Diada de Sant Jordi: Celebrando el valor del amor y los libros
Las manos que regalan la rosa también quedan perfumadas (Proverbio árabe)
Leer es soñar de la mano del otro (Fernando Pessoa)
De todas
las celebraciones anuales de mi tierra, la Diada de Sant Jordi es la que más
espero y vivencio. Y es que es bello pasearse por las calles y ramblas de
Barcelona -y tantísimas otras poblaciones- entre libros y flores, es bello el
ambiente festivo en un día laborable que para los catalanes es el día del amor
(mucho más que el globalizado San Valentín)
Me
identifico con el periodista Álex Sàlmon quien destaca que las calles se
desaceleran en el placer de observar las rosas y los libros expuestos que “lo
convierten todo en un maravilloso espectáculo de lentitud, de pasos pausados”
Una
festividad tranquila que tuvo su origen allá por el siglo XV cuando se estableció
la costumbre de regalar una rosa a las personas queridas en el día del patrón
de Catalunya. Inicialmente eran los hombres quienes obsequiaban a sus mujeres
(pareja, madre, hijas…), y actualmente en tiempos de esperanzadora renovación
social (pese a las tercas involuciones) todos se regalan sin distinción ni
discriminación de sexo
Y a
principios del siglo pasado desde Barcelona el escritor y editor Vicent Clavel
propuso al gobierno español dedicar un día al libro, que finalmente fue
otorgado al 23 de abril por la coincidencia de los aniversarios de los insignes
Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Una celebración que se universalizó
en 1995 al declarar la UNESCO esta fecha como Día Mundial del Libro
El valor de los libros
¿Qué sería
de nosotros sin los libros?
La gran Irene Vallejo en su espléndido El infinito en un junco nos conciencia entorno al enorme valor de los libros y de todos los que trabajaron y trabajan para que estos permanezcan entre nosotros pese a tanto en contra, los que lo han dado todo para que las a menudo sabias voces que ellos transcriben perduren:
El amor por los libros forjó una cadena invisible de gente que, sin conocerse, ha salvado el tesoro de los mejores relatos, sueños y pensamientos a lo largo de los tiempos. Una fabulosa aventura colectiva, la pasión callada de tantos seres humanos unidos por esta misteriosa lealtad: narradores orales, escribas, bibliotecarias, traductores, libreras, vendedores ambulantes, maestras, sabios, rebeldes, viajeros, impresores… Gente común cuyos nombres en muchos casos no registra la historia. Los olvidados, las anónimas. Personas que lucharon por nosotros, por los rostros nebulosos del futuro
Y es que como
bien dijo otro grande de las letras el portugués José Saramago “somos historias
de historias que narran historias. Estamos narrando la historia que somos y las
historias que aprendemos. Somos seres hechos de palabras, heredamos palabras y
dejamos un testimonio de palabras”
En efecto,
los libros recogen vivencias, historias reales e imaginadas a lo largo de los
tiempos por multitud de mujeres y hombres. Con ellos se aprende, se descubre,
se viaja en el tiempo y en el espacio, se deja volar la imaginación…
El libro
es libertad, el libro es cultura, el libro es el agradable calor del hogar
atemporal. Para muchos (entre los que me encuentro) los libros son preciosas
joyas. Así, cuando uno de ellos te cala hondo se convierte en un amigo
inseparable que nos mima y al que mimamos. Incluso su olor resulta
venturosamente agradable, ese olor a papel que desprende una biblioteca o una
librería y que nos invita a permanecer allí tal como ocurre con los deliciosos
aromas culinarios del hogar. En esos casos de éxtasis sensorial uno puede perder la
noción del tiempo sumido en el deleite de ojear tantos relatos atractivos
En este
sentido, la primaveral Diada de Sant Jordi es una eclosión sensorial por esa
fusión de letras y pétalos cuyo magnetismo trasciende las fronteras
Diada de con-cor-dia
Y es que nuestra festividad tiene una proyección internacional que atrae a escritores de todas las nacionalidades quienes se ofrecen a dedicar sus obras literarias en un ambiente festivo perfumado por rosas multicolores, si bien predominan las clásicas y simbólicas de tonalidad rojo sangre. Precisamente este Sant Jordi 2024 tendrá como pregonero al británico David Walliams
