U Are the Universe: Más allá de la soledad



 

Nos sentimos solos y en eso estamos conectados

Leo Babauta

 

Durante estos días de estío se celebra la 15ª edición del Atlántida Mallorca Film Festival tanto en su versión presencial en el incomparable marco de la capital balear como a través de la plataforma de streaming Filmin que ofrece algunas de las películas a concurso hasta el próximo 25 de Agosto

Entre ellas, la ucraniana U Are the Universe (2024) del realizador Pavlo Ostrikov, una excelente película de ciencia ficción que explora el espacio interior humano a través del retrato de su peculiar protagonista, el piloto Andriy Melnyk. La obra destaca por su lúcido guion y especialmente por la gran interpretación de Volodymyr Kravchuk quien encarna al solitario piloto

Ostrikov nos introduce en la historia mediante una notable animación en la que la empresa para la que trabaja Andriy explica cuál es la misión de la nave que él tripula en solitario; sólo le acompaña un robot como ayudante y animador personal. Un viaje de cuatro años entre la ida y la vuelta a una luna de Júpiter para liberar en ella residuos nucleares que una colapsada Tierra de crecientes terremotos no puede ya albergar

Ese minimalismo animado como anticipo de la sobriedad de una correcta puesta en escena que como la del teatro clásico acompaña al texto y la interpretación sin para nada buscar destacar sobre ese tuétano fundamental. Menos es más

Debo advertir que el análisis que sigue contiene spoilers



Nombrar

No parece casual que tardemos en conocer el nombre real de nuestro protagonista. De entrada sabemos el nombre de la empresa para la que trabaja, el de la nave que tripula y el del robot que lo acompaña quien lo llamará Andrukha, un nombre con el que el humano no se identifica

Y es que Max –así se llama el amable robot a su servicio que sin embargo luce un significativo adhesivo “yo soy el jefe”- actúa como colega en esa falsa camaradería tan común en los ambientes laborales; pero ni la empresa ni su programado mecanismo articulado conocen realmente a Andriy, sólo buscan que se sienta bien para poder llevar a cabo con éxito su delicada misión de “trabajo sucio para un planeta limpio” como se proclama en la maquillada presentación del proyecto que busca dignificar lo abominable

Sabremos su nombre completo tras un cambio radical ambiental que lo virará todo y le abrirá la puerta a observar su soledad y conocerse en profundidad. Porque como iremos comprobando Andriy históricamente ha evitado conocerse –y dejarse conocer- escudándose en una complaciente soledad de tintes friqui…



Soledad, soledades

La tediosa rutina del solitario y su acompañante robótico se rompe cuando de improviso la Tierra explosiona y queda reducida a escombros. Le deslumbra y nos deslumbra la potente luz blanca que antecederá a la muy peligrosa llegada de los restos sólidos de un planeta que ya no existe probablemente como consecuencia de la inconsciencia humana, la misma inconsciencia de esas misiones que contaminan el espacio

Y quizás en esa inconsciencia Andriy, tras protegerse hábilmente de esa amenaza terrestre, reacciona con alegría pensando en que él está vivo y tantos a los que desprecia –como su jefe- ya no. De alguna manera vivencia su renovada y ampliada soledad como algo grande que lo convierte en alguien grande

En esa euforia lo vemos radio en mano –no funciona la comunicación con imagen- proclamando que asume el control y el poder de la humanidad. Pero pronto se deshincha al evocar un posible viaje para ver lo que queda de la Tierra. En su rostro aflora el dolor y la preocupación, empieza a darse cuenta de su condición solitaria absoluta. En este sentido es bella la imagen de su mano sobre la huella que el vaho ha dejado al ducharse: ¿está realmente solo?, ¿no quedan otros supervivientes?

Resultará que sí, al menos una mujer llamada Catherine que está a bordo de otra nave en la órbita de Saturno cuya misión es investigadora y quien ha escuchado sus exultantes mensajes

No le será fácil a Andriy abrirse a relacionarse con esa otra alma humana solitaria, lo hará entre bromas y silencios prolongados para acabar asumiendo un significativo “no se me da bien hablar” En ese reconocer sincero se entorna la puerta al otro, Andriy empieza a darse cuenta de la soledad que los conecta



Resonancias

Catherine poco a poco logrará que hable de sí mismo, que le explique lo qué hace en su día a día en la nave. Por su parte ella le confesará que le da miedo morir al explicarle que su estación orbital está siendo fatalmente atraída por Saturno. Es de notar que debido a la gran distancia física que los separa sus comunicaciones son retardadas, lo son pero dejarán de serlo...

Y es que en ese saberla en apuros, Andriy decide poner rumbo a su ubicación. Una misión temeraria que le enfrentará a Max y que lo pondrá a prueba en todos los sentidos. En efecto, la misión de ayuda urgente a esa mujer también lo será a sí mismo. En ese acercamiento mucho más que físico ambos profundizarán en sus soledades conectadas

En el caso de Andriy será a partir de la evocación de sus objetos más queridos: los vinilos que escucha y las figuras que modela:

Sobre los vinilos explicará que cada uno le parece un planeta, de ahí que los tenga colgados de la pared en su cama espacial. Y se abrirá a recordar cómo quedó huérfano tras un terremoto que afectó a su hogar mientras él se encontraba en la escuela

Y sabremos que las figuras le vinculan a su madre quien era escultora. Una conexión amorosa a la mujer que le dio la vida que va sintiendo también por esa mujer sin rostro a la que quiere conocer cara a cara, de ahí que le pida que se describa para moldearla

Andriy se sabe y se siente cada vez más cerca de Catherine –y a la inversa- y por la menor distancia física sus comunicaciones ya son simultáneas, sus soledades se solapan

Es bella la escena de la nochevieja en la que lo vemos frente a ese busto femenino mirándola y hablándole mientras cena junto a un árbol navideño para acabar confesándole que cree estar enamorándose

Resulta significativo que él se atreva a desnudar su sentir en una celebración que los conecta a los ciclos del planeta hogar que ya no existe. De alguna manera ellos dos son la memoria viva de la Tierra que se resiste a desaparecer

Ostrikov nos sumergirá en la dura odisea hasta ese casi imposible encuentro con un bellísimo final que rememora la ópera de un vinilo que los padres de Andriy nunca pudieron escuchar, en ese final la fuerza y la magia del cine, en ese final el anhelado vuelo del alma humana

 


 


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