Furor Botánico: La paz de las plantas
Las plantas nos enseñan, a su modo, que la vida es un proceso
continuo de renovación y expansión, tanto hacia dentro como hacia fuera
Laura Agustí
Sigo con gran interés a Laura Agustí en la red social Instagram (lalauri) desde que publicara su excelente Gatos en la cabeza (2018) que comenté en mi etapa de redactor del diario cultural chileno Cine y Literatura
Y es que es fácil sentirse bien al contemplar la obra de esta joven pintora, ilustradora y muralista cuyo arte delicado denota una gran sensibilidad por la naturaleza animal, vegetal y humana. Y asimismo es fácil empatizar con ella e interesarse por todo aquello que nos cuenta -a menudo a pie de imágenes- gracias a la belleza y autenticidad de sus palabras
En este sentido con Furor Botánico (2025) nos ofrece una deliciosa crónica o diario ilustrado a propósito del proceso personal que le ha llevado a cambiar de vida buscando un mayor contacto con la naturaleza
Un diario en el que nos explica la transformación que ha experimentado al dejar
atrás su confortable domicilio barcelonés para establecerse en una cálida casa de
montaña; y en ese explicar intimista nos relata anécdotas familiares, nos habla
de las plantas y en general del universo vegetal profundizando en los usos
medicinales y culinarios de las hierbas, frutos y flores… Un “furor botánico” en
toda regla que se complementa con su conocido amor por los animales, en
especial su singular pasión gatuna
Honestidad, paz, colores
Honestidad quizás sea la palabra que mejor defina la obra de Agustí y especialmente esta maravilla recién publicada. En efecto, en Furor Botánico a la honestidad del dibujar/hablar acerca de lo próximo y cotidiano que le caracteriza se añade un explicar lo propio más intimista de forma que conocemos aspectos familiares y personas de su entorno cercano como es el caso de su compañero de vida Arnau
Puede entenderse esa mayor confianza en mostrar/mostrarse como una expresión de los beneficios de ese proceso de cambio personal. Porque como ella misma confiesa en el nuevo hogar montañés ha encontrado la paz que anhelaba, el ritmo lento que necesitaba para vivir mejor. Y sabido es que cuando se está realmente en paz los temores decrecen
Y quizás ocurra algo parecido en su evolución artística desde los trazos mayoritarios en negros/grises a la progresiva explosión de color actual. Un colorido que también está vinculado al de la rica variabilidad vegetal retratada
Y es que el “furor botánico” es también el “furor
cromático” de plantas y especialmente de flores que con su sola contemplación –real
pero también la dibujada por ella- nos elevan el ánimo. Allí están los lirios morados, los
crisantemos granas, los pendientes de la reina rosados, las buganvilias
fucsias, los girasoles amarillos, las hortensias azules…
Cuidar, cuidarse
Unas flores y plantas que ella –como toda buena
jardinera o jardinero- cuida con sumo mimo. Y en ese cuidar al otro –vegetal en
este caso- Agustí se descubre cuidada:
Cuidar las plantas supone -para mí- un acto de autocuidado y
reflexión. Regarlas equivale, de algún modo, a nutrir el propio crecimiento
interior, y quitarles las hojas marchitas lo entiendo como un recordatorio de
la necesidad de desprendernos de lo que ya no nos sirve. Observar cómo florecen
con amor y atención es también un reflejo de lo que ocurre en nosotros cuando
nos dedicamos tiempo y cuidado...
Sin duda la jardinería vivenciada así como arte es dedicación y cultivo personal. Y asimismo lo es el cálido arte que destila esta deliciosa obra literaria ilustrada que "huele" a hogar
Regálensela, regálenla
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