La verdad
es que se vivencia como una Diada de concordia en la que se ensalza el amor entre
las personas (esa simbólica rosa) y las historias de las personas (esos muy
necesarios libros). Una Diada pues para abrir corazones y mentes, una diada de
amor y entendimiento
Es por ese
latir en común que a uno (si pudiera, ah si pudiera) le gustaría establecer la
Diada de Sant Jordi como Diada de Catalunya dejando simbólicamente atrás la
celebración del desventurado 11 de Setembre, dejando atrás la
celebración vinculada a la guerra de entonces y de alguna manera al conflicto
de ahora en el que los pueblos se enquistan en sus roles de “buenos” y “malos”
o de “vencedores” y “vencidos”
En este
sentido integrador la propia leyenda del “matador” Sant Jordi está siendo
revisada con voluntad pedagógica, me uno a esa labor
Abrazar al dragón
El mito del caballero que mata a una fiera temible es una de las epopeyas más antiguas de la humanidad. En efecto, ya tres mil años antes de Cristo los sumerios relataban como su dios Enki luchó con el dragón Kur para liberar a la diosa Ereshkigal. Y todas las culturas mesopotámicas posteriores revivieron a su modo esta leyenda épica
La leyenda
de Sant Jordi que ha llegado a nuestros días se inspira en el relato de Iacopo
da Varazze en su Leyenda áurea
publicada en el siglo XIII. El libro cuenta las hazañas del santo en Libia
donde un dragón alado muy feroz de aliento envenenado tenía atemorizada a la
población. Para aplacarlo decidieron sacrificar a una persona por día como
alimento, persona que se escogía por sorteo. Cuando le tocó a la hija del rey,
muchos ciudadanos se ofrecieron para ir en su lugar, pero el monarca se negó.
Partió la joven a donde vivía el dragón apareciéndole el caballero San Jorge
quien hirió a la fiera, la ató del cuello y le cedió la cuerda a la princesa.
Ambos regresaron victoriosos a la ciudad con el ahora manso animal pero allí sus
gentes lo mataron naciendo de su sangre un rosal de bellísimas rosas rojas; el
caballero cortó una y se la ofreció a la dama desapareciendo luego
misteriosamente
Una leyenda
que como toda mitología es ante todo un relato simbólico. A mi entender el
dragón simboliza la naturaleza salvaje femenina -desterrada por siglos de
dominio de lo masculino- que nos atemoriza. Es bello el hecho de que el
héroe-caballero entregue a la princesa las riendas de lo salvaje, lo entiendo
como el reconocimiento por parte de lo masculino de que tan preciado bien
primordial le pertenece a la feminidad
Pero a la
vuelta a la ciudad el miedo (el miedo, siempre el miedo) de la gente a esa
naturaleza salvaje los lleva a matar a la antes fiera “por si acaso”. No
obstante, de la sangre roja de la “pasión” del sufrimiento animal (imagen de la
naturaleza animal salvaje maltratada en todos nosotros sin distinción de sexo)
nace un rosal de bellas flores rojas de renovada pasión de goce; todo un símbolo de la
necesaria transmutación personal gracias al abrazo a lo negado-sometido. Y el
caballero entrega una rosa a la joven, un nuevo reconocimiento a su fundamental
feminidad que es salvaje, cualidad natural humana que para nada nos hace
inferiores
Así,
entiendo que la leyenda nos muestra como el caballero de corazón noble (o la caballera, todos
encarnamos feminidad y masculinidad) que cada uno somos busca resarcir la naturaleza femenina salvaje que anida en nuestro interior para que deje de malvivir asfixiada
por los alientos envenenados del dragón creado por nuestro temor y nuestra
desconexión vital
En este sentido es necesario transmutar el miedoso matar por el valiente entender, que la lanza o la espada sirva para desanudar el enredo mental que nos limita. En sabias palabras del investigador Francisco Ariza:
El "enemigo" es uno mismo, hay que conocerse perfectamente bien para no dejarse enredar. Estamos en un callejón sin salida ligados y anudados a un montón de condicionamientos y apegos, y sólo la espada en manos de quien se busca a sí mismo puede desanudarlos
Bona Diada caballeras y caballeros
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