Blackbird, Blackbird, Blackberry: Nunca es tarde para empezar a vivir
Quiero vivir al menos el resto de mi vida de un modo que al mirar atrás me produzca alegría (Etero)
Durante estos días de estío se celebra la 14ª edición del Atlántida Mallorca Film Festival tanto en su versión presencial en el incomparable marco de la capital balear con un amplio abanico de actividades como a través de la plataforma de streaming Filmin que hasta el próximo 19 de Agosto ofrece algunas de las películas a concurso
De entre
ellas destaca Blackbird, Blackbird, Blackberry (2023) de la comprometida
realizadora georgiana Elene Naveriani. La película retrata con sobria maestría
el cambio vital que experimenta Etero, una mujer al borde de la cincuentena que
nunca ha vivenciado el amor carnal. Eka Chavleishvili nos ofrece una extraordinaria
interpretación de esa mujer especial cuya gran pasión es observar el río de su
población y la rica naturaleza que late en su riba
Una
ficción basada en la novela homónima de la activista georgiana Tamta
Melashvili, historia de empoderamiento femenino que cautivó a Naveriani porque
según cuenta en una entrevista a Cineuropa (https://cineuropa.org/es/interview/442973/)
sintió que:
Etero
vive una contradicción en su interior, ya que es muy inteligente, muy
intuitiva, como una “feminista natural”, pero aún así se rinde a lo que el mundo
exterior espera de ella. Al final es capaz de abrirse paso… Quería sacarla de
la novela y darle un cuerpo. Para mí es un icono
Microcosmos
cerrados
Naveriani
busca retratar a través de esta historia local cercana la dureza de tantos
microcosmos cerrados en los entornos rurales de todo el planeta. Y es que en
pleno siglo XXI y pese a la “apertura” que supone las no fronteras del universo
internet, es común que en los pueblos alejados de los grandes núcleos de
población se den características similares a la del georgiano en el que se
ambienta la película
Pequeños
mundos en los que todos se conocen y a la vez todos se controlan, comunidades
de ayuda en luz pero de asfixiantes condicionamientos en sus numerosas sombras.
Comunidades que suelen estar enraizadas en la tradición patriarcal con una
fuerte separación de género y cuyas mujeres han de aceptar roles secundarios
que tienden a anularlas
Así es
esa población ribereña en la que mujeres y hombres se reúnen siempre por
separado en ambientes y con intereses generalmente muy dispares. Aunque el foco
principal de esta historia de heroico empoderamiento está en ellas, en
cómo viven, piensan y sienten esas mujeres a la sombra de los hombres
Mujeres
en su mayoría resignadas a ese papel tradicional “heredado” y que ante su falta
de ser se “distraen” con banalidades y críticas. Algunas críticas a los hombres
y muchas críticas a la eterna soltera del pueblo sobre la que proyectan sus
propias miserias
Debo
advertir que el análisis que sigue contiene spoilers
El reverso del mal
Y es que
Etero -nombre evocador de diferencia/variedad/apertura- nunca ha estado
con un hombre por su histórico sometimiento a los machos de la casa -padre y
hermano- quienes tan pronto como pudieron la colocaron como “sierva del hogar”
por la temprana muerte de la esposa-madre al poco de dar a luz a Etero
Así, y
pese a ser una mujer fuerte e inteligente, en esa toxicidad patriarcal ella
-ya sola, ellos ya no están- aguanta las burlas y críticas de sus “amigas” que se
consideran privilegiadas gracias a su conveniente considerarse “ser amadas” por
un hombre. Un “ser amadas” falso que en realidad saben que es un patético “ser
fecundadas”
En este
sentido, de alguna manera el “mal” vivenciado por Etero (los hombres de la casa
y su férreo no dejarla marchar) ha resultado a la postre un “bien” porque le ha
evitado cometer los errores en los que cayeron de jóvenes esas mujeres burlonas. De haber vivido su madre, Etero probablemente se
hubiera comprometido con alguno de esos machos insensibles y sería como las que
tanto la critican, probablemente sería una madre amargada
El cambio por la caída
La
potente escena con la que se inicia la película -y que le da título- nos
sumerge en el albor de la auto-liberación de esa mujer madura en años y en
sabiduría (aunque no en el lo referente al amor carnal)
La vemos
recogiendo moras en un barranco junto al río, y cómo queda fascinada ante la
presencia de un imponente mirlo negro. Esa belleza en forma, color y canto le
impacta profundamente y en ese sentirse transportada pierde el equilibrio y cae
magullándose
Un
momento memorable cargado de simbolismos que causa mella en la sensible Etero y
que la impulsa a volar libre, a vivir sin las comillas del “vivir” de su
comunidad que ella nunca ha aceptado. En esa escena la dura caída puede
interpretarse como la imagen de su no vida y de la necesidad de cambio, de que
caiga la Etero esclava; y el pájaro negro puede entenderse como el símbolo de
la libertad que hasta ahora ha estado sumida en la oscuridad de sus miedos y que
clama el valor de ser luz
Y así
será, poco a poco Etero irá haciéndose valer espetándoles la verdad a sus no
amigas y liberándose de la pesada carga familiar. En este sentido, es bellamente
significativo su guardar en un cajón las dos fotografías de los hombres de la
casa (en simbólico blanco y negro y sin marco) para dejar en lugar preferente
la de la madre (en simbólico realzador marco y vívido color)
Y
asimismo se abrirá a experimentar el amor carnal con un hombre que le
suministra los productos de limpieza y cosmética que ella vende en su tienda. Los
dos se atraen y seguirán viéndose aunque siempre con las máximas precauciones
conscientes de la ruindad vecinal, no quieren ser blanco de habladurías y más
teniendo en cuenta que él está casado
El amor no es egoísmo
En todo
caso, se nos muestra como en ese proceso de empoderamiento Etero se va
queriendo más a sí misma y por sí misma, queda bien patente en el modo en que se
mira ante los espejos en simbólica desnudez
Porque a
pesar de que ese hombre le escribe poemas que la ensalzan, Etero no necesita a
nadie -de hecho nunca necesitó a nadie- para reconocerse única
Aunque
quizás sí para sentirse amada. Pero ese hombre tan especial (toda una rareza en
medio de tanto macho insensible) que dice amarla y le habla de vivir juntos
lamentablemente evidencia que no sabe amar en mayúsculas
Porque
su “amor” es egoísta, sus planes no tienen en cuenta a la persona “amada”.
Etero se da cuenta y en consecuencia no acepta renunciar a sus pasiones: la
rica naturaleza ambiental y un hogar cálido
En un
final que entiendo es mejor visionar, Etero asume en amor propio exento de
egoísmo la vida presente y futura con la clara voluntad de vivir ya sea sola o
acompañada con alegría tal y como ella misma promete en la cita del encabezado
Y tal
como bellamente expresara la historiadora Carmen Pinedo Herrero:
Pocos
saben que, a menudo, nos sangran los dedos a quienes defendemos la alegría.
Pocos saben cuánto sabemos del dolor. Pocos entienden nuestro “a pesar de todo”
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