Las vidas de Sing Sing: La cultura como pedagogía rehabilitadora
Cultura, solo
a través de ella se pueden resolver los problemas en los que se debate el
pueblo
Federico
García Lorca
Responderemos
al horror con el arte. Con nuestras manos y ojos. Con nuestras mentes y
nuestras vísceras. Responderemos con torrentes de humanidad
Manuel Gutiérrez
y Manuel Romero (Goya Saturnalia)
A pesar de
las circunstancias y a pesar de los muros y el alambre, el arte puede surgir,
la belleza puede surgir. El amor puede suceder
Greg Kwedar
Greg Kwedar nos ofrece una excelente película basada en hechos reales en la que retrata las vivencias de unos presos que encuentran ayuda gracias a la cultura y la expresión artística. Las vidas de Sing Sing (2023) nos muestra un novedoso programa de rehabilitación (RTA) que funciona con excelentes resultados desde finales del siglo pasado en distintos centros penitenciarios estadounidenses y que nació en la mítica cárcel neoyorquina construida en lo que fueran terrenos de la población indígena Sintsink
El RTA (Rehabilitation Through the Arts) se desarrolla en talleres de teatro, música, danza, artes visuales, escritura y poesía. Todo ese bagaje cultural para “ayudar a los participantes a desarrollar la autoexpresión y la capacidad de comunicarse, colaborar, resolver problemas y establecer metas” o lo que debería ser un centro penitenciario: un lugar donde encontrar posibilidades reales para la rehabilitación y no -como es tristemente habitual- un gueto de profundización en los abismos personales
En este sentido son contundentes los resultados de un estudio independiente que demuestra la gran eficacia del RTA, y es que la tasa de reincidencia de los presos que han participado en el programa es inferior al 3% frente al 60% de media estadounidense
La película, sin obviar la dureza del día a día de esos hombres encerrados, pone el foco en su voluntad de encontrar salidas reales a sus profundos problemas. Les dan excelente vida actores profesionales y presos que han participado en el programa. Destacan las actuaciones de la pareja protagonista formada por el veterano Colman Domingo dando vida a John “Divine” G Whitfield un preso inocente al que pudo conocer en profundidad y Clarence “Divine Eye” Maclin quien se interpreta a sí mismo. Clarence comenta en distintos medios a propósito de la película:
“Se trata de un mensaje importante que tiene que ser público, ya no sólo para los hermanos que están en la cárcel, sino para los que han vuelto a casa y buscan su camino, y también es importante para la sociedad en general, para que vean que somos todos humanos”
Humanos en proceso
Entiendo que precisamente el mayor valor de esta joya cinematográfica está en captar lo humano en un sistema tan inhumano como el carcelario que parece creado para hundirte en los abismos. En efecto, cada persona actuante es vista y valorada –más allá de sus actitudes destructivas- en su aportación individual al colectivo en el proceso creativo de la obra teatral y por ende de la misma película
Y es que Kwedar y su equipo se entregaron en cuerpo y alma durante ocho años a la elaboración de la película con un compromiso total con la comunidad marginal carcelaria. Un proceso arduo y gratificante que refleja la pedagogía humana de un método que abre la puerta a cada participante para embarcarse en el propio proceso de rehabilitación
Un proceso lento que es de por vida y que va mucho más allá del tiempo en prisión; y un proceso que siendo individual se beneficia del apoyo de todos. En efecto, muchos de los hombres que actuaron realmente como presidarios en Sign Sign siguen actuando y compartiendo vivencias fuera de sus muros interiorizando el mantra del programa: “confía en el proceso”
Torrentes de humanidad
Concluir que Las vidas de Sing Sing es una película que es necesario vivenciar para darse cuenta de la grandeza humana de su retrato de personajes personas. Hay grandeza en esos presos artistas de escena –no sólo la pareja “Divine”- y en la figura del director teatral Brent Buell (otro personaje real que Paul Raci interpreta excelentemente) quien conduce magistralmente -en respetuosa actitud y en sabias palabras- a sus actores, por ejemplo cuando les hace cerrar los ojos a todos antes de que aparezca un antiguo miembro del grupo que ya es libre:
“Quiero que se imaginen a un muy querido y viejo amigo que no hayan visto en mucho tiempo pero que les encantaría volver a verlo. ¿Cómo es esa situación? ¿Cómo se ve su amigo? ¿Es ahora más alto o más bajo? ¿Todavía se peina igual? ¿Quizás debería afeitarse? Quizás se vea diferente, un poco más viejo. Todos estamos más viejos. Busquen ese sentimiento fraternal de amor y seguridad. ¿Cómo sería eso? Debería ser alegre, debe ser maravilloso ¿No es cierto? Poder estar con esa persona una vez más”
Palabras que emanan del corazón de uno de los puntales del programa y que expresan su espíritu humanista. Palabras que ensalzan el sentimiento fraternal y que nos recuerdan el valor de compartir con alegría pese a tanto en contra. De hecho, la obra representada por esos hombres en proceso de rehabilitación es una comedia de apariencia disparatada en la que se fusionan distintas obras dramáticas de ficción
Una obra disparatada que puede entenderse como
representación de la a menudo disparatada realidad en la que vivimos y que como
bien dijo el genial Chaplin siendo tragedia en primer plano pasa a ser comedia
en plano general. Aunque no por eso deje de doler el horror del primer plano,
un horror real al que valientemente se responde en la película a lo Goya Saturnalia “con torrentes
de humanidad”. No se la pierdan
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