El mestre que va prometre el mar: Del arte de educar y la barbarie totalitaria

 


Los niños tienen que ser lo que ellos quieran pero sobre todo tienen que ser niños

 

Vivir debería ser una armonía superior, estar en todo momento conforme con nosotros mismos y aspirar a ser mejores. Abrir los ojos no es nada fácil ni nada cómodo, supone un esfuerzo y a veces un dolor. Son pocos los que emprenden ese viaje. Hasta que decimos una palabra: Luz

 

Antoni Benaiges


 

Patricia Font nos ofrece una película muy sensible que restablece la dignidad de un gran hombre cuya figura quiso ser borrada por el régimen fascista del general Franco

 

El mestre que va prometre el mar (2023) retrata el caso real de Antoni Benaiges quien aceptó dejar su amado mediterráneo catalán para emprender la tarea de ser maestro en Bañuelos de Bureba (Burgos) poco tiempo antes de que estallara la funesta Guerra Civil

 

Cabe destacar la sobresaliente labor actoral de Enric Auquer como Antoni, de esas interpretaciones que permanecen en la memoria colectiva

 

Y es precisamente la defensa de la memoria colectiva histórica uno de los temas que Font quiere poner en valor. En efecto, la película nos muestra las vivencias de Antoni y sus pupilos a partir del interés presente de Ariadna (Laia Costa), una joven que quiere saber la verdad sobre su abuelo quien de niño fue uno de sus privilegiados alumnos, una verdad que él ocultó a toda la familia en el traumático mimetismo del niño que vivencia el horror de la vejación a su mejor referente adulto

 

Debo advertir que el análisis que sigue contiene spoilers




 

Respeto auténtico

 

En el vívido retrato de ese único curso escolar en el que Antoni fue maestro del abuelo de Ariadna apreciamos la humanidad con mayúsculas de un hombre cercano que se hacía respetar por su ser y estar

 

Nada que ver con los “maestros” que le precedieron quienes se hacían llamar de usted y fomentaban el castigo como “método de aprendizaje”. No es de extrañar que tan solo tres niños acudieran al primer día de clase

 

En esa única jornada todos ellos ya advierten que Antoni es muy diferente y en consecuencia aceptan hablar con sus compañeros ausentes a propósito de la invitación del singular maestro a disfrutar de un día mágico

 

La magia emana de la impresora que él pone a disposición de un aula llena -así será durante todo el curso- para editar sus redacciones entorno a los temas que les sean de interés. Y llegado el día surge la idea del fascinante mar que Antoni conoce tan bien pero que ninguno de esos niños -ahora tan ilusionados- ha visto nunca

 

Así que editan un nuevo libreto de los denominados cuadernos especiales que resultará el mejor testimonio de la magia pedagógica que Antoni y sus niños compartieron. Lo titularon bellamente como “El mar, visión de unos niños que no lo han visto nunca”

 

Y es uno de esos pocos ejemplares que se salvo de la quema -nunca mejor dicho porque se nos muestra como fueron quemados por las milicias falangistas ante todos los habitantes del pueblo, niños incluídos- el que lee Ariadna al abuelo enfermo al regreso de su periplo investigador

 

Lo lee frente al mediterráneo que los niños evocan y no pudieron ver entonces por el estallido de la guerra. Ese luminoso mar del presente español en el que juega libre la niña de Ariadna y que era el destino del fascinante viaje de fin de curso que Antoni había planificado y luchado convenciendo al rígido sacerdote local, al dubitativo alcalde y a todos los padres del alumnado con ese arte y esa naturalidad que encarnaba

 

Frente a ese mar legendario que ha visto y ve lo mejor y lo peor de la condición humana, Ariadna llora y hace llorar (al abuelo y al espectador sensible que entiende el llorar como humanamente necesario) el horror de un paraíso perdido en manos de los que detestan y matan las diferencias

 

No pudo ser luz y lamentablemente fue una muy negra oscuridad. Ese “vivir debería ser una armonía superior…” citado en el encabezado que tan sublimemente escribiera Antoni en una publicación adulta quedó -queda- a la espera de la consolidación de su palabra final: Luz





 

Ante el pensamiento y la acción excluyente

 

Sabido es que el pensamiento único excluye la riqueza de los distintos puntos de vista de cada persona y colectivo. En la España reciente retratada en la película esa radicalidad fue impuesta por el régimen fascista de Franco

 

En otras épocas y lugares se han dado -y se dan- innumerables regímenes totalitarios de todo tipo de ideologías y credos que quizás se vivenciaran inicialmente con esperanza ante las acuciantes necesidades individuales y colectivas del pueblo pero que desafortunadamente acabaron siendo desalmadas tiranías al servicio de los pocos privilegiados de turno (casta militar, casta social, casta económica, casta política, casta ideológica, casta ”popular”, casta racial…)

 

En este sentido, la película nos recuerda en estos tiempos de desmemoria y demasiadas mentiras lo que fue y lo que es entregarse a una “salvación” así. Y paralelamente rescata la figura de un gran hombre que encarnó la empatía y los valores humanos como ejemplo a seguir en nosotros mismos para llegar a salvarnos realmente como individuos y como especie

 

Y es que la voz luminosa de Antoni – y la de tantas personas ejemplares de todos los tiempos- está y late en nosotros, todas ellas conforman nuestras poderosas raíces que nos alimentan y sustentan en la ardua labor de llegar a ser realmente humanos pese a tanto en contra

 

 

A Eduard, gran amigo que siento hermano y con el que tantas vivencias he compartido. Fue en el hogar de su infancia donde se rodaron algunas escenas de esta película, allí tras las cámaras los dos disfrutando como niños









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