Being There: De los abismos del “poder” y el valor de la inocencia
No tengas miedo por ser débil, no seas orgulloso por ser fuerte. Sólo mira dentro de tu corazón, mi amigo. Ese será el regreso a ti mismo, el retorno a la inocencia (Enigma)
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto (Alejandra Pizarnik)
Hal Ashby dirigió en 1979 esta
brillante sátira social de hondo calado humanista basada en la novela homónima
de Jerry Kosinski. Peter Sellers es Chance en una interpretación sublime, le
acompañan como protagonistas Shirley MacLaine (Eve) y Melvyn Douglas (Ben). La
obra es una crítica al poder establecido y una llamada a su renovación desde la
autenticidad que emana de la inocencia
Debo advertir que el análisis que sigue contiene spoilers incluido
el final de esta joya cinematográfica
No es lo que ves…
Chance es jardinero que ha vivido desde que tiene memoria en casa
de un señor mayor al que llama abuelo, jamás ha salido de esa casa. No sabe
leer ni escribir, se nos muestra como aprende de lo que ve en televisión a la
que es adicto
A la muerte de su mentor, unos abogados le comunican que debe
marchar de allí. Así, se ve obligado a salir al mundo y como indica su nombre
(Chance significa oportunidad) en ese salir se abre a la oportunidad, a las casualidades
de la vida. Lo vemos abandonando el hogar y su amadísimo jardín al son de Así habló Zarathustra de Richard Strauss.
Un poema sinfónico sobre el nacimiento del superhombre que postuló Nietzsche y
que es la melodía que utilizara ya Kubrick en su memorable 2001, una odisea en el espacio; y es que Chance está iniciando su particular odisea espacial terrenal caminando tranquilamente por la ciudad vistiendo
elegantemente, portando su maleta, su paraguas y su “poderoso” mando a distancia
(el del televisor del abuelo que él cree válido para todos los aparatos)
El jardinero es todo un niño mayor completamente inocente y confiado que “sólo” sabe de su arte ornamental. No puede entender la agresividad, la maldad, el interés egoísta, el culto al poder basado en el someter/vencer y la obsesión por el dinero de la mayoría de la gente de este desconectado mundo nuestro. Y la gente en su cerrazón defensiva habitual no puede entenderlo a él; y es que él anda vestido pero se muestra como desnudo, porque Chance es un hombre al natural transitando entre gente acostumbrada a las artificiales corazas de sus aislamientos y sus máscaras de falsedad
Así se producen situaciones tristemente divertidas en la calle con
una banda juvenil de raza negra (él es blanco), con una mujer que le recuerda a
Louise la cocinera del abuelo que les alimentaba y cuidaba y a quien en su
naturalidad le pide comer... Y afortunadamente el chance de Chance le va a ser
favorable dado que acabará viviendo como un rey en la residencia de Ben, un
influyente magnate
Todo gracias a que conoce a Eve, la mujer del empresario quien le
invita a su casa tras atropellarlo en su limousine. Pronto congenian los dos y
también Ben quedará encantado con su compañía, se harán muy amigos. El
empresario está en fase terminal de una enfermedad incurable y Chance se
convierte en su mejor medicina
Parece que nadie es capaz de ver-conocer quien es realmente
Chance, todos quedan admirados por sus exquisitos modos, por su discreción
(poco tiene que decir como no sea hablar sobre jardinería), por su aplomo, por
su amabilidad… y especialmente por lo que interpretan como sabias palabras (y
de hecho lo son porque emanan de su pureza, de su inocencia, de su autenticidad)
Así, ante preguntas que no puede comprender responde como el gran
y amoroso jardinero que es. Y en un mundo tan agresivo-competitivo como
desafortunadamente es el nuestro, sus reposadas palabras suenan a gloria
Y los demás tienden a interpretar a su manera lo que él dice, interpretaciones
a menudo sesgadas e incluso erróneas según su egoísta conveniencia, según sus
particulares temores limitantes. En efecto, Chance es un espejo limpio y
luminoso en el que ellos se ven sin ser del todo conscientes en su evitación a
verse en los aspectos menos agradables
Es el caso del propio Ben quien cree que Chance es un empresario a quien los abogados han hundido en la miseria y entiende que sea reacio a hablar “Cuando un hombre lo ha perdido todo, la ira tiende a tapar la racionalidad durante un tiempo” No es al jardinero a quien ve, es a él mismo llegando hasta el punto de visualizar la ira propia en la sublime paz del otro
