El caso del Sambre: De la indolencia social ante la violencia sexual contra las mujeres



 

Es la historia de una disfunción general, salvada por personalidades excepcionales, por sus habilidades y su humanidad. La mayoría de las veces son mujeres, que no pueden ignorar la naturaleza sexual de estos crímenes

Esta violencia (retratada) está en todas partes, es muy clara. Después del #MeToo, la socióloga Irène Théry habló de un "continente de violencias sexuales": como una base sobre la que se sostiene la sociedad, algo profundamente podrido. ¿Cómo podemos comprender y luchar contra todas las desigualdades entre hombres y mujeres si no vemos que esta violencia corre por las venas de la sociedad?

Alice Géraurd


Palabras extraídas de la entrevista concedida a Télérama’ por la comprometida periodista y guionista francesa que en el año 2023 publicó su libro -no traducido a nuestro idioma- Sambre, Radioscopie d'un fait divers, un brillante trabajo de investigación que ella misma junto al documentalista Jean-Xavier de Lestrade adaptaron cinematográficamente en la excelente serie El caso del Sambre (Sambre) que se estrenó ese mismo año

La obra audiovisual retrata el caso real del depredador sexual Dino Scala, el mayor violador en serie de la historia gala quien actuando en una pequeña región fronteriza con Bélgica destrozó física y psíquicamente a decenas de mujeres desde la década de los 80 del siglo pasado hasta su muy tardía detención en el año 2018. Se le conoce como “Violador del Sambre” porque actuaba cerca del curso de ese río. Una característica repetitiva que le definía y que se evidenciaba también en su agredir siempre de madrugada con el mismo perverso ritual

Y pese a todo ese actuar rutinario no fue sino al cabo de tres décadas cuando las fuerzas del orden lograron “cazar” a tan detestable “cazador”, una dolorosa tardanza para tantas mujeres traumatizadas por un hombre sin rostro que podría ser cualquiera de sus “amables” vecinos (como en realidad se acabó descubriendo). De ahí que El caso de Sambre ponga el foco especialmente en la ineficacia de las a menudo desidiosas e indolentes fuerzas policiales y de los sobrecargados juzgados que poco más de empatía mostraban ante tantas mujeres violadas. Un retrato humano de una época de rostros casi exclusivamente masculinos que reflejan la enorme indolencia de la sociedad francesa pre #Me Too que es extrapolable a toda nuestra sociedad occidental. Una indolencia social que es triste característica de la arraigada cosmovisión disfuncional patriarcal que ha definido y que- pese a los avances- sigue definiendo nuestro mundo



Personas versus personajes

Entiendo como todo un acierto que la obra ficcione aspectos comprometidos de la realidad del caso cambiando nombres e incluso creando personajes que fusionan las vivencias de distintas personas reales que Geraurd conoció, todas ellas mujeres víctimas del depredador Dino Scala que aquí es renombrado como Enzo Salina. Y asimismo es de agradecer el que se evite mostrar sus crueles agresiones poniendo el foco en las consecuencias físicas, psíquicas y emocionales que cargan sus víctimas. Mujeres traumatizadas que tienden a aislarse por la nula o casi nula empatía de su entorno cercano y por la total falta de apoyo especializado en una época que la violencia sexual estaba infravalorada y no era considerada un problema de seguridad pública. Eran otros tiempos

Geraurd y Lestrade nos desarrollan la historia a través de episodios centrados en distintos personajes de relevancia, personajes personas que o bien han sufrido en propia piel los abusos o bien en empatía humana se ponen en la piel de tantas mujeres victimizadas. Y frente a esos seres humanos con mayúsculas el reverso que encarna el depredador Enzo, el único personaje “personaje” al que se le dedica un episodio que es el que cierra la serie

Porque como ya se ha apuntado e iremos comprobando que de “personajes” poco personas en esta historia los hay y muchos, “personajes” con responsabilidad social quienes no serán depredadores sexuales pero sí devienen cómplices por su nula implicación con las mujeres víctimas a las que a menudo ningunean. Especialmente es así con los responsables y los agentes –todos ellos hombres- de la comisaría local que las “atienden”, es así durante las bochornosas décadas pre#Me Too retratadas

