The Guilty: El compromiso y la empatía como base en la ayuda social

 



El oficio de aliviar el miedo y la tristeza es un arte difícil, como todos los que exigen atención y silencio

Irene Vallejo


Gustav Möller nos ofrece en The Guilty (2018) una sobria y tensa ficción sobre un caso policial que un experimentado agente de calle logra resolver desde su puesto provisional de atención telefónica 112

Partiendo de un guion en colaboración con Emil Nygaard Albertsen, el realizador danés construye una excelente película que se desarrolla en casi solo un escenario (la centralita de la comisaría) y que centra el peso de la acción en un único actor, Jakob Cedergren quien en una gran interpretación encarna al policía Asger Holm. Los demás protagonistas no se ven, sólo se oyen tal y como los oye él, sólo se revelan a través de como los vivencia Asger en sí mismo, especialmente en las expresiones de su rostro


Preliminar

Este ensayo analiza lo que sucede en la película poniendo el foco en los aspectos humanos que en ella se tratan. Temas como el maltrato a la mujer o las formas de atender a las personas con problemas. Y por ello contiene spoilers incluido su imprevisto giro argumental, así que para aquellos que no la hayan visto y quieran hacerlo quizás sea mejor leerlo tras su visionado




 

Al otro lado una persona

Asger es ante todo una buena persona, como le reconoce Iben la mujer del caso en el que se centra la película. Ella llama pidiendo auxilio porque la han secuestrado, y se dirige a él como “cariño” En esa insólita cercanía, el experimentado policía entiende que ella busca engañar a quien conduce el vehículo en el que se encuentra, fingiendo así que se comunica con su hija Mathilde

A partir de ese darse cuenta, Asger demuestra su habilidad para conseguir de ella la máxima información sin que el hombre sospeche nada y asimismo hace gala de su buen temple para calmarla

Por si fuera poco, el policía se implica mucho más allá de lo establecido como teleoperador de emergencias: moviliza a sus compañeros de calle que tienen que intervenir, y está pendiente constantemente de cómo va la operación policial llamando a todos los implicados en el caso. E incluso utiliza su móvil para comunicarse con Rashid, su fiel compañero de patrulla, encargándole que entre en casa del hombre que conduce el vehículo y que ahora sabe es el ex marido de Iben

El policía está pues conectado mediante el teléfono a las voces de todos, en este sentido resulta muy sugerente la imagen del destello de la luz de sus auriculares, como un faro en el oído donde navegan las ondas informativas que van a atracar al puerto de su cerebro que las procesa

Asger vive el caso desde su gran experiencia como policía de calle y aunque todo lo hace sentado en su silla de oficina parece que esté en su vehículo de patrulla. Lo vivencia a tal extremo que se pone en la piel de Iben y la acompaña como lo haría un amigo de toda la vida. Por eso ella le pregunta cómo se llama y al saberlo le dice con su dulce voz (más de niña que de mujer): “me gustas, Asger”; una bella manera de agradecer su entrega. Tanto se implica él que alarga su jornada laboral hasta la resolución final aun sabiendo que al día siguiente tendrá lugar su decisivo juicio por la muerte de un detenido

Y como cualquier persona nuestro protagonista tiene sus sombras y cargas que le condicionan. Lo vemos disculpándose con un compañero por su comportamiento e incluso siendo algo desagradable en algunas llamadas absurdas. Su carga principal es que ha matado a un malhechor por un impulso incontrolado e internamente no está en paz; se le va a juzgar por ello y seguirá mintiendo al afirmar que fue en defensa propia implicando aún más en la mentira a su compañero Rashid quien lo confirmará como testifo para eximirlo ante la ley

Asger es un policía íntegro que cometió un error por la rabia y la impotencia de ver que en demasiados casos en los que él ha intervenido la justicia no está a la altura de los hechos delictivos. Ese afán de justicia “real” está en él y junto con la necesidad de redimirse del error explica en gran parte su forma de actuar en el caso de Iben

Pero Asger, muy a su pesar, comete errores también en este caso; errores que sabrá enmendar para que finalmente todo se resuelva de la mejor manera posible. Sus errores son los naturales e inevitables de quien no puede saber o conocer en un tiempo tan corto todo lo que hay detrás de una persona o unas personas. Y asimismo los derivados del dejarse llevar por las apariencias, por lo que suele ser más frecuente en una relación de pareja conflictiva

En efecto, él habla con una mujer desesperada en un vehículo conducido por su ex marido, un hombre con antecedentes penales que ha perdido el derecho a ver a sus dos hijos pero que aun así ha ido a “su” casa para llevarse a Isben amenazándola con un cuchillo; y lo que es peor que en la casa han encontrado muerto por arma blanca a su bebé Oliver. Las apariencias parecen claras evidencias pero no lo son, y eso Asger lo descubrirá casi al final…

 



Serpientes

El comprometido policía descubre la verdad en el momento que Isben le habla del gran dolor de estómago que tenía su bebé. La madre recuerda: “gritaba porque tenía serpientes en el estómago, pero ya se las saqué, está mucho mejor ahora, ya no grita, (momento en el que vemos como un Asger compungido cierra los ojos al oírlo) está bien ¿verdad?”