También Robert el médico personal de Ben que reside allí ve
en principio a Chance como espejo. Él teme a los abogados que supuestamente han
hundido al jardinero porque también pueden acabar con su profesión. Dos “poderes”
que en su falsedad son temerosos: el del dinero forzado que es consciente de sus trampas en su
insaciable apetito y el de la ciencia (médica y toda) a menudo desnaturalizada que sabe que se ha
convertido en algo así como la religión moderna y que como tal "poder" prácticamente todos siguen-creen “ciegamente”
Como dice el dicho “No es lo que ves, sino cómo lo ves”. La verdad
de quien es Ben que sólo la saben la cocinera Louise y los abogados del difunto
abuelo, acabará siendo conocida también por el bueno de Robert. Vemos al
doctor intentando informar a Ben pero este le habla de que Chance le inspira
confianza y le hace sentir bien, que gracias a él la idea de morir le resulta
más fácil; decide pues no explicárselo porque sabe que verdaderamente el
jardinero le ha hecho bien a él y a Eve
Naturaleza femenina
Eve se enamora de Chance y Ben lo ve con agrado porque sabe que
está cercana su muerte y la ama, y quien ama quiere lo mejor para la amada o el
amado. Así que le pide que acompañe a Eve en su lugar a una recepción. Es bella
la escena en que Ben a punto ya de morir llama a Chance, le da la mano y
le dice que espera que se quede allí con Eve, pidiéndole que la cuide “es una
flor delicada” le asegura de corazón
A la nueva pareja en ciernes les une su pasión por los jardines,
por la naturaleza bellamente recreada por la mano humana paciente. O la
naturaleza femenina que es la tierra fértil común que nos acoge junto a la resonancia del artista jardinero Chance que -como ocurre con todo arte humano sensible-
se sabe está ligada a la feminidad humana sin distinción de género
Ben parece haber tenido también esta sensibilidad, la suficiente
para querer mantener su bello jardín y para conseguir un auténtico calor
hogareño en su enorme mansión; sensibilidad y atención por el espacio familiar compartida con su mujer Eve. En este sentido es significativo el simbolismo del
gran cuadro femenino a cuyos pies está un ramo de flores multicolor, una obra
artística presidiendo el salón principal como expresión del valor fundamental
de la feminidad pese al desconectado y asfixiante dominio masculino del mundo
que Ashby muestra especialmente en la escena en la que vemos a todos los hombres -ninguna mujer- que
acompañan al presidente de la nación en su visita a su amigo Ben
La inocencia al poder
Chance es inocente y noble como el mítico arquetipo del
joven Arturo que llegó a ser rey sin ambicionar el "poder", sin egoísmo ni doble
intención; por la poderosa pureza de su corazón Arturo fue el único capaz de liberar la
espada de la piedra
Simbólicamente la piedra puede entenderse como imagen de la dureza humana y de la confrontación por el "poder", de la lucha por imponerse o vencer en el pedestal-podio exclusivo y excluyente. Por su parte, la espada sería la herramienta capaz de deshacer los innumerables entuertos humanos (como ocurre en el cuento del príncipe y la cenicienta, con la espada del valor poder liberarse -y ayudar a liberar- de las zarzas de los miedos y condicionamientos propios y comunitarios) y no la espada sangrante del herir-someter-matar tristemente histórico que tanto daño nos ha causado y nos causa
Así es también Chance, así “conquista” sin proponérselo al
influyente Ben, así se da a conocer al presidente de la nación, así sale en la
televisión en “prime time” (ahora él en “su” amada televisión) y así acaba
sonando como futuro presidente entre las élites
Su discurso es el de un jardinero autentico, un conocedor
de todas las plantas, de todas las flores, de todos los árboles, de los fascinantes procesos naturales… Chance aprecia y respeta sus naturalezas diferentes, cuida
de su jardín en todas las estaciones de la vida (especialmente en las duras)
mimando, regando y alimentando a todos sin excepción, los trata con suave
dulzura que emana de su corazón en calma. ¿Y no debería ser acaso eso un buen
gobernante (de un grupo o de un todo)? Por eso agrada a la gente, y le aplauden
cuando dice cosas como “Un jardín necesita muchos cuidados y amor. Y si das a
