como ella otros lo abandonarán en su miserable infancia y adolescencia. Pero como si se tratara de una maldición o de una premonición del asesino que en él anida todos ellos mueren inmediatamente tras consumar sus malvados actos

 

Muere la madre condenada a la horca por ese abandono, muere la mujer que regenta el vomitivo orfanato al que lo ingresan cuando esta lo vende como esclavo a un curtidor, muere ese hombre rudo tras revenderlo como esclavo a Giuseppe Baldini un perfumista que exprime sus dones y que a cambio le enseña los secretos del oficio

 

Baldini, un hombre en decadencia que recupera la fama gracias a Jean Baptiste y que en general lo trata bien pero que también -como la mujer del orfanato y su antiguo amo- morirá “accidentalmente” al firmar su carta de libertad

 

La muerte es pues la fiel compañera de un joven que ha sobrevivido a lo peor desde el mismo día en que nació

 

Un joven nacido, criado y forjado en lo hediondo que mutará radicalmente al descubrir el poder de los perfumes femeninos, Jean Baptiste queda fascinado por la belleza femenina de las damas parisinas y por el delicado arte de crear perfumes

 

De ahí que quiera aprender con Baldini un oficio que para él es ante todo la búsqueda del amor trascendental, Jean Baptiste vivencia el perfume en la piel femenina como sublime belleza en un éxtasis paradisíaco que ansía poder preservar del paso del tiempo




Perfumista asesino

Ese preservar del decaimiento por obra del tiempo, ese tener en exclusiva para siempre se convierte en su mayor obsesión y por ella no dudará en matar a las jóvenes que se cruzan en su camino. Mujeres en la flor de la vida que sin saberlo y por el sólo hecho de estar allí le abren su voraz apetito olfativo

 

La primera de ellas es una pelirroja que él mata sin intención de matar, le seguirá otra joven que mata tras negarse a ser objeto de sus experimentos y a partir de aquí las demás ya serán codiciadas presas de un coleccionista perfumista sin empatía alguna que corta vidas humanas como otros del oficio cortan flores

 

Un asesino cuyo placer no es matar en sí sino oler de cerca a esas mujeres muertas aún “frescas”, acercar su nariz y sus manos a todos los recodos de sus cuerpos, acariciar sus pieles sin casi tocarlas en respetuosa aproximación a sus distintos aromas esenciales

 

Tykwer nos muestra en perturbador erotismo cómo se deleita en semejante festín olfativo, especialmente cómo se deleita con su primera víctima pelirroja a la que -cual primer amor imborrable- verá posteriormente en ensoñaciones abrazándolo como nunca nadie le ha abrazado -ni le abrazará- en su vida

 

Y un asesino que se empodera en una simbólica cueva en la que se refugia ya como hombre libre rumbo a Grasse, la ansiada ciudad del perfume. En esa cueva matriz inerte y fría de piedra desnuda Jean Baptiste se aísla del mundo exterior y se enfrenta a su oscuro interior descubriendo la contradicción que encarna: posee un gran don olfativo y sin embargo se da cuenta por primera vez en su vida de que él no huele

 

En efecto, él no tiene olor propio y en esa carencia se cree un don nadie para los demás. Así que ahora matar mujeres y mezclar sus esencias será también buscar tener una fragancia sublime e insuperable con la que perfumarse para ser alguien excepcional e irresistible





Lo reprimido en el centro

 

En esta voluntad de lograr la mezcla perfecta, Jean Baptiste incrementa sus asesinatos de jóvenes en flor y pronto provoca que el pánico se apodere de los vecinos de la tranquila y luminosa Grasse

 

Lo vemos trabajando de día en una plantación floral donde destaca por su delicadeza y profesionalidad; y en las noches “trabajando” matando féminas. En este sentido es perturbadoramente bella la imagen diurna de una de sus víctimas nocturnas entre plantas de un campo de lavanda

 

Pero entre todas ellas, hay una mujer que le fascina desde el primer día que arribó a ese paraíso floral donde se elaboran los mejores perfumes franceses: la pelirroja Laura -otra joven de cabellera rojo pasión- quien está férreamente protegida por su poderoso padre