Se corta la llamada y Möller nos ofrece una plano de largo silencio con la contundente expresión del rostro de un descolocado Asger que hace valer el dicho de “vale más una imagen que mil palabras”; silencio que se rompe al sonar el móvil con la llamada de su compañero Rashid, nuestro protagonista aún conmocionado tarda lo suyo en poder articular palabra, en poder volver a la atención en el ahora y aquí. Se trata de una dura secuencia a propósito de la toma de conciencia de la durísima realidad: Iben ha matado a su bebé sin ser consciente de ello porque tiene un trastorno mental

Así que decide llamar a Michael, el ex esposo quien ya no sabe dónde está Iben porque se escapó al golpearle (bien asesorada por un Asger que creía que él era un asesino). Afectado, el agente le pregunta porque no avisó a la policía del estado de su ex mujer creyendo que de haberlo hecho la hubieran ayudado. El hombre entiende que nadie puede ayudarla porque ya lo intentó todo (médicos, abogados, servicios sociales…)

Michael está destrozado por la muerte de su pequeño Oliver y los manda a todos a la mierda entre sollozos. Y le transmite a Asger lo que sintió al ver a su bebé muerto, que lo que quería era ayudar a Iben llevándola al psiquiátrico y que le dijo a su hija Mathide que no entrara a la habitación a ver a su hermanito, de nuevo la cara de Asger refleja su abatimiento porque él en su ignorancia animó a la niña a que entrara para que los dos estuvieran juntos mientras llegaban sus compañeros

Al saber ya toda la verdad Asger intenta llamar a Iben, pero no responde. En su desesperación y rabia el policía golpea objetos cargándose la lámpara (como imagen simbólica de su no haber sabido ver); y lo vemos deambular en penumbra con la luz roja de la centralita (el rojo del peligro que acecha, el peligro de que la mujer se autolesione)

En ese ambiente de luz tenue le llama Rashid y un Asger profundamente tocado busca liberarlo de cargas afirmando que no mienta si no le hace sentir bien (una afirmación que se entiende como que realidad es él mismo quien no se siente bien mintiendo)

Y finalmente Iben llama al 112, ella cree que ha matado a Oliver y le pregunta a Asger si es verdad. El policía contesta un sincero “no tenías esa intención” al tiempo que busca averiguar dónde está, sabe que cerca de un lugar de mucho tráfico de coches por el sonido de fondo, ella confirma su temor con un “están allá abajo, ahora voy a saltar, diles a Michael y Mathilde que no fue a propósito”. Se nos muestra al agente con su aplomo y saber hacer hablándole de cuanto le quieren Mathilde y Michael para así evitar que se suicide y dar tiempo a que acudan sus compañeros. Incluso él mismo se responsabiliza de la situación por haberse equivocado con su ex marido, por haberla incitado a golpearle y a escapar, por estar allí parada en un puente

Al no obtener respuesta se entrega totalmente hablándole de su propio drama; le explica que mató a un joven que se llamaba Josef (en el nombre la expresión de su entender que ha matado a una persona más allá de sus delitos) Y en ese desnudo anímico consigue la atención de Iben, ella quiere saber por qué lo hizo y él responde “porque había hecho algo muy malo, pero yo no debería haber hecho eso, dije que fue en defensa propia, así que he mentido y he matado, lo hice porque estaba harto y podía eliminar algo malo”

Es entonces cuando ella le pregunta si ese “algo malo” eran serpientes y el policía responde que en efecto pero que él sabía lo que hacía y ella no convenciéndola de que en realidad fue un accidente para a continuación seguir hablándole de los suyos. Es bella su implicación personal “tienes una hija que amas y que quiere mucho ver a su madre, y le prometí que irías a casa con ella, Mathilde y Michael te aman”, palabras sentidas que se mezclan con las sirenas de la policía acercándose e Iben que le dice “están llegando, eres una buena persona” tras lo que se corta la llamada

Asger cree que se ha tirado, pero una compañera de la central le comunica que ella bajó y está a salvo al tiempo que le agradece su labor con un sincero “buen trabajo”. El agente hace una última llamada antes de marcharse, llama a Rashid para confirmarle que no va a mentir más sobre la muerte del joven. Y es que Asger se ha desnudado y ya no quiere volverse a vestir de falsedad. Su desnudo ha salvado a Iben y le salva a él de seguir viviendo atormentado por la mentira

