Del grial al dial: Indiana Jones, el héroe culto



 

- ¡Debería estar en un museo!

- Y usted también, Dr. Jones

Indiana frente a uno de sus oponentes

 

Cada cual tendrá sus propios mitos y héroes cinematográficos en los que referenciarse. Confieso que en la adolescencia el mío fue el británico James Bond, sin duda eran otras sensibilidades las de entonces

Pero cuando el tándem Lucas-Spielberg dio a luz a Indiana allá por la creativa década de los 80, este ensayista -joven padre ya- quedó hechizado por ese singular héroe tan enraizado en lo cultural

En consecuencia, abandoné al paródico Roger Moore -con ese 007 crecí- para entregarme al genial Harrison Ford en una encarnación también simpática y desenfadada. En efecto, el inolvidable socarrón Han Solo galáctico había mutado por obra y gracia cinematográfica a docto aventurero con fino sentido del humor siempre presto a enfundarse su emblemático sombrero y su singular látigo multiusos

Y es que el Dr. Jones resonó en mi con una profundidad infinitamente superior a cualquier ídolo anterior dígase Bond o Skywalker. La suya es una heroicidad que fascina especialmente por su defensa del saber y la cultura. En él se encarna el buscador comprometido arquetípico que en su caso trata de recuperar y descifrar los enigmas de nuestra existencia humana en la Tierra a través de las reliquias del pasado

Un héroe culto que entiende y defiende la sabiduría como un bien común que debe estar al alcance de todos (disponible en los museos y bibliotecas) y no en manos de los pocos (encerrada en los mausoleos de la élite ya sea económica, política o religiosa) que pretenden poseerlo todo negándolo a un pueblo al que prefieren inculto



Dos Jones y un cáliz

Elige sabiamente, porque si el verdadero grial da la vida, el falso grial priva de ella

Sir Richard a Indiana

De las cuatro películas previas a la recientemente estrenada, Indiana Jones y la última cruzada (1989) es de largo mi favorita

Se nos presenta al Indiana joven y conocemos a su también erudito padre interpretado por un sublime Searn Conery (quien precisamente saltó al estrellato por su encarnación de James Bond, el mejor 007 de la historia para muchos entre los que me encuentro)

Descubrimos que el héroe tenía un padre con el que compartía la inquietud arqueológica, pero con distintas miradas. En efecto, Indiana indaga desde la visión racional científica y el padre es un arqueólogo en la búsqueda de significados más trascendentales

Toda la película es una gozada en la que se aúnan acción, aventuras, humor inteligente y misterio histórico. A mi entender, lo mejor se vivencia en la cueva –que el genial Spielberg localiza en la maravillosa Petra jordana- y que alberga el mítico cáliz crístico emparentado con el grial de la simbólica leyenda artúrica

Allí, en la simbólica cueva matriz femenina, Indiana deberá superar varias pruebas para acceder al grial y así sanar la alegórica herida paterna. Todo un profundo simbolismo de la búsqueda trascendente que define al padre

Ingeniosas pruebas que ningún explorador había podido salvar antes. Y es que sólo se superan en humildad (la humildad del verdaderamente grande) y por sabiduría global especialmente gracias al conocimiento de la palabra (la fuerza de la palabra, la luz de la palabra, la palabra como creadora de todo) y así mismo por la firme confianza en la Vida que somos todos (para el agnóstico hijo) o en el Dios por el que somos (para su padre)

Y custodiando el grial de la inmortalidad –del alma encarnada en armonía- se encuentra Sir Richard, un legendario caballero que advierte a nuestro héroe con las palabras del encabezado: “elige sabiamente”. Y en esa sabia condición heroica que lo define, Indiana elige bien de entre todos los múltiples cálices expuestos, elige bien porque él no se deja deslumbrar por las apariencias vacuas ni por la ambición material que tanto suelen nublar a las mentes humanas

De este modo (en su sabio superar y elegir) en la cueva matriz, Indiana  reconoce lo trascendente antes negado y consigue salvar a su padre anciano. Salva al padre y de alguna manera salvándolo a él se salva a sí mismo...

Tres décadas después, se nos presenta al hijo como anciano. Ya no son dos Dr. Jones en amorosa y necesaria pugna generacional sino que ahora es un único Dr. Jones quien justo al jubilarse se embarca en su última aventura cinematográfica para quizás dar el testigo a una mujer a la que vio nacer…



Héroe vulnerable (y sin fama)

La idea era mostrar vulnerabilidad, y sí, cierto, fue cosa mía

Harrison Ford

El veterano actor confiesa en varias entrevistas a propósito de Indiana Jones y el dial del destino (2023) que quiso presentarse como una persona vulnerable y de alguna manera con ello desmitificar al héroe porque es bueno recordar que el hecho de serlo no supone dejar de ser humano, un afirmar que –entiendo- está en la línea de la sabiduría matriz que transformó a su personaje al salvar al padre en la película comentada antes

Sea como sea, en esta tardía quinta entrega de la saga que se presupone última -al menos para un Ford ya octogenario- la dirección recae en el veterano James Mangold quien nos ofrece una excelente obra audiovisual digna del mítico Spielberg que fue el realizador de todas las anteriores

