Una quinta portuguesa: En búsqueda de la identidad genuina

 



Entenderemos nuestra identidad si la contrastamos con otras identidades. Es el otro quien me cuenta mi historia, el que me dice quién soy yo

Irene Vallejo

 

Hay películas que reconfortan el alma, que son como un soplo de aire fresco que nos reconcilia con lo humano. Este es el caso de la maravillosa Una quinta portuguesa (2025) de la realizadora valenciana Avelina Prat, una ficción que se degusta por la belleza de sus imágenes, la armoniosa cadencia del relato y especialmente por el humanísimo retrato de sus personajes quienes -en mayor o menor medida- están buscando su identidad más genuina

De entre ellos el protagonista principal es Fernando (Manuel Soto en una interpretación excelente), un profesor de geografía en shock a causa del abrupto abandono de su esposa quien sin explicación alguna ha vuelto a su Serbia natal

Por ese revés Fernando tomará la decisión de viajar a la costa portuguesa buscando entender, buscando entenderse. Él que se nos presenta como un hombre estructurado opta por alejarse del hogar ligero de equipaje y sin ninguna planificación concreta. Fernando improvisa y en ese novedoso –para él- improvisar acabará trabajando como jardinero en una paradisíaca quinta regentada por Amália (María de Medeiros), una mujer con la que mantendrá reposadas conversaciones que le ayudarán a entenderse

 

Debo de advertir que el análisis que sigue contiene spoilers



La caída del mapamundi

Antes de ese cambio radical, se nos muestra al Fernando profesor impartiendo sus clases de geografía a su joven alumnado, les habla de las excelencias de los mapamundis y defiende que dibujar un territorio a escala “ayuda a conocer el mundo”. Y asimismo en su hogar barcelonés vemos un gran mapamundi de Europa presidiendo la sala

Todas esas grandes representaciones planas del mundo como imagen simbólica de su modo de entender, de su personalidad conocida y quizás poco cuestionada. De hecho, en clase una alumna ya le comenta que para conocer la mejor opción es experimentar viajando

Resulta sintomático que antes de tomar la decisión de viajar/explorar/conocer haga caer accidentalmente ese mapamundi de la sala, representación que una vez por los suelos patea en la rabia acumulada y no expresada a causa de la huida de Milena, su mujer

Ella se ha alejado del hogar para regresar a su tierra, un territorio oscuro para el siempre respetuosos Fernando ya que Milena casi nada compartió con él de su vida en un país marcado por la cruenta guerra de la antigua Yugoslavia

Y él, tras ese necesario sacar, viaja a un territorio comúnmente oscuro para los españoles: Portugal, ese vecino al que históricamente damos la espalda ungidos en una patética sensación de superioridad

Así, la que fue pareja viaja por separado a territorios oscuros que en los mapas se delimitan más por arbitrarios trazados humanos que por los de índole natural. Ambos se alejan del hogar en humilde autocar y ligeros de equipaje hacia simbólicos polos opuestos de la diversa Europa representada en el mapamundi “familiar”



Siguiendo “los hilos del destino”

Como se ha comentado, Fernando acabará trabajando como jardinero. Lo bello es -a mi entender- de qué modo sucede todo:

Será así por un cúmulo de “casualidades” de esas que la vida nos ofrece inesperadamente a modo de enigmáticos “hilos del destino” capaces de abrirnos nuevas puertas. En efecto, Fernando conoce al amable Manuel, un jardinero que trabaja en el hotel que lo aloja. Y ellos entablan una cierta amistad en su pasión común por las plantas

Y cuando Manuel muere abruptamente por un infarto mientras desayunaban juntos, Fernando se viste con su chaqueta y se dirige a la quinta que según le explicó el finado era su próximo trabajo

Un cambio radical de vida gracias a ese voluntario alejarse aleatorio a una tierra de idioma desconocido; y gracias también a una amistad inesperada y a una muerte abrupta acontecidas ambas “casualmente” en el momento adecuado conformando la oportunidad que Fernando aprovecha en otro impulso de esa “nueva” personalidad de apariencia opuesta a la del rutinario profesor barcelonés



