The return: Los abismos de un héroe guerrero
La guerra
está en todos lados, en todo lo que vemos y tocamos, esperando que yo la reviva
otra vez… sobrevives (a ella) pero no queda nada en tu interior
Odiseo
Ulberto Pasolini nos retrata con mirada contemporánea el poema épico La Odisea centrándose en los últimos episodios o cantos de la mítica historia inmortalizada por Homero en los que el rey Odiseo regresa a su patria Ítaca tras dos décadas del partir a la guerra contra los troyanos. The Return (2024) supone una excelente revisión del texto que ahonda en los abismos psicológicos de su heroico protagonista y es todo un alegato antibelicista. En ese entender se priorizan los diálogos profundos dejando en mínimos las escenas violentas
La película destaca por ese guion renovador y asimismo por las excelentes interpretaciones de la pareja protagonista formada por Ralph Fiennes y Juliette Binoche quienes encarnan respectivamente al rey Odiseo y a su consorte la reina Penélope. Destacar también la participación de la gran Ángela Molina como la nodriza Euriclea
Debo advertir que este ensayo contiene spoilers
Vaivén en oscuro
La acción se inicia con una potente imagen simbólica: la de las olas bravas del mar fundiéndose en el telar rojizo que maneja una Penélope resilente que no quiere entregar el reino de Ítaca a ningún otro hombre de los que, creyendo que el rey no regresará, buscan su favor en oscurísimo interés material. Un mar bravo exterior al que se lanzó su esposo Odiseo en su priorización de las muy riesgosas guerras lejanas, un mar bravo de latido violento como evocación del latido guerrero de un hombre rey que abandonó el hogar –personal y comunitario- que se encarnan en Penélope, una mujer potente y de latido amoroso que teje en simbólicas “olas trama” desesperadas
Porque Penélope y algunos de sus súbditos siguen esperando el retorno del rey heroico, todo un mito para aquellos que rememoran constantemente su aplastante victoria en la guerra de Troya, aunque crecen día a día los que critican su tardanza especulando todo tipo de teorías
Y es que tras tanta espera ese vaivén guerra exterior versus hogar interior es el vaivén sentimental de Penélope y su gente fiel –también el hijo heredero Telémaco- quienes se sumergen en olas emocionales cada vez más asfixiantes que transitan de la admiración a la rabia por el rey ausente
Desconocen que Odiseo ha llegado de incógnito a la isla sin de entrada tener conciencia del lugar dónde está. Se nos muestra al rey extenuado simbólicamente desnudo sobre la arena de una playa. Y como un humilde súbdito lo cuida sin darse cuenta de que ese “vagabundo” sin nada material es su rey. Un rey herido mucho más allá de lo físico porque si bien venció en las guerras, Odiseo no se siente héroe ni rey. En efecto, esa victoria externa no compensa la derrota interior que vivencia en su alma oscurecida por la culpa a causa de la muerte de todos los hombres que le acompañaron con el añadido de su muy mala conciencia por la gran demora del regreso al hogar. Un hogar familiar y comunitario que para nada es la próspera Ítaca que le vio partir
Reconocerse
La Ítaca del regreso está desolada, lo está tanto como su rey quien en su protector disfraz de vagabundo comprueba la degradación de su reino. Un reino irreconocible mirado por un rey irreconocible (qué soberbia y sobrecogedora mirada la de Ralph Fiennes)
En una conmovedora escena se nos muestra como Odiseo llega a su castillo y encuentra a Argos, su ya anciano perro quien le espera desde su partida. Argos lo reconoce al olfatear su mano para morir tranquilo en ese mismo instante cerrando sus ojos ciegos
Lo reconocerá también en ese ambivalente sentir de admiración/rabia el súbdito fiel que presencia la escena. Y lo hará en amor sin juicio su nodriza Euriclea tras el diálogo que el vagabundo rey mantiene con su reina
Una Penélope que con gesto duro y dolido concede audiencia a ese hombre casi irreconocible que esquiva la luz (la del recinto palaciego y la de su mirada sabia). La reina dialoga con el que cree fue tan sólo un soldado fiel reprochando la ausencia de su rey, y ese Odiseo en sombras le susurra que “tal vez tenga miedo, tal vez esté perdido” añadiendo un dolido “para algunos la guerra se vuelve su hogar”
Así se siente cuando relata al fiel súbdito “las gestas” de Troya: “la guerra está en todos lados, en todo lo que vemos y tocamos, esperando que yo la reviva otra vez” Y ante su padre yaciente afirma que los muertos son más afortunados, añadiendo un sentido “sobrevives pero no queda nada en tu interior” al tiempo que confiesa no poder ver los rostros de todos los que dejó atrás en su creencia de que nunca lo perdonarán
Sangre y perdón
Quien sí lo perdonará es Penélope. Sucede tras la difícil prueba de tiro al arco que la reina organiza para poder decidir quién será el nuevo rey. En una escena brillante se nos muestra como Odiseo vence haciendo gala de su destreza y se revela como rey guerrero – aquello que es- ante los numerosos pretendientes matándolos a todos, y Telémaco que –ahora sí- le apoya matando al más traicionero
Y los reyes que ya reconocidos dialogan mientras
Penélope le limpia el cuerpo totalmente manchado de sangre a Odiseo tras el
arrepentimiento real del rey. Lavando esa sangre de los enemigos y acariciando
las cicatrices de tantas guerras ella afirma querer entender y él responde un
sincero “no puedes entender, yo no puedo entender”. Pero ella está convencida
de que lo entenderán juntos. Un juntos que la reina del hogar visualiza en el
vivir y envejecer “amigos de nuevo” o el poder del amor verdadero que ella
encarna en luz de corazón y él bajo sombras de sangre
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