 

Resulta simbólica la escena nocturna en los jardines de la mansión familiar de los Richis, Laura y sus amigas corriendo al encuentro de sus prometidos por el laberinto de evocadores cipreses en una mezcla de deseo y de miedo

 

Un laberinto que tal y como se ha comentado en realidad es el del barcelonés parque de Horta, un bello laberinto de forma clásica griega con alusiones al mito de Ariadna-Teseo y que alberga en su centro una estatua de Eros, el mítico dios del amor, la atracción sexual y la fertilidad

 

Y en ese centro, Laura rechaza a un prometido impuesto por su padre siendo observada por un Jean Baptiste que la desea en su enfermizo matar para capturar la bella esencia de la joven pelirroja

 

Eros en el centro de la búsqueda laberíntica, Eros que llama a soltarse de ataduras, Eros que es temido y reprimido según los férreos dictados de la Iglesia Católica y del protector padre de Laura

 

Esa represión se nos visualiza en la rabia del prelado local durante su sermón dominical ante sus fieles y mansos corderos, la suya es la rabia de quien sólo ve el “demonio” en el misterioso y escurridizo asesino sin plantearse los porqués de su aberrante conducta ni la responsabilidad colectiva de una sociedad -la de la época especialmente pero también la de hoy en día- que margina y asesina almas

 

Tykwer nos muestra el contraste entre ese rostro colérico del “hombre de Dios” en su alegato frente a la aparente paz que emana del “hombre del Demonio” mientras elabora sus malvados perfumes. Dos hombres opuestos que no obstante tienen en común el marginar e incluso despreciar al Eros que anida en ellos

 

Y ese Eros ninguneado -por ellos y en general por todos- como protagonista en la famosa escena de la orgía comunal. Jean Baptiste va a ser crucificado y golpeado hasta la muerte ante las autoridades y la población de Grasse tras haber sido apresado justo después de capturar el último ingrediente de su perfume magistral: la esencia post morten de Laura

 

Gracias al frasco de ese sublime perfume, Jean Baptiste consigue doblegar a todos los que pedían su muerte haciéndolos creer que es un “ángel divino”. Y en el esparcir esa potente fragancia al aire de la abarrotada plaza, todos los presentes entran en éxtasis erótico desnudándose -de ropajes y de represiones- para abrazar y hacer el amor con sus semejantes

 

El “ángel” asesino lo observa todo desde el patíbulo central moviendo sus brazos cual director de orquesta o cual poderoso líder de multitudes

 

Al despertar, en todos los lugareños se cierne la vergüenza por esa irresistible y perturbadora orgía. Y en el desconcierto, Jean Baptiste ha huido de allí concluyendo que ese poder de masas experimentado no es nada

 

En efecto, el perfumista asesino anhela a esa pelirroja del mercado parisino que lo cambió todo, se da cuenta que el poder de atraer ciego que le proporciona el perfume nada vale en comparación al poder de amar y ser amado por uno mismo, al poder de ese deseado abrazo sincero femenino que nunca ha experimentado

 

En ese doloroso pensar, decide poner fin a su vida en el mismo lugar dónde nació. Allí, en el hediondo mercado de pescado y en plena noche vierte sobre sí todo el inútil perfume. Los marginados del lugar acuden en masa a esa aparición angelical y en su éxtasis lo asfixian “creyendo que habían hecho algo por amor” según nos relata la voz en off

 

Muere asfixiado “por amor” quien hubiera deseado vivir abrazado en verdadero amor: el amor de madre o de padre que él jamás vivenció, el amor de los amigos que nunca tuvo, el amor de pareja que sólo se aproximó a sentir en sueños…

 

Muere Jean Baptiste sin amor y en esa falta de amor lamentablemente muere sin haber encontrado en sí mismo su propio olor, su propia esencia, su propia alma

 

A Selma, en agradecimiento a tanto, en especial a ese estar siempre cerca







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