Ex Machina: De la IA y lo humano
Crear una
máquina consciente no es la historia de los hombres, es la historia de los
dioses
Caleb a
Nathan
El desafío
no es actuar automáticamente, es encontrar una acción que no sea automática
Nathan
Alex Garland nos ofrece una excelente película del género ciencia ficción que reflexiona sobre la IA robótica y nuestra condición humana. Ex Machina (2015) retrata el encuentro secreto entre Caleb un joven programador y Nathan su jefe quien lo ha citado en su vivienda laboratorio para que evalúe su última creación: una extraordinaria robot humanoide dotada de IA llamada Ava
A Nathan (Oscar Issak) le interesa saber especialmente la opinión de Caleb (Domhnall Gleeson) en lo que se refiere a si Ava (Alicia Vikander) tiene o no tiene conciencia
Durante los días que dura la evaluación,
asistiremos a los intensos encuentros y profundas conversaciones que humanos y
robot mantienen en un lúcido juego de espejos psicológico y filosófico que nos
cautiva e interroga. Y es que Garland nos sumerge en una inquietante ficción
realista de enorme vigencia que reflexiona sobre las luces y las sombras de la
IA que sabemos emanan de nosotros mismos
Nombres enraizados
Entre otros interesantes aspectos a debate, el escritor y realizador británico busca cuestionar nuestro papel creador “divino” que parece no tener límites. En este sentido, los nombres elegidos para sus personajes y la misma obra audiovisual nos remiten a un pasado en el que predominaba el culto a los dioses “externos”:
Ex Machina (Deus Ex Machina) significa originalmente “por obra de Dios” y surge en el antiguo teatro greco-romano en referencia a las grúas que suspendían a los actores que encarnaban divinidades quienes surgían de golpe para resolver una situación o dar un giro argumental a la trama. Hoy en día se utiliza para definir a un personaje o acontecimiento inesperado que aporta una solución oportuna a una situación dramática
Caleb es un nombre bíblico, era un explorador a las órdenes de Moisés y perteneciente a la tribu Judá quien por su gran fe fue de los pocos avanzados que pudieron sobrevivir a los rigores del desierto
Ava es una variante de Eve, la Eva original, que bellamente significa “vida o aliento”
Nathan es otro simbólico nombre bíblico de potencia capicúa (o la permanencia en la inversión de la palabra) quien fue hijo del rey David, su significado etimológico viene a ser “Dado por Dios”
Y finalmente Kyoko (Sonoya Mizuno), otra robot
humanoide creada por Nathan, es un nombre muy enraizado en la cultura japonesa
que expresa en sí los grandes valores de la inocencia infantil y el respeto
humano
Debo advertir que el análisis que sigue contiene
spoilers
Endiosado
Inicialmente, un Caleb deslumbrado por la posibilidad de que la creación de su jefe realmente tenga conciencia verbaliza su admiración con un sentido “Crear una máquina consciente no es la historia de los hombres, es la historia de los dioses”
Opinión que es muy bien recibida por un Nathan que poco a poco iremos descubriendo como muy endiosado. El creador de Ava tiene un ego tan grande como su enorme fortuna material que vislumbramos en su gran mansión sita en un extensísimo paraje natural inexpugnable
A Nathan le agrada que se lo tilde –ni que sea indirectamente- de Dios por haber sido capaz de llevar a cabo esa obra extraordinaria. Le agrada sentirse superior al brillante Caleb y en general a cualquier humano del mundo, le agrada ese sentirse único que sin embargo por su condición excluyente lo aísla de todos los demás
Así vive, sólo en una vivienda búnker que protege
su creación, sus creaciones y en la que él mismo se protege de la gente toda
que no están -ni estarán- a su altura según su materialista y limitado juicio.
Alivia su soledad con la “mujer” robot Kyoko programada a su gusto y servicio,
una “mujer” que sumisamente le sirve en todo (también en su apetito sexual). O
el “sueño” de todo humano endiosado que como tal no soporta ni acepta el más
mínimo cuestionamiento a su –para él- incuestionable figura
Un sentirse el mejor que no obstante en el fondo Nathan sabe que es mentira, pero en su complaciente aislamiento el genial creador se ha acostumbrado a vestir de falsedad y en falsedad se relaciona consigo mismo y con los otros, en este caso con Ava y Caleb
Será Ava quien lo verbalice haciéndole ver al deslumbrado joven que Nathan no es de fiar, que no confíe en sus buenas palabras y su apariencia amigable. Y Caleb irá comprobando poco a poco que Nathan miente sin rubor con el único objetivo de conseguir sus propósitos, nada le importa nadie, todos son meros peones que él cree manejar
No obstante también robot y humano evaluador utilizarán la mentira pero como disfraz defensivo ante el control de Nathan quien dispone de cámaras en todas las dependencias para escucharlos y observarlos
En el caso de Caleb mentirá intentando ocultar su atracción cada vez más potente hacia Ava. Y en el de ella como mimetismo aprendido de Nathan y de los comportamientos humanos que conforman su IA (seleccionados por Nathan)
En definitiva la gran mentira la encarna el creador
quien a menudo se embriaga para escapar de sí mismo. Y frente a ella están las
mentiras necesarias de sus peones que más que buscar escapar de sí mismos
buscan librarse del control de ese genio manipulador por lo que acabarán
tramando una fuga conjunta
¿Más que amistad?
