Petite Maman: Abrazando las raíces maternas

 



Soy tu niña, vengo de ese camino detrás de ti

Nelly a Marion

 

Tras su grandiosa Retrato de una mujer en llamas, Céline Sciamma nos ofrece otra joya audio visual que la confirma como una de las mejores miradas cinematográficas de nuestro tiempo

En una reveladora entrevista concedida al medio barcelonés El Periódico (https://www.elperiodico.com/es/cuaderno/20211025/celine-sciamma-petite-maman-infancia-entrevista-12319825) nos explica con detalle el contexto y el trasfondo de esta película entorno a las relaciones materno-filiares

Asegura que habitualmente en el cine el tema se aborda centrándose en el conflicto generacional, y que en cambio ella con Petite Maman (2021) ha “querido reivindicar la importancia de la transmisión, no solo a nivel familiar”

Con este fin crea una muy sensible y original película que plasma con sublime belleza lo que vivencia la pequeña Nelly al visitar la casa de campo en la que vivió su madre siendo también niña, la visita Nelly con sus padres tras la muerte de la abuela en una residencia geriátrica

Sciamma nos explica que el guion lo escribió en tiempos de pandemia, un texto que alumbró en su empatizar con tantos niños que perdieron o tuvieron miedo de perder a sus abuelos a causa del devastador virus

La película ahonda en los lazos afectivos entre esas tres mujeres que encarnan tres generaciones interconectadas. Nelly –muy vivaz a pesar de tener tan solo ocho años- es la que quiere saber y conocer las raíces familiares para entender mejor la infelicidad de su madre

Y lo logrará gracias a un emotivo viaje en el tiempo que le llevará al pasado materno. Sciamma nos deja claro que lo consigue por el poder de su imaginación de niña, en sus palabras “Las mejores máquinas del tiempo son nuestras mentes, a través de la memoria y de la imaginación”

 


Reconocerse niña, niño

El viaje temporal, como la película en sí, se desarrolla con bellísima sencillez y utilizando con maestría pequeños detalles –nada de aparatosos artificios ni efectos especiales, no los necesita- que sutilmente crean un ambiente mágico y que paradójicamente resulta muy creíble. Especialmente creíble para aquellos que nos sentimos niños más allá de nuestra edad

En este sentido, Sciamma cuestiona la idea -que algunos defienden- de que al llegar a la adultez nuestro niño interior muere, preguntándose si acaso no nos convertimos todos en niños cuando entramos en una sala de cine. Sciamma sostiene que para un niño el cine puede ser de ayuda en su maduración mientras que para un adulto el proceso puede ser inverso. Y concluye su sabio planteamiento afirmando que su película pretende ser un “tratamiento de rejuvenecimiento”

En todo caso -como ya ocurriera en Tomboy, otro de sus excelentes filmes- la historia relatada reivindica la voz de los niños que tan a menudo es ninguneada por los adultos: “Deberíamos escucharlos mucho más. Si lo hiciéramos, nos podrían guiar” afirma la realizadora gala. Sin duda, los niños nos enseñan mucho, son “sabios bajitos” que requieren que nos agachemos, que bajemos de nuestro pedestal adulto

Debo advertir que el análisis que sigue contiene necesariamente spoilers

 


En el otoño

Nelly descubre a una niña de su misma edad en el bosque –bellamente vestido de otoño- vecino a esa vivienda de sus raíces femeninas. Pronto advierte que se trata de su madre Marion quien está construyendo una cabaña en un árbol tal y como ella misma adulta le explicó al evocar su solitaria infancia. Esa cabaña como hogar de juego común para dos niñas que son hijas únicas

Vemos como Nelly transita en el tiempo caminando por un sendero que marca un simbólico árbol semi-caído que deja a la vista sus poderosas raíces. Y cómo tras explicarle a su madre niña quien es en realidad con un simple y bello “soy tu niña” le muestra ese camino con una evocación nuevamente simbólica “vengo de ese camino detrás de ti”

Ese imaginario simbólico sencillo y sutil está presente en toda la película: el tic tac de un reloj en su inicio antes de mostrar las primeras imágenes del geriátrico de la espera a la muerte, las sombras del miedo nocturno de Marion niña, los reflejos de luz rojiza en las paredes vacías de la vivienda en el presente…