Agentes masculinos sin empatía, indolentes, indiferentes e incluso con actitud inculpadora hacia las mujeres; y más aún cuando éstas son menores de edad. Mujeres rotas que declaran a agentes fríos quienes se atreven a preguntarles a las víctimas si quieren denunciar unos hechos que ellos minimizan. Y agentes que incluso ríen o se miran en un silente “qué buena está esta” mientras esas mujeres objetizadas expresan y lloran lo vivenciado. Brutal realidad de un pasado reciente que es necesario no olvidar



Sociedad material

En efecto, porque en esas décadas de cambio de siglo –y no digamos antes- la forma de entender el mundo era predominantemente materialista. Y en ese entender la policía y la judicatura atiende y juzga más que nada el daño material sufrido, especialmente en todo lo que se refiere al daño sobre las propiedades y los bienes

Y en ese entender cuyo valor superior es lo material la mujer es objeto, la naturaleza toda es objeto… en ese entender material no hay alma. En efecto, poco o ningún espacio queda para el sentir, para el darse cuenta del desgarro, para el compromiso real… se piensa y se actúa negando el valor superior del ser humano por la priorización del valor monetario de lo que posee cada ser humano

Una cosmovisión materialista de raíces patriarcales en la que “viven” los agentes, los esposos, los jueces… la sociedad en general tanto hombres como mujeres (salvo honrosas excepciones). Excepciones que se nos muestran aquí en tres mujeres empáticas que actuaron a contracorriente buscando la verdad: una jueza que intuyó que distintos casos de violación eran perpetrados por un depredador serial, una alcaldesa que denunció y advirtió a la ciudadanía sobre las violaciones ocultadas y una científica que buscó el epicentro de actuación del violador mediante un novedoso método… Sin embargo todas ellas acabaron arrinconadas/ninguneadas por la maquinaria de lo establecido, de la cosmovisión de la razón sin corazón

Y en esa intoxicación social, las mujeres víctimas -como se ha dicho- se silencian y se aíslan a menudo por la vergüenza y la desazón de quien además del trauma vivenciado tiene que afrontar las dudas y las críticas de los demás. Así es –por ejemplo- con la valerosa Christine quien decide ocultar la violación sufrida; se lo oculta a sí misma, se lo oculta a su hija, se lo oculta a todos. Le fue fácil hacerlo allá en los 80 cuando todo ocurrió por esa desidia y evitación de las fuerzas policiales pero no será así cuando tres décadas después llame a su puerta un comandante comprometido que no parará hasta saber la verdad en su afán de atrapar al esquivo Enzo



Avances insuficientes

El caso del sambre concluye con la poderosa escena de una sala de juicios llena de mujeres cuyos rostros hablan por sí mismos, mujeres ahora más liberadas, mujeres que creían que nunca vivirían el momento en el que el hombre que las abismó fuera condenado a la –a todas luces insuficiente- pena máxima por sus depravados delitos

Y es que como Geraurd comenta “este proceso también demuestra que nuestra legislación no está adaptada a este delito específico. Scala fue condenado a veinte años, el máximo. Una de las mujeres, “Émilie”, hizo el cálculo ante el tribunal: son cuatro meses y medio por víctima. El pensamiento jurídico en torno a la violación carece de complejidad: no se tiene en cuenta la serie o repetición como tal, es solo una circunstancia agravante entre otras: la amenaza, la minoría de edad de la víctima, el uso de un arma…  Esta es una señal de impunidad que se envía a los violadores: mientras no los atrapen, pueden continuar, no se arriesgarán a más condena. Se han logrado avances, pero todavía queda un largo camino por recorrer”

Así es y lamentablemente todo apunta que ese largo camino no va a ser fácil porque como sabemos en nuestra tensionada sociedad crecen las voces en contra de los avances a favor de la mujer, de los avances feministas; crecen las proclamas de aquellos que ven como amenaza la igualdad de géneros y no aceptan la enriquecedora mirada femenina. De ahí la conveniencia del visionar esta excelente serie como pedagogía terapéutica preventiva

 

https://www.telerama.fr/debats-reportages/alice-geraud-autrice-d-une-enquete-sur-le-violeur-de-la-sambre-c-est-l-histoire-d-un-dysfonctionnement-general-sauve-par-des-personnalites-exceptionnelles-7013840.php




 

 


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