Sirat: En las fauces de la devastación

 



Hundimos nuestras cabezas en los altavoces para no escuchar cómo se derrumba el mundo. Grita y llora si quieres, pero sigue bailando

Oliver Laxe a propósito de la actitud “ravera”

 

Oliver Laxe nos ofrece una experiencia cinematográfica atrapante cuyas impactantes imágenes y sonidos nos transportan a un universo ficticio duro en el que un padre busca encontrar a su hija. Sirat (2025) retrata una historia personal (la de ese padre) y comunitaria de apariencia “lejana” y que sin embargo se vivencia como posibilidad real en nuestro cada vez más abismado mundo 

Luis (espléndidamente encarnado por el veterano Sergi López) ha viajado a un árido Marruecos indefinido en búsqueda de Mar, su joven hija (Mar, un nombre que es evocación de la oposición/complementariedad al suelo arenoso del desierto retratado) Y lo ha hecho acompañado por Esteban su hijo menor (Bruno Nuñez) y el perro de la familia. Una búsqueda que se irá evidenciando como aventura heroica al transcurrir en un súbito momento de escalada bélica

Una búsqueda en la que tanto el padre como el hijo descubrirán el alma de la comunidad “ravera” o el modo de ser/estar/vivenciar de la gente con los que su hija supuestamente se relaciona. Gentes en la película que se interpretan a sí mismas en un logrado trabajo actoral no profesional que transmite autenticidad al relato

Antes de proseguir, debo advertir que este ensayo contiene spoilers (incluido el sorpresivo final). Así que recomiendo leerlo tras visionar Sirat en el cine (sí, en cine porque la película merece vivenciarla en salas especializadas)

 


Monolitos vibrantes

La acción se inicia con la bella escena de unas manos humanas colocando distintos altavoces gigantescos preparando la próxima fiesta “rave”. Y de fondo cual sublime decorado artístico la espléndida montaña tallada local que actúa como límite de ese gran espacio árido que acogerá a multitud de vehículos preparados para la dureza del lugar, vehículos que albergan “familias” de gentes que encuentran en la música de alto voltaje su expresión y su modo de “enfrentarse” a un mundo cada vez más abismado

Y ya cayendo el implacable sol del desierto, Laxe da paso al sonido en creciente de la pulsión musical que los arrebata. Se nos muestra como muchos danzan y algunos se enganchan a los mega bafles para sentirlos intensamente o –como veremos más adelante- incluso para casi acariciarlos y apreciar en esa cercanía sensorial sus distintas formas de vibrar las cadencias sonoras

Y es que los altavoces son miembros destacados de las comunidades “rave”, sus pulsiones ayudan a “elevar” personas. Quizás por esa relevancia a menudo se nos muestran como “apariciones” intrigantes a modo de monolitos evocando aquellos míticos de Kubrick pero de naturaleza vibrante musical

En este sentido, las cadencias sonoras y los bailes rítmicos de esos entregados danzantes “raveros” son entendidos por Laxe –en la película y en la entrevista concedida a El Periódico que se cita al final- como muy relacionados con los danzantes derviches o también con los fieles musulmanes que en masa van dando vueltas entorno al centro sagrado de la Meca

De alguna manera todos ellos se sienten en comunidad resonante y en su danzar ritual aspiran a superar/trascender este pesado infierno mundano nuestro para así poder alcanzar un paraíso liberador sino aquí en un más allá de aquí…



La otra riba

A esa fiesta vibrante acuden Luis y Esteban intentando localizar sin éxito a una Mar que nunca veremos como si ese horizonte acuoso que evoca su nombre fuera inalcanzable 

Aunque si lograrán añadirse a dos “familias” que se dirigen a otra fiesta, dos clanes experimentados en la dureza del lugar y que poco a poco se tornarán familia en autenticidad

Se hará evidente cuando Luis crea que los han abandonado tras cruzar un río que su precaria furgoneta no puede atravesar. La desesperación del padre contrasta con la mirada luminosa de un Esteban que confía en esa gente “divertida”. Su confianza se materializa cuando regresan para remolcarlos mediante un cable resistente

Un remolcar simbólico que los une y vence desconfianzas, y un cruzar las aguas también simbólico a la otra orilla en la que la aventura –de encontrar a la joven, de encontrar un lugar seguro en un entorno militarizado y de alguna manera de encontrar una salida a todo- se irá tornando más y más riesgosa 



Abismos, muertes

Evitando ser localizados por los soldados que patrullan la región, la comitiva se enfila por carreteras peligrosas al filo de abismos de roca. Unos abismos físicos profundos que impresionan y que a menudo sentimos como seria amenaza desafiante en su oscura evocación psíquica interior. En la película, se entienden como imagen de los abismos adultos, especialmente los de Luis 

Y es que lamentablemente Esteban caerá a uno de ellos cuando falle el freno de mano con el que el padre había inmovilizado la furgoneta mientras ayudaba a otro de los vehículos. La mirada desesperada del hijo y el grito desgarrador desoído del padre: ¡tira del freno!

