El rastro (Genombrottet): Del valor de perseverar

 



Si vas a intentarlo, ve hasta el final
No hay otro sentimiento como ese
Estarás a solas con los dioses
y las noches se encenderán
con fuego

Hazlo, hazlo, hazlo
Hazlo
Hasta el final
hasta el final

Charles Bukowski

 

Genombrottet (2024) nos sumerge con exquisita sensibilidad en el trasfondo humano de un impactante caso real de doble homicidio que hace veinte años conmocionó a la sociedad sueca

La empática mirada de la realizadora Lisa Siwe –especializada en noir nórdico y quien colaboró en la mítica serie Bron- nos acerca al sentir de sus personajes protagonistas. En efecto, vivenciamos los vacíos de los allegados de las víctimas: los padres del niño que fue asaltado en la calle camino de la escuela y el esposo de la mujer que acudió en su ayuda al oír sus gritos. Y más aún vivenciamos los abismos en los que se debate el comprometido policía que lidera la investigación

John (Peter Eggers, excelente) es un experimentado oficial acostumbrado a resolver todo tipo de crímenes y que tras años de infructuosa investigación ve que se acerca el temido momento de tener que archivar el caso del doble homicidio

En ese dramático tiempo de descuento entra en contacto con Per (Mattias Nordkvist), un genealogista que ha desarrollado un método revolucionario que permite encontrar a un desconocido analizando rastros de material genético

Debo advertir que este ensayo contiene spoilers




Hasta el final

Los dos tienen en común su entrega total a la investigación, los dos por su afán resolutivo están –en el lenguaje del gran Bukowski que entrecomillaré a partir de aquí- “acostumbrados a estar a solas con los dioses”. A Per lo vemos casi sin dormir indagando en los árboles genealógicos de los tiempos y espacios buscando dar con el esquivo asesino

A John lo hemos visto y lo seguimos viendo casi sin dormir ni vivir en lo que comúnmente se etiquetaría como obsesión por resolver el caso. Pero Siwe nos lo presenta con tal empatía que para nada podríamos calificar de enfermizo su natural y comprometido modo de ser

Y eso que entendemos a su ex mujer –que estaba embarazada cuando ocurrió todo- y a su único hijo ya adolescente a quienes tanto duele la priorización paterna

Porque más allá de estas verdades queda siempre claro que John no deja de querer estar con los suyos pese a no poder estar por su consecuente comprometido modo de ser. Y ese valor personal lo convierte en alguien admirable, en alguien a quien respetar. Lo respetan todos sus compañeros y lo respeta –por mucho que le duelan las ausencias- el hijo

Y es por eso que me parece muy grande que su perseverar acabe dando frutos. El hombre se ha pasado más de una década buscando maneras de resolver el caso resistiendo entre abismos emocionales y justo en ese “hasta el final” encuentra la que va a dar en la diana, una manera novedosa en ese momento

Recordando que el caso es real, no puedo evitar concluir que en todos los ámbitos de esta extraña vida y pese a tanto en contra hay gente como John, gente que logra resolver lo que para muchos parecería imposible. Lo logran –entiendo- por ese gran valor que es el perseverar y a menudo gracias a ayudas inesperadas encontradas en “las noches encendidas con fuego”




 

 


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