Un “like” de Bob Trevino: La amabilidad y la escucha atenta como cura
Soy la prueba
viviente de que los pequeños actos de bondad pueden cambiar a alguien
Tracie
Laymon
La realizadora Tracie Laymon nos ofrece una luminosa ficción
entorno al valor de la verdadera amistad sustentada en la amabilidad y la
escucha que se inspira en su propia experiencia vital. Un “like” de Bob Trevino (2024) retrata el azaroso y venturoso encuentro
de dos personas empáticas con pesados traumas familiares: la joven Lily Trevino
(Barbie Ferreira en una gran interpretación) y Bob Trevino (John Leguizamo), un
hombre que se llama igual que su patético padre
Lily lo descubre en redes y le solicita amistad, de alguna
manera ella busca contactar con el buen padre que nunca tuvo y su deseo se
cumplirá con ese otro Bob que acepta su amistad e inunda de “me gusta” su
página y su vida
Se verán y pronto se convertirán en grandes amigos pese a la
diferencia de edad, una amistad con trasfondo paternofilial que sacará a Lily
del pozo de culpas familiares en el que se encuentra y una amistad que
reanimará a un Bob abismado por la muy prematura muerte de su único hijo David
Laymon retrata con gran sensibilidad a esos dos personajes
de gran corazón y asimismo a sus pocos allegados: el padre de Lily, un hombre
extremadamente egoísta; Daphne, la joven inválida que Lily cuida y que acabará
siendo su mejor amiga; y Jeanie, la mujer de Bob quien apoyará a su esposo en
su beneficiosa amistad con Lily
Debo advertir que este análisis contiene spoilers
Rotos
Lily y Bob están rotos por sus dolorosos pasados y a su modo
son supervivientes en un presente que les desborda. En este sentido es poderosa
la imagen del teléfono móvil de pantalla resquebrajada de ella, esa rotura que
preside sus comunicaciones externas refleja lo más profundo de un interior que
clama su atención
Pero Lily en su bondad extrema no es capaz de abrazar
plenamente esa rotura interior. La vemos junto a Daphne en una “sala de rabia”,
la amiga la anima a descargarla pero ella no puede expresar su rabia contra un
padre que la manipula emocionalmente haciéndola sentir culpable de todo, no
puede hacer aflorar el grito visceral reprimido en su asunción de “buena hija”
Lo hará más adelante tras días de vivencias con el bueno de
Bob quien revertirá toda la culpabilidad que el padre descargó y descarga en
ella. Un padre no padre que proyecta en su hija toda la negatividad que encarna
y es capaz de llamar ingrata a una joven sin recursos que por fin se niega a
seguir prestándole dinero al hombre que continuamente le echa en cara lo que
gastó con ella
En una de las mejores escenas de la película los vemos en la
cocina de la vivienda paterna, Lily ha descubierto que él ha recortado las
fotos del álbum familiar en las que aparecía ella. La hija no puede entender
que su padre la haya dejado fuera para contentar a una mujer –una de las tantas
a las que ese patético Bob pretende engatusar sin resultado alguno, todas huyen
despavoridas- que no quería relacionarse con hombres con hijos
En esa escena se evidencia con mayor contundencia si cabe la
abismal diferencia que ambos encarnan. En efecto, el padre actúa y sobreactúa
en su recurrente papel de víctima mientras que Lily es toda autenticidad
Y allí ella explota por fin rompiendo el simbólico ajuar
paterno, un explotar en rabia liberadora que verbaliza espetándole toda la
carga soportada a lo largo de los años y en ese necesario acto ella se distancia física
y psíquicamente del padre aunque en su natural modo de ser -lejos de odiarlo- se despide con un –pese a tanto- sincero te quiero
Empatía
Porque Lily es de naturaleza empática, por eso trabaja
cuidando a Daphne, por eso entiende el sufrimiento ajeno y es capaz de amar a
quien no sabe amar como es el caso de su padre
Y afortunadamente el “destino” -o la “vida” mediante esos
hilos misteriosos que lo tejen todo pese a nuestra habitual ceguera- la une a
