Las ocho montañas: De los hombres y sus rumbos
Se sale de sí mismo
a cada rato
dice que sí, que no
que no, que no, que no
dice que sí, en azul
en espuma, en galope
dice que no, que no
Pablo Neruda
Los realizadores Felix van Groeningen y Charlotte Vandermeersch nos ofrece un excepcional
drama naturalista de mirada sensible que retrata una bella y dura historia con
protagonistas masculinos y que está ambientado en la asimismo bella y dura alta
montaña de los Alpes italianos y los Grandes Himalaya nepalíes
Destacar
su espléndida fotografía que sublima -si cabe- la grandeza retratada, su
cadencia reposada que invita a la contemplación y la gran labor actoral,
especialmente las excelentes interpretaciones de Luca Marinelli (Pietro joven)
y Alessandro Borghi (Bruno joven)
Tanta
virtud artística ha merecido el reconocimiento del público y el elogio de la
crítica; y diversos premios en certámenes cinematográficos, destacando el
otorgado por el Jurado en Cannes 2022
Las ocho montañas (2022) se basa en la novela homónima de Paolo Cognetti (1978) que obtuvo, entre otros
galardones, el prestigioso premio Strega en su edición de 2017. El polifacético
escritor milanés es un gran aficionado al montañismo y ya reflexionó sobre lo
que significa ese vivenciar a menudo extremo en su diario El muchacho
silvestre (2013). En el 2009 recibió el premio Lo Straniero siendo alabado
por el jurado:
“Es entre
los jóvenes escritores italianos uno de los más atentos a escuchar y narrar el
malestar de las nuevas generaciones y los difíciles años de la adolescencia
ante un contexto de sustancia incierta y seguridad precaria"
Ante la sociedad competitiva
Así es, en la obra planea -entre otros temas de calado que se irán
desgranando- el malestar juvenil propio de una sociedad -la nuestra- en crisis
profunda y en la que a menudo se hace difícil si no imposible encontrar un “buen
lugar” en el que poder desarrollarse como profesional y especialmente como
persona diferenciada
En esa
insatisfacción juvenil se encuentran los dos amigos protagonistas, el urbanita Pietro y "el chico de las montañas" Bruno a los que conocemos primero de niños preadolescentes en una amistad que rezuma
autenticidad
Pietro
vive en la gran ciudad y acude con sus padres a los Alpes para veranear. Es el
padre quien siente gran atracción por la montaña, allí es realmente feliz y no
en la gran urbe donde trabaja en una empresa que parece aborrecer tanto como el
entorno de asfalto y cemento que le rodea
Su único y
solitario hijo Pietro -tan solitario como el padre- encontrará en esa aldea a
Bruno, un chico que es montañero todo el año y que se convertirá en su gran
amigo, un bello sentir que será mutuo
Y
compartiendo juntos su día a día veraniego, Pietro entenderá la gran diferencia
del vivir de ambos, él en la ciudad estudiando rodeado de gente pero
sintiéndose solo y Bruno sin nadie -al menos de su edad- aprendiendo a vivir en
armonía con la naturaleza en mayúsculas pero sin poder asistir a clase alguna
por tener que ayudar a sus mayores
Pasarán
los años y un Pietro en edad de cursar estudios superiores sentirá en propia
piel la insatisfacción juvenil comentada, un sentir rebelde que en su amigo
montañero adquiere matices diferentes aunque con un denominador común: la
necesidad en ambos de “matar” al padre
Debo
advertir que el análisis que sigue contiene inevitablemente spoilers
El padre como referente
Poco
sabremos del padre de Bruno a quien se cita pero no se ve (y si poco se sabe de
él, nada se sabe de la madre). El hombre dejó a su hijo a cargo de unos
familiares, pero de imprevisto decide llevárselo lejos de esas amadas montañas
Todo como
reacción al interés del padre de Pietro por el amigo de su hijo a quien quería darle
la oportunidad de ir a la escuela costeándole los estudios y ofreciéndole su
hogar
Esa
decisión la cuestiona el empático Pietro quien entiende como dañino sacar a
