Little Fires Everywhere: Luces y sombras del amor materno filiar

 



Me superé a mí mismo, el que sufre. Llevé mis propias cenizas a las montañas, inventé una llama más brillante para mí

Friedrich Nietzsche

 

Consumámonos en nuestra propia llama cual fénix… ¡Cómo podríamos renovarnos y evolucionar si antes no nos convertimos en cenizas de lo viejo!

Francisco Manuel Martínez

 

Excelente serie estadounidense creada por Liz Tigelaar y que está basada en la exitosa novela homónima de la escritora Celeste Ng, un drama familiar ambientado en los suburbios de Ohio a finales del siglo pasado

Debo confesar que tras visionar los primeros capítulos pensé que se trataba de una de tantas obras audiovisuales yanquis a propósito de las dinámicas familiares  llena de estereotipos del a menudo sobrevalorado “american way of life”

Pero afortunadamente me equivoqué de lleno, Little Fires Everywhere (2020) para nada es esa entiendo que buscada apariencia tibia de su arranque argumental. En efecto, poco a poco se hace evidente que en ella se cuestiona lúcidamente ese sacrosanto modelo retratado, esa supuesta perfección y satisfacción de las familias acomodadas de hogares agradables sustentados por madres entregadas a la labor familiar

Y en el profundo retrato de sus personajes (en especial de los femeninos, muy elaborados y excelentemente interpretados) se abordan muchos aspectos trascendentales de la condición humana: el amor materno filiar, la sexualidad y la identidad, las desigualdades sociales, el racismo, la soledad y la vulnerabilidad adolescente, las mentiras “protectoras” ante los miedos…

Temas que afloran al sumergirnos en el día a día de dos familias matriarcales antagónicas:

Por un lado los Richardson, un matrimonio “modélico” con cuatro hijos (dos chicas y dos chicos) que encarnan ese mito familiar yanqui. Elena (Reese Whiterspoon) es el alma para bien y para mal de un hogar aparentemente armónico que tiene en la menor del clan Izzy (Megan Stott) la clara señal de que “algo falla”

Y por otro lado se nos retrata a la familia de dos formada por la artista Mia Farrew (Kerry Washington) y su hija Pearl (Lexy Underwood) quienes viven como nómadas en su viejo automóvil recalando brevemente allá donde la matriarca cree más conveniente

 


Madres enfrentadas 

La acción se inicia cuando Mia y Pearl llegan a la acomodada población donde Elena y su clan han creado sus “sólidas” raíces. Ambas madres se conocerán e iniciaran una peculiar relación de “amistad” que las enfrentará a sus sombras no reconocidas

Las enfrentará a sí mismas y entre sí básicamente por dos razones:

Izzy y Pearl poco a poco se sentirán más cómodas con la madre antagonista. La pequeña de los Richardson encontrará apoyo y un referente a su rebeldía y a su espíritu artistístico en la “liberada” Mia. Y asimismo se sentirá entendida en su inclinación sexual por una mujer a la que también le gustan las mujeres

Por su parte, Pearl verá en la acogida de Elena y su clan el hogar enraizado que nunca tuvo

Un “intercambio” de hijas que tensionará a las madres. Tensión creciente entre matriarcas y sus antagónicos modos de entender y vivenciar que llegará a la máxima expresión cuando Mia y Elena se posicionen en bandos contrarios en un caso de adopción. Mia apoya a su compañera asiática quien abandonó a su bebé en la desesperación por su falta de medios materiales para alimentarla; y Elena se implica en la causa de una de sus amigas acomodadas y su esposo quienes no han podido tener hijos y están en el laborioso proceso de adopción de esa niñita

 


Verdades explosivas

Y se nos mostrará los porqués conscientes e inconscientes de ambas madres protagonistas para entregarse en cuerpo y alma a la defensa de esas madres que pelean por una niñita inocente. Conoceremos el pasado de Mia y Elena y entenderemos sus dolorosos porqués

Lo sabremos nosotros los espectadores y lo sabrán también sus hijos. Una verdad antes escondida que afectará sobre todo a las protagonistas Pearl e Izzy quienes llevarán las tensiones familiares a niveles explosivos

Necesarias explosiones destructoras –entiendo- que dejarán un final abierto en el que madres e hijas deberán afrontar sus errores y sus miedos por sí mismas. Y como apuntan las citas iniciales de las cenizas comprendidas puede resurgir con mayor claridad nuestra luz, ojalá sea así para ellas

 



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