Las serpientes de ambos han sido el nexo. Las serpientes como imagen de la dualidad cura/muerte ya que el veneno puede ser benéfico o no según la dosis. En el psicoanálisis se las asocia al psiquismo oscuro, lo raro, lo incomprensible, lo misterioso. La serpiente de rabia en Asgen que parece ha sido vencida gracias al encuentro con Iben. Y las múltiples serpientes de ella que son su enfermedad, una enfermedad que necesita ser entendida para quizás poder llegar algún día a ser curada




 

La enfermedad mental

Cada vez más personas se ven afectadas por algún trastorno mental. A veces en una etapa de su vida y otras veces parece que de por vida. No hace tanto que cuando alguien presentaba síntomas de enfermedad mental se le internaba en centros psiquiátricos donde el objetivo era acabar lo más rápido posible con el "problema" mediante tratamientos agresivos que convertían al paciente en un dócil vegetal

Afortunadamente hoy en día la atención ha cambiado y los métodos también. Desde el psicoanálisis de Freud y Jung se ha ido entendiendo que la enfermedad mental (y en general toda enfermedad) es un forma de manifestación de una problemática personal a menudo originada en las vivencias de la infancia. Pero existe una tendencia creciente a medicar en exceso y atender poco a lo que le ocurre realmente a la persona

A mi entender, es necesario volcarse en el mundo de cada paciente para intentar entender que le ha llevado a desarrollar su enfermedad. Es decir, aplicar más psicología humanista, y usar menos relojes que limiten la expresión libre del sentir. Y sobre todo dimensionar a la baja los tratamientos farmacológicos. Es evidente que para ello se requiere un esfuerzo en número de recursos humanos y especialmente en calidad humana de los profesionales implicados

 

El maltrato a la mujer

El otro gran tema social del que trata la película es el del maltrato a la mujer. Una vieja lacra de una sociedad donde desde hace demasiado tiempo la mujer (y la feminidad) se ha despreciado-relegado por el afán dominador del hombre (y lo masculino). Afortunadamente esto está cambiando y cada vez se reconoce más a la mujer, a lo feminidad; los hombres estamos aprendiendo a valorar la riqueza femenina encarnada en las mujeres y también a la feminidad en nosotros mismos. Va quedando atrás lo de “los hombres no lloran”. Pero siempre que se produce un cambio de gran calado hay fuerzas de resistencia, actualmente lo estamos vivenciando en muchos aspectos sociales. En el caso de las relaciones, demasiados hombres siguen utilizando la violencia física y/o psíquica para poseer-dominar a la mujer, demasiadas mujeres son víctimas en vida y demasiadas mujeres mueren por esa violencia cuya etiqueta es “de género”

Pero no siempre el hombre aunque parezca culpable lo es en realidad, la película así lo evidencia-denuncia. Socialmente tenemos tendencia a generalizar y el “todos los o todas las son iguales” hace mucho daño puesto que se carga las ricas diferencias individuales. Hay hombres y hay hombres, como hay mujeres y hay mujeres. Hombres que tenemos una feminidad a flor de piel y mujeres que por lo contrario la han cerrado bajo llave. De ahí que siempre sea necesario conocer a las personas implicadas en un conflicto, y hacerlo desde la neutralidad. Si no corremos el peligro de volver a épocas de absurdas guillotinas por esa falta de empatía de los que petrifican sus corazones y reniegan de su feminidad




La ayuda personal

A mi entender el camino para sanar a una sociedad enferma como la nuestra es el lento camino de la atención personal. La atención humana cercana, la atención que crea un ambiente tal que favorece el acercamiento real a la persona atendida, la atención que escucha, la atención que se pone en la piel diferente de cada persona, la atención que habla desde el amor, la atención que acompaña a cada persona, la atención que conoce el nombre de cada persona, la atención de persona a persona sin etiquetas

Möller nos muestra en Asger a esa persona, en él vemos lo que significa atender de verdad. Su obrar es la antítesis del frío protocolo metodológico, y es que él encarna el volcarse desde la propia humanidad. Y entiendo que es así como se pueden solucionar las cosas porque el camino de la gélida distancia que evita la implicación no ayuda ni a la persona atendida ni a la que le atiende. Las “pinzas” no pueden llegar a donde llega el abrazo

 


Dedicado a Mari Cruz quien estuvo al otro lado de una línea de atención y soporte a personas con dificultades. A ella, gran amiga y compañera de tertulias entre humos rubios y negros

 

Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL




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