Y en esas imágenes como denominador común la decadencia otoñal que más allá del bosque del juego mágico de niñas está en el interior de la vivienda de feminidad familiar: la luz menguante, la luz de la introspección, la luz del fuego del hogar asociado al recogimiento, la luz del recuerdo a los muertos con su ambivalente sentir que nos atrae a pesar del miedo…

El otoño con esa luz mágica y especial, el otoño con sus bellas tonalidades tostadas, amarillentas y rojizas. Y el rojo quizás como el color más destacable por su fuerza y por su calidez en ese tiempo que anticipa el crudo invierno de dominio azulado…



Interior azul

Ese rojo fuego que ilumina es el que viste externamente Nelly (la que busca y quiere saber) y contrasta con el azul dominante en Marion (la madre niña que es objeto de su investigación) De nuevo la simbología sutil, el exquisito gusto por los pequeños detalles que caracterizan esta joya cinematográfica

Sciamma nos muestra cómo esa indagación de niña se lleva a cabo en gran parte a través de un juego detectivesco al más puro estilo Agatha Christie en el que Nelly asume el papel de inspectora que interroga a su amiga madre para conocerla mejor

Y así mismo simbólicamente mediante el azul de la profundidad oscura femenina familiar asociada a las aguas de los tiempos que preside el baño en la que ambas comparten intimidad y que baña también la habitación materna durante la última noche que comparten juntas

En ese compartir, Nelly siente la soledad materna que ella misma experimenta y descubre su miedo de entonces a una delicada operación de huesos. En efecto, Marion niña teme no regresar del hospital y su hija Nelly teme que no regrese –que la madre no supere su tristeza azul- en su presente adulto. Es bello su empático compartir

Y bella es la escena en la que Sciamma nos conmueve al mostrarnos un azul interior que evoca al misterio de la muerte y el tiempo. Vemos como las dos niñas navegan por un lago del bosque en una balsa cuyo significativo nombre es explorer. La exquisitez visual se ensalza con un emocionante crescendo coral que habla más que las palabras. Y arriban a una simbólica construcción piramidal escalonada penetrando en su interior azul –cómo no- que ambas contemplan en respetuoso silencio. Sublime sensibilidad femenina



Abrazos que abren

A Nelly le duele el no haber podido despedirse de su abuela, pero gracias a esta experiencia temporal se despide de ella en una edad que le era antes desconocida, conoce a la abuela mucho más joven como madre de su madre

Y simultáneamente su madre niña conoce al hombre con quien formará familia, el padre de la siguiente fémina de la saga. Lo conoce porque Marion sigue ese camino a su espalda que le indica su amiga hija y viaja inversamente al tiempo de Nelly

Un apunte más sobre la simbología de la obra: en el primer viaje temporal tras el encuentro llueve (el elemento agua) y tras el último que concluye con el adiós consciente de Nelly a su abuela y a la madre niña amiga se desencadena un fuerte viento (el elemento aire). Puede interpretarse el agua del inicio como el empaparse de los sentimientos de sus soledades compartidas y el aire final como la comprensión mental de esos sentimientos

Con esa mayor comprensión Nelly regresa al hogar en tiempo propio y allí la espera la madre adulta quien le pide perdón por dejarla allí con el padre para vaciar la casa de sus raíces femeninas en su incapacidad de manejar sus sentimientos, perdón que ella transforma en esa comprensión adquirida con un bello “no te disculpes, estuvo bien”

Y ambas que observan la vivienda familiar ya vacía coincidiendo en que “se siente raro”, un sentir compartido que evoca su creciente complicidad, una conexión más allá del espacio tiempo y que Nelly sella al llamar a la madre por su nombre. Como respuesta la sonrisa de Marion –en ella, la esperanza de superar su tristeza- y las dos que se funden en un abrazo integrador de amor y fuerza femenina

Se entiende que tras ver la película un amigo de Sciamma –como explica satisfecha ella- se visualice a sí mismo niño con su padre también niño y gracias a ese ejercicio mental logre dejar de estar enfadado con él

Y es que Petite Mamam puede ser terapéutica, puede rejuvenecernos al despertar nuestro niño interior y ayudarnos en ese agradable despertar a superar/derribar barreras paterno-filiares cuyos cimientos a menudo se fraguaron en generaciones anteriores

Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL




 


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