Una de sus mejores bazas es la presencia de Phoebe Waller-Bridge -la creadora y protagonista de la genial serie Fleaback (2016-2019)- quien encarna con brillantez a Helena, la ahijada del anciano Dr. Jones. Le acompañan Mads Mikkelsen como el Dr. Voller/Smith o el detestable nazi de turno propio de la saga que ya apareciera en la primera entrega, Toby Jones (Basil Shaw, padre de Helena y compañero docto de Indiana), Ethann Isidore (Teddy, un ladronzuelo e inseparable de Helena) y Antonio Banderas en un papel menor como experimentado buzo amigo de Indiana

La acción se desarrolla en un presente coincidente con la celebración del gran éxito de la misión espacial Apolo XI. Se nos muestra como los yanquis están de subidón con esa victoria internacional que les reafirma en su ciega creencia de ser la nación elegida entre las naciones del mundo

Mangold lo visualiza durante el desfile triunfal de Armstrong y los suyos en la ciudad donde Indiana acaba de jubilarse como docente y así mismo de reencontrase con Helena, su ahijada también arqueóloga

Helena le remite al pasado, a su amistad con su padre el Dr. Basil y a la obsesión de este por el preciado dial de Arquímedes que el sabio griego utilizara para sus mediciones astronómicas y que al parecer tiene otros usos muy poderosos. Una obsesión compartida por su hija y el malvado Dr. Nazi que arrastrará al anciano profesor a una persecución -como las de su pasado- entre vítores, globos y serpentinas

Y en ella, un Indiana montando a caballo -como dijo una espectadora, no se nos muestra cómo se las ingenia para montarlo ya a su avanzada edad- verá cara a cara a los homenajeados. En efecto, los héroes lunares y el héroe terreno se ven y se observan en silencio

Ese encuentro como un excelente guiño -al más puro estilo Spielberg- a su condición heroica compartida más allá de las dispares famas populares de unos y otro



La cueva de los ecos

No creo en la magia pero he visto cosas que no puedo explicar

Indiana a Helena

Son muchas las trepidantes escenas de acción que nos transportan a los blockbusters de los añorados tiempos sin streaming y con salas a rebosar. Destacar la comentada del desfile, la inicial en la que se nos muestra a Indiana y Basil durante el final de la segunda guerra mundial en un tren intentando arrebatar el valioso dial a los hombres del trascendente oscuro Hitler, y la impactante escena final que es preferible no desvelar

En todo caso, una localización sobresale entre las del periplo heroico de Indiana y Helena (acompañados por el ladronzuelo Teddy) para encontrar y resolver el misterio asociado al instrumento que diseñó Arquímedes: la Siracusa siciliana donde descansan sus restos mortales y sus enigmas

En esa maravillosa isla que alberga tantos tesoros arqueológicos del pasado greco-romano mediterráneo se halla una peculiar cueva artificial, la llamada Oreja de Dionisio por su similitud al órgano auditivo humano y por la leyenda -probablemente creada por el pintor Caravaggio- que la asocia al tirano Dioniso I de Siracusa quien supuestamente la utilizara como prisión para los disidentes

La cueva es famosa por su impecable acústica y los potentes ecos de las voces humanas que en ella se generan

De nuevo una simbólica cavidad de la madre tierra como escenario principal de las búsquedas. Y es que como afirmó el mitólogo Joseph Campbell “la cueva a la que te da miedo entrar contiene el tesoro que buscas”

En este sentido, si en Indiana Jones y la última cruzada padre e hijo encuentran el “grial de la vida” en una cueva natural, décadas después Indiana y Helena descubren en una cueva artificial el “dial de maya” porque ese antiguo instrumento puede generar grietas espacio-temporales que permiten viajar a otras épocas. La vida natural trascendente que somos y la maya artificial que nos hechiza, dos valiosos tesoros a descubrir y que sin embargo solemos relegar a las temidas cuevas de lo no reconocido

Es en la cueva siciliana donde Indiana se muestra escéptico ante todo aquello que no puede ser corroborado por la ciencia, pero a pesar de ello confiesa a su ahijada que ha visto muchas cosas que no puede explicar o confiesa que lo científico nos ayuda pero no lo es todo…

En otro orden de cosas y sobre las búsquedas de los dos Dr. Jones en las cuevas terrenas, se aprecia un revelador trasfondo familiar

El padre por su priorización de la búsqueda del grial mítico descuidó el día a día terrenal familiar. Y en contraste, Indiana siempre permaneció con los pies en el suelo pero no pudo evitar la ruptura familiar que tanto le pesa como anciano, a consecuencia de la muerte de su único hijo en la cruel guerra

Por eso para él, el dial es su grial ya que simbólicamente -o no- le permitiría viajar al pasado y así quizás poder evitar su doloroso presente

No obstante -y más allá de los poderosos y codiciados instrumentos- Mangold nos muestra que la clave está en Helena, simbólico nombre griego que nos remite a la luz de las antorchas que permiten ver/afrontar la oscuridad. Y es que tras su protectora máscara de ladronzuela desapegada se esconde -por su compromiso real en defensa de la verdad- la encarnación de la esperanza presente para un Indiana cansado que merece una jubilación jubilosa

Y quizás con su sabio consejo la intrépida ahijada siga la estela del mito familiar…

 

Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL




 

 

 

 

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