tu jardín mucho amor, las cosas crecen. Pero primero algunas cosas deben
marchitarse”, genial metáfora de los procesos humanos
En el entierro de Ben mientras el presidente lee escritos
de su amigo, hombre de dialogo y concordia que afirmaba “No importa cuál sea
nuestra fachada, todos somos niños” se nos muestra al siempre niño Chance
levantándose para pasear por el gran jardín de la finca. Junto al rio, lo vemos
mimando los árboles mientras seguimos oyendo las palabras escritas por el
magnate quien nació en la extrema riqueza pero siempre se preocupó por la gente
“He vivido mucho, temblado mucho, he estado rodeado de pequeños hombres que
olvidaron que llegamos desnudos y nos vamos desnudos y que han olvidado que
ningún contable puede auditar la vida a nuestro favor”. Ben evoca así a la niña
o el niño inocente y desnudo que somos
Y tras lo cual Ashby nos ofrece la imagen de la tumba del magnate llena de
simbolismos. Tiene una estructura de forma piramidal coronada por el ojo que
todo lo ve con lágrimas que parecen producidas por la lluvia que entiendo como
imagen de tanto llanto-dolor-incomprensión de este a menudo desconectado mundo nuestro. Y bajo este
ojo el certero lema “La vida es un estado de la mente” o la importancia de la
actitud personal, del darse cuenta y verse a uno mismo para así ver mejor el mundo
y a partir de ahí poder ayudar a re-crearlo. Nuevamente se nos remite al ya
comentado dicho
“No es lo que ves, sino cómo lo ves”, grande la comprensión del realizador
californiano
Tras lo cual nos ofrece la sublime escena final en la que Chance
cruza el rio frente a la mansión de sus "poderosos" amigos mientras seguimos
oyendo al presidente dando voz a Ben “Seguridad, Tranquilidad, Un bien merecido
descanso. Todos los objetivos que he perseguido pronto se harán realidad” Habla
del Cielo en el que cree, pero sus palabras parecen acompañar la deseada idea
de una Tierra mejor (el Cielo aquí en la Tierra). Una Tierra -se entiende-
gobernada desde la autenticidad que emana de la inocencia, un poder real que nada tiene que ver con lo tristemente
vivenciado durante tantísimos tiempos históricos
Vemos a Chance caminando sobre las aguas en el rio como si
no hubiera profundidad pero sí que la hay a su alrededor, él sorprendido hunde
su paraguas comprobándolo. Esta poderosa escena puede entenderse como imagen de que
el inocente hombre niño en su simplicidad natural está por encima de los
abismos de la complejidad humana, de la complejidad creada por la necesidad de
ocultar-proteger los “tesoros” de todo tipo en los
inaccesibles-peligrosos-oscuros fondos. Tesoros hundidos cada vez más hondo por miedo,
tesoros del atesoramiento egoísta (desde bienes materiales de todo tipo a ideas
y sapiencias). Bienes que al no compartirse necesariamente devienen males
La inocencia no envía nada a los fondos; la inocencia todo lo muestra, todo lo expresa y todo lo hace fácil. Es el egoísmo temeroso el que complica las cosas, el que nos hunde a los abismos de la inhumanidad
Humor que reconforta
Además de ser una obra sublime en cuanto a su trasfondo, Being There es una entretenida
película que hace gala de un gran sentido del humor, humor a menudo sutil,
humor del bueno, humor sin cinismo, humor que reconforta a casi todos
Son muchas las escenas con ese toque, todas ellas con
Chance como protagonista. Destacaré las de sus primeros contactos con un
ascensor y con un teléfono. Lo vemos al teléfono creyendo que no hay nadie
porque él a nadie oye, sólo habla cuando su interlocutor le pregunta si está allí porque Chance mientras sostiene el aparato sigue con atención los ejercicios gimnásticos que una chica realiza en
la televisión. De
modo parecido en su primer beso “pasional” a una mujer (a Eve) que corta por lo
sano al finalizar el beso copiado que está viendo en el televisor
Todos esos gags obrados por un genial Peter Sellers
permanentemente inmutable quien vuelve a
demostrar su condición de excelente actor polivalente como hiciera en El guateque, ¿Teléfono rojo? volamos hacia Moscú o El quinteto de la muerte. No es de extrañar que tamaña contención
le obligara a repetir escenas por sanos ataques de risa tal y como se nos muestra
en los refrescantes títulos de crédito finales
Este ensayo es la revisión
del publicado en el diario CyL
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