Bruno de su preciado universo alpino, se lo dice al padre y le hace ver la
contradicción que el hombre encarna entre el desear esa vida en libertad y el
someterse a su confortable vida urbanita que tanto detesta
Y las
consecuencias de esa decisión influirán en el ánimo de Pietro porque pasará
demasiadas vacaciones estivales sin compartir vivencias con su gran amigo
Quizás por
eso, un Pietro ya plenamente adolescente se rebela contundentemente contra su
progenitor y le espeta su rabia rechazando acompañarle a una de sus recurrentes
excursiones veraniegas en común, su hiriente “nunca más juntos” se desencadena
por la simbólica gran carga de la mochila que ha de portar
En su
recuerdo están presentes las excursiones compartidas con Bruno, los dos chicos
con el padre montañero, los dos chicos aprendiendo de quien tanto sabe. Los
vemos juntos en el dificilísimo ascenso a un glaciar, el padre de Pietro
entusiasmado con Bruno por sus capacidades físicas y no dándose cuenta de las
serias dificultades de su hijo debidas al mal de alturas
Probablemente
también ese no darse cuenta o ese “no estar a la altura” (nunca mejor dicho)
sea dolor en lo más profundo que el Pietro joven transforma en rabia y
consecuentemente en rechazo a cargar la pesada “mochila del padre”
Sea como
sea Pietro cumplirá su rebelde promesa silente de nunca más, a partir de ese
día ni excursiones conjuntas ni estudiar en la universidad. Y se nos muestra
como tan pronto puede sale a vivir su vida sin rumbo determinado con la única
convicción de que no será el rumbo paterno
Paralelamente
Bruno regresa a sus montañas tras abandonar al padre. En su caso -por lo poco
que se cuenta- parece mucho más justificado su rechazo al progenitor por su
errático obrar y su adicción al alcohol
Los dos
amigos pues unidos en la distancia física en su contundente “matar al padre”
que no obstante y por lo que se refiere al progenitor de Pietro con el tiempo
ambos irán vivenciando como un reconocer interno madurativo
Todo
cambia cuando el montañero solitario muere, Pietro regresa a casa sin poder
despedirse de su padre, del hombre que lo fuera todo para él
Y en ese
regresar -anduvo vagando por el mundo- se reencuentra en cercanía con Bruno,
los dos han perdido al verdadero padre porque también para el amigo montañero
ese hombre fue todo un referente masculino
Por eso
Bruno se propone reconstruir el refugio de alta montaña que el padre de Pietro
compró en ausencia de su hijo. El fallecido se lo pidió y él en su afectuoso
compromiso quiere honrarlo reconstruyendo ese simbólico refugio que les une
como hombres de resonancia alpina y atracción por su simbólica dureza
Bruno
parece haber reencontrado su rumbo, ha regresado a su universo de alturas donde
se siente realizado y cómodo. Pero Pietro parece perdido en el vagar errático
por el mundo sin un rumbo fijo
Quizás por
eso y -ni que sea inconscientemente- por recuperar al padre que duramente
abandonó, Pietro se apunta a ayudarlo en la ardua tarea de reconstrucción
Los amigos
de nuevo juntos compartiendo experiencias en el tiempo en el que la montaña
afloja su dureza, pasan de los veranos de juego en común de la infancia al
verano de trabajo en equipo de una juventud que empieza a mirar al futuro
En ese
reconstruir y en su después se van dando situaciones e intercambios -a menudo
en silencio, ambos son hombres de pocas palabras- en los que se van conociendo
y reconociendo mutuamente. No sólo reconstruyen el refugio, están
reconstruyendo una amistad de infancia que se torna -gracias a ese simbólico
trabajo edificador- en amistad adulta consolidada
Una
amistad renovada que nace con Bruno como referente, él está cómodo en su
universo vital, él resiste lo que sea, él conoce cómo desenvolverse en ese
ambiente a menudo hostil, él lo sabe todo de la técnica necesaria para
reconstruir el refugio
Bruno está