Y uno que no deja de pensar si ese “tirar del freno” paterno es también una invocación a sí mismo por su cada vez más temeraria aventura en la búsqueda de una hija que tal y como afirmaba Esteban ya es adulta y como tal hace unos meses decidió qué hacer con su vida…

Sea como sea, Luis queda en shock profundo y con él todos los demás. No hay espacio ya para las bromas y juegos que tanto agradaban al niño. Muere Esteban y con él muere mucho de su padre pero también mueren partes de los niños adultos “raveros”

A partir de aquí la muerte irá cobrando protagonismo, esa muerte que Laxe quiere alumbrar consciente de que somos una sociedad tanatofóbica. La muerte que avanza implacable pese a que los amigos-familia lo dan todo buscando rescatar del abismo a Luis y en esa voluntad montan una rave particular que creen será liberación personal y comunitaria

Pero en ese abismo de guerra comunitaria en el que se encuentran parece que no hay esperanza de liberación pacífica posible. En efecto, los vemos danzar -bellamente descalzos- en trance alucinógeno hasta que una repentina explosión acaba precisamente con la mujer más empática con el dolor de Luis. Él y el resto de los compañeros lo presencian impactados (y también claro está nosotros los espectadores)

Tras el trauma añadido de esa brutal segunda muerte, al grupo le toca buscar la manera de salir de ese campo que ahora saben está sembrado de minas y es negrísima expresión de la confrontación que asola al país o tal vez a todo el planeta

Laxe nos sumerge en sus angustias para salir con vida de allí y asistimos a nuevas muertes explosivas en un final desolador que retrata un infierno ficticio que lamentablemente sabemos es realidad en muchos lugares en guerra por todo nuestro maltratado mundo

 


Devastación

Y ya en la escena previa al fundido a negro se nos muestra a Luís junto a dos de sus compañeros (y al perro) supervivientes a bordo de un tren cargado de personas silentes de devastados rostros multiétnicos. Un tren circulando veloz en línea recta atravesando el desierto rumbo a un horizonte lejano… que dadas las circunstancias se nos sugiere cómo nada halagüeño

Unas escenas finales durísimas que nos dejan impactados en nuestras butacas sin fuerzas para levantarnos y salir de la sala cinematográfica. Y es que Laxe con esta memorable obra audiovisual ha encontrado la digna expresión de su reconocida naturaleza temeraria. En sus palabras:

“Creo que puedo lograrlo todo. Es una actitud muy vinculada a la fe. Tener fe es saber que todo lo que te pasa en la vida, aunque se exprese a través de la tragedia, el accidente o el fracaso, es positivo y constructivo. Yo no tengo miedo a que me vaya mal porque sé que, pase lo que pase, me ayudará a crecer. Cuando hago una película dejo que sea ella la que me habite, que me posea, y me pongo a su merced”

En Sirat (vocablo árabe que significa sendero o puente sobre el infierno para llegar al paraíso) ha logrado impactarnos y todo apunta a que se ha dejado poseer por esa muerte a menudo temida por nuestra sociedad de la no aceptación del curso temporal. Una muerte inevitable e incluso necesaria ahora y aquí que en su confesada fe Laxe entiende como puente entre esta vida/infierno al paraíso sea este terrenal o celestial.…

O quizás más allá de lo trascendente, Laxe de alguna manera también busque expresar en imágenes y sonidos las palabras del pensador británico Terry Eagleton a propósito de la historia violentamente dramática humana: “al futuro solo se accede sobre la base de una historia espantosa hasta lo increíble”

Sea como sea, tras concedernos un tiempo para superar el estado de shock inicial, Sirat nos da mucho que pensar y en esa reflexión nos invita a debatir sobre los abismos de la condición mortal humana 

https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20250604/oliver-laxe-director-cine-musica-118223854





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