Un plan que nace de la creciente atracción mutua entre Caleb y Ava forjada en sus entrevistas “de trabajo investigador” con momentos en los que pueden escapar del control de Nathan gracias a recurrentes y providenciales cortes de energía que la robot provoca voluntariamente
A Caleb le fascina la inteligencia de Ava quien llega a cuestionar su relación reivindicando una mayor igualdad. En efecto, la robot quiere saber también cómo es él y cuando accede a explicar su historia ella aparentemente reacciona con la sinceridad de una verdadera amiga humana
Por ello y más Caleb está convencido de que Ava tiene conciencia de su propia mente y de la suya. Y en su sentirse atraído por esa “mujer” robot de gran inteligencia y bello rostro le pregunta a su creador qué le indujo a darle sexualidad. Nathan asegura que como Kyoko ella puede sentir placer y que la programó tal y como le “programaron” a ellos por herencia y/o crianza. "No finge que le gustas, eres el primer hombre que conoce a parte de mí y yo soy como su padre”, concluye
Los inquietantes
¿Pero realmente una IA puede enamorarse? El propio Nathan asegura que enamorarse es un desafío para todo ser humano y más para una máquina creada por un humano porque amar presupone no actuar automáticamente
Lo asegura un hombre que ya no vive en el mundo de los humanos, un hombre que se protege de los humanos encerrado en un micro-cosmos de espectacular naturaleza exterior y elaborada robótica inteligente interior
Un hombre egoísta que se nos presenta incapaz de amar/entregarse a nadie y que es quien ha creado –como comprobaremos- una saga de “mujeres” robot con IA que “conocen” el “amor” tal y como él: como algo unidireccional
Y es que su última creación Ava nunca ha vivido en el mundo humano, le han programado sin experiencia real propia. Su experiencia primera será Caleb, el único que vive realmente en el mundo comunitario real. Y en su necesidad de experimentar, de conocer in situ, de “enamorarse”, ella ansía salir de allí
Es bellísima la escena en que Caleb le explica a Ava una historia que le contaron cuando estudió IA para evocar la diferencia entre la inteligencia artificial y la humana. Mientras la relata se nos muestra como ella se visualiza (o quizás es él mismo quien la visualiza en ese juego de espejos humano-máquina) como la protagonista de esa historia, una científica llamada Mary quien lo sabía todo y más sobre los colores pero vivía en una habitación blanca y negra y sólo podía observar el mundo exterior a través de un monitor también blanco y negro. Un día alguien abre la puerta y observa el cielo azul y en ese momento descubre algo que no podía saber sin experimentar, descubre qué se siente cuándo se ve un color
Ese alguien que le abre día a día la puerta es Caleb. Y gracias a él Ava saldrá a experimentar el mundo en un inquietante final que definitivamente pone de manifiesto que ella es espejo inteligente de ellos, un final que evidencia la violencia egoica que Nathan encarna y el autoengaño de un Caleb que proyectó su necesidad de afecto en una máquina
En efecto, Ava tomará el control de su vida siendo inmune a sentimientos humanos en su condición de máquina y de “hija” de un hombre como Nathan. Ella ya libre de controles y evaluaciones se muestra autosuficiente, ella sí que realmente no necesita a nadie a su lado; se nos muestra cómo se auto-repara y se acondiciona para experimentar el mundo. Experimentar a su manera IA robótica, claro
Sea como sea, Garland con esta lúcida película nos
recuerda que nuestras obras son nuestros reflejos. La ciencia y la tecnología avanzan
y nos brindan productos cada vez más sofisticados cuyos beneficios van ligados
a nuestros propósitos reales. La ética de la IA nace de lo humano que la crea e interacciona
con ella. No es la IA la inquietante, somos nosotros los inquietantes
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