otra persona como ella que quiso ser padre pero no pudo serlo
Qué bella es la escena de su primer encuentro cara a cara
que se produce tras un tenso aclarar los roles de ambos, Laymon nos los muestra
desde fuera del bar en el que se encuentran, nos los muestra en maravilloso
silencio para que sus gestos –en especial los de ella- hablen por sí solos
expresando la grandeza de esa amistad verdadera que como tal favorece el ser
uno mismo
Así, ambos desde el minuto cero se desnudan anímicamente
sabiéndose escuchados, entendidos y atendidos. Especialmente -como se ha
comentado ya- Lily quien poco a poco vivenciará que nada de lo ocurrido en su
pasado familiar fue/es culpa suya: ni que su madre se abismara en las drogas y los
abandonara siendo ella muy pequeña, ni que su padre tuviera que hacerse cargo
–en tiempo y en dinero, pero para nada en cuidado real- de una hija que él no
quería tener
Quizás uno de los mejores regalos liberadores que Bob le ofrece a Lily sea la visita a una protectora de animales para que pueda revertir su impostado “no sirves para cuidar a un perro”. Una sentencia paterna que se produjo cuando ella hizo daño sin querer a su querido perro al intentar bailar con él, una sentencia que justificó que su progenitor se lo quitara. Ahora bailan los dos amigos con perros, ahora baila en ambivalencia emocional la niña mujer Lily
Gracias
Por tanto recibido Lily a menudo siente la necesidad de
verbalizar su agradecimiento a ese hombre que comparte tiempo y amor incondicional
con ella. Y lejos de sentirse empoderado, Bob expresa también su agradecimiento
a la joven que ha dado alas a su vida. ¡Cuánta belleza en ese gracias mutuo!
En este sentir Lily le escribe un poema muy emotivo que
expresa la grandeza de una relación que ella vivencia y siente como más que amistad:
como “familia elegida”
Así se evidenciará en el maravilloso final de esta historia
que prefiero no revelar. Un final capaz de emocionar incluso a los poco
sensibles, un final que es dignísimo colofón a una obra audiovisual que en su
decurso va creciendo en luminosidad
Una luminosidad que se agradece especialmente en este a
menudo oscuro presente nuestro. Se agradece que se ponga el foco en las cosas
buenas que ocurren y que suelen tener menos visibilidad que sus opuestas.
Porque no hay que olvidar que esta ficción nace de la vivencia personal de su
directora quien encontró a su Bob en redes (a él le dedica la película), una
relación amable que la sanó según rememora en la excelente entrevista concedida
al medio Script. En sus palabras:
“Me mostraba estos actos de bondad con regularidad, lo cual
realmente me sanó. Tenía tanto acceso a mi corazón y fue realmente inesperado.
No es una forma en la que una pensaría que sanaría. Así que esa semilla es en
gran medida mi verdad. Pensé que tenía que decirlo con sinceridad, porque solo
así lo entenderían los demás, que puede ser así, porque así fue. Soy la prueba
viviente de que los pequeños actos de bondad pueden cambiar a alguien”
Y concluye a propósito de la película:
“Creo que todos estamos un poco rotos y podemos ayudarnos
mutuamente a sanar. No tenemos que sufrir solos, y está bien no ser perfecto.
Está bien pedir ayuda. Está bien ver a las personas por quienes son y no por lo
que la sociedad te dice que son. Así que, creo que si estamos sentados en un
cine y reímos y lloramos viendo esta película, y lo hacemos juntos, nos damos
cuenta de que no todos somos tan diferentes y que todos realmente nos
necesitamos”
Por todo ello gracias. Gracias a esta pequeña gran película,
gracias a la pequeña gran historia que nos retrata y que nos recuerda el valor
de esos pequeños grandes gestos sanadores de tanta gente a menudo anónima en
nuestro mundo
https://scriptmag.com/challenging-perceptions-a-conversation-with-bob-trevino-likes-it-writer-director-tracie-laymon
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