seguro como experimentado sedentario de alturas mientras que Pietro se siente
inseguro -especialmente en la montaña de los dos hombres de su vida- en su
nomadismo de apariencia errática. Bruno sabe y Pietro aprende de su amigo y a
través de él reaprende del padre; un padre que encontró en Bruno lo que su hijo
Pietro le negó
Sin
embargo y pese a esa dureza con su progenitor, Pietro demuestra -y demostrará-
grandeza de corazón. Él nunca sintió ni siente celos por el amigo “hermano” de
padre, al contrario; por eso le dice que también es suyo ese refugio heredado y
le propone que se quede a vivir allí durante los veranos
El nómada
regresa ocasionalmente a compartir vivencias con el montañero, en el refugio en
común y en la aldea de la infancia; más aún cuando Bruno forma familia con una
chica amiga de ambos y es padre de una preciosa niña
Pietro se
alegra por su amigo y le cuenta sus experiencias por el gran mundo,
especialmente comparte sus transformadoras vivencias en las montañas nepalís
-montañas cuya dureza y altitud son oportunidad de conexión interior- donde ha
encontrado una chica que le gusta
Se alegra
de verlo tan bien en su hogar y se preocupa seriamente cuando su situación
familiar se deteriora. En ese giro vital del amigo sedentario, sus roles se
intercambian. Bruno se va perdiendo día a día en su obstinada fijación de rumbo
y Pietro se ha encontrado en su asimilación de los distintos rumbos de la vida
vivenciados. Los suyos han sido caminos inversos
Pietro ya
es un experimentado hombre de montaña que como su amigo lo resiste todo pero
que a diferencia de este no se aferra a ella. Porque lamentablemente Bruno en
su cerrazón y en su obsesión alpina deja marchar a las mujeres de su vida
Es su
mujer quien lo pone a prueba con voluntad regenerativa, quien lo pone en
evidencia con amor y quien con el corazón roto lo deja por su egoísta incapacidad
de cambiar de rumbo para salir de la bancarrota en la que se encuentran
Y es
entonces cuando Pietro vuelve a mostrarse en su gran corazón abandonando su
vida en el lejano Nepal para acompañar a su gran amigo o a las sombras de lo
que fuera su gran amigo. Pero nada se puede hacer con quien no quiere atender
ni entender ayudas, así que Pietro -muy a su pesar- lo deja solo en el refugio
paterno
Los dos
saben que no resistirá al crudo invierno a esa gran altura, los dos saben que
Bruno se miente cuando afirma a su amigo que puede irse tranquilo porque la
montaña nunca le ha traicionado afirmando que siempre le ha tratado bien
Y aunque
el orgullo le pueda, Bruno sabe que quienes realmente siempre le han tratado
bien son su mujer, su hija y el propio Pietro
En ellos
tres se da la encarnación del bello poema de Migue (Breverías):
Y cuando
vengas
te estaré
esperando
con mi
vida abrazadora
y una rosa
de los vientos en la mano…
Pero Bruno
no viene, se queda en hielo. Un duro final para un hombre criado en la dureza y
un duro final para sus tres amores, especialmente para el amigo de corazón quien
ha perdido tempranamente a sus dos referentes montañeros
Pietro de
alguna manera ha recorrido las simbólicas ocho montañas que dan título a la
obra audiovisual y que forman parte del saber ancestral nepalí. El nómada ha
andado los distintos caminos -el ocho asociado a la orientación espacial, a las
cuatro direcciones principales y sus secundarias medianas de la rosa de los
vientos- para poder acercarse con esa experiencia al preciado centro interior
que padre y amigo no supieron encontrar
La película a mi entender es pedagogía para tantos hombres -y mujeres también, aunque es más propio en ellos- que transitan por la vida con rumbo fijo, personas que se fijan objetivos y que se muestran con nula -o con bien poca- flexibilidad ante los inevitables y a menudo necesarios cambios de la vida
Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL
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