C’mon C’mon: Ante las incertidumbres del mundo adulto
Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños (Khalil Gibran)
Escuchar es inclinarse suavemente con la voluntad de que lo escuchado nos cambie (Mark Nepo)
El
sensible guionista y director Mike Mills nos ofrece otra excepcional película
-en el recuerdo sus Beginners (2010) y 20th Century Women (2016)-
en la que se reafirma como gran retratista del alma humana
En C’mon
C’mon (2021) nos muestra una historia ficticia que tiene a los niños como
protagonistas destacados, ellos nos hablan de sus sentires ambivalentes gracias
al interés del reportero radiofónico Johnny (que caracteriza con su habitual
excelencia Joaquin Phoenix)
Niños en
general que responden a preguntas del periodista sobre sus miedos y esperanzas
entorno al mundo adulto y su papel futuro en él. Y un niño en particular que le
acompaña en ese interesante trabajo de investigación, su sobrino Jesse (Woody
Norman, en una interpretación sublime) quien -más allá de la inquietud que Johnny
siente y explora con sus compañeros de generación- le plantea preguntas y retos
a un hombre que repentinamente se alejó de su hermana Viv (a la que da vida una
magnífica Gaby Hoffmann) y en consecuencia de su único hijo
Sobre esos
tres personajes principales planean las “sombras” de la abuela materna
recientemente fallecida y del padre de Jesse, un hombre muy sensible y
extremadamente vulnerable que padece trastorno bipolar
La
película se disfruta por la autenticidad del guion, las grandes
interpretaciones del trío protagonista y la más que espléndida fotografía en
blanco y negro de Robbie Ryan que acrecienta la sensación de profundidad
trascendental de una historia en tiempo presente que nos plantea inquietudes
arraigadas en nuestro ser desde la noche de los tiempos
Silencios, sonidos, voces
La
historia cobra vida cuando el padre de Jesse sufre una nueva crisis, en ese
momento Viv recurre a Johnny para que cuide de su sobrino. Adulto y niño son
grandes desconocidos que ahora tienen la oportunidad de conocerse
Es bello
que el silencio abismal que los separa -cuyo origen está en el desencuentro de
los hermanos- se vaya deshaciendo gracias a la fascinación común por captar
sonidos. En este sentido se nos muestra a un Jesse entregado a registrar los
sonidos de las ciudades que visitan en su periplo investigador y a un Johnny satisfecho
por ese vívido ser de su sobrino
Poco a
poco y gracias al interés de un Jesse muy despierto y reflexivo que el
periodista -y nosotros los espectadores- descubre con gratificante asombro, su
relación se va estrechando y en esa sintonía surgen las preguntas que buscan descubrir
las verdades adultas ocultadas
Porque tal
y como los niños investigados se manifiestan a propósito del desconcertante
mundo adulto familiar y social en el que un día habrán de integrarse
activamente, Jesse se interroga e interroga a su antes desconocido tío entorno
a los silencios familiares que tanto le afectan y que conforman su desconcertante
mundo familiar. Y aquí el periodista ya no es sólo un mero observador reflexivo,
aquí Johnny es un actor que se mira en el lúcido espejo de su sobrino
Jesse, un
niño que reflexiona sobre la vida con actitud adulta: “¿Alguna vez has pensado
en el futuro? Yo sí. Lo que planeas que ocurra nunca ocurre. Y cosas que nunca
se te ocurrirían, ocurren”, confiesa a sí mismo -y a quien quiera escucharle-
micrófono en mano
Mills no pretende
ofrecernos respuestas a las distintas preguntas de Jesse y sus compañeros que a
menudo son difíciles de responder, entiendo que el veterano realizador busca
dar voz a los niños y concienciarnos de nuestra responsabilidad como adultos a
propósito del mundo que les legamos
Una
pedagogía necesaria que parte del reconocerse vulnerable y de la aceptación de
los claroscuros personales, esa verdad propia como base para encarnar unos
referentes que ayuden a nuestros niños a enfrentarse a las incertidumbres del mundo
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