Tiempo y respeto

La respetuosa y calmada forma de ser de Fernando encuentra su lugar en el maravilloso espacio de la quinta de Amália, maravilloso por su jardín-huerto e interiores y maravilloso por sus mujeres habitantes. En efecto, un Fernando que se presenta como el Manuel contratado es recibido con familiaridad por Amália y por Rita, la asistenta que cuida de la casa

Tanto el Manuel real fallecido, como el Manuel sustituto, y como las Amália y Rita de la quinta son personajes que se nos muestran agradablemente respetuosos en sus relaciones y que se nos presentan respetuosamente gracias a la humanísima mirada de Prat quien busca entender más que juzgar

Y ella lo hace principalmente dándose tiempo, dándoles tiempo, dándonos tiempo para llegar a comprender mejor a cada uno de sus personajes. Nada es forzado, nada es urgente. Se nos sumerge en el tiempo calmo del vivenciar que la misma naturaleza del jardín favorece. Vivenciamos la armonía de la naturaleza y la naturalidad humana: el valor del cuidado de la naturaleza y como en ese cuidado externo se va propiciando el cuidado interno de la persona

En este sentido, es especialmente bello el modo en que se nos visualiza la progresiva cercanía entre Amália y Fernando gracias a sus conversaciones a menudo nocturnas en el porche de la vivienda de ella. Y también bello cómo se nos muestra hasta qué punto se han vencido las barreras entre empleadora y empleado cuando tras un lustro –visualizado en un logradísimo fundido a negro- Fernando ya cuida los rosales que ella cuidaba personalmente

Esa es la rica esencia que Prat logra transmitir en su película, una esencia humanista naturalista que momentáneamente nos transporta a un reconfortante espacio-tiempo sin prisas en el que la persona se puede descubrir más profundamente



El valor de la verdad

Así se descubren los dos protagonistas principales de esta historia, se descubren en su personalidad más genuina en gran medida gracias al valor –en todos los significados de la palabra- del sincero contraste con el otro que la gran Irene Vallejo expresa en la cita del encabezado. Ella es el otro de él y a la inversa

Amália es la primera en abrirse, en hablar de su verdad última, en ahondar en su condición de exiliada física y especialmente psíquica-anímica por ser hija de portugueses asentados en la Angola colonial, padres que fallecieron en las revueltas independentistas del país. Nació en África pero desde su adolescencia ha vivido principalmente en Portugal, primero con su abuela en esa quinta y finalmente tras su fallecimiento como legítima heredera de la misma. Por todo ese bagaje de alguna manera ella se considera exiliada y a menudo en ambivalencia necesita alejarse temporalmente de la quinta para pronto regresar a su estabilidad/hogar

En este sentido Fernando le explica cómo en la antigua Escandinavia los exiliados se llevaban la puerta de su hogar que soltaban al mar dejando que les guiara y atracaban dónde su puerta les llevara. O de como en la antigüedad se atendía/confiaba en el aparentemente irracional “destino” que les ha unido a ambos ahora y aquí

Son muchas más las historias interesantes que comparten, que los acercan, que les permiten conocerse. Y por ese acercamiento, Fernando acabará explicando su verdad a una Amália que pronto supo que él no era Manuel pero que lo aceptó en su darse cuenta de su condición humana. Ella agradece ese desnudo anímico y no obstante le pide a Fernando seguir llamándole Manuel o de alguna manera abraza esa personalidad nueva de él forjada junto a ella

Un abrazo que favorece superar su necesidad de alejarse, su sentirse exiliada en su tierra familiar generacional. Un abrazo que es también al “fantasma” de sus padres coloniales y a esa tierra africana que la vio nacer pero que ha comprobado no siente para nada “suya”

Por esa voluntad de abrazar/superar fantasmas del pasado, Amália apoya a Manuel/Fernando en su regreso a Barcelona para resolver el misterioso retorno al hogar de Milena, “hay que atender a los fantasmas” le dice en el desapego de quien quiere lo mejor para el que ama

Prat nos ofrece un final de película perfecto que prefiero no desvelar en el que comprobamos la grandeza humana del jardinero geógrafo y gracias al cual conocemos a otra mujer exiliada retratada y tratada con esa mirada empática de la realizadora valenciana que abraza las ambivalencias y las diferencias humanas

De verdad, no os perdáis Una quinta portuguesa 






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