Jeunes mères: Una mirada empática a los abismos de la maternidad temprana
Cuando dudes…
haz una pausa
Cuando te
enojes… haz una pausa
Cuando te
canses… haz una pausa
Cuando te
estreses… haz una pausa
… Y cuando pauses, respira profundo…
¡Agradece!
Anónimo
Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne realizadores de larga trayectoria en el cine social nos ofrecen con Jeunes mères (2025) una ficción realista con mirada comprometida y empática que retrata el día a día de un grupo de madres jóvenes que conviven en un refugio atendido por asistentas sociales. Las jóvenes que la protagonizan son usuarias reales de estos servicios que interpretan situaciones que han vivenciado en propia piel o bien han conocido de otras madres como ellas
Ese retrato femenino múltiple tiene el común denominador de las adicciones (especialmente las drogas) y la pobreza. Y también por sus duras historias familiares, tienen el común denominador de la falta de amor y la falta de referentes adultos. Un conjunto de factores que ya de por sí provocan inseguridad vital, inseguridad vital profunda que podríamos denominar abismal y que se acrecienta al ser madre
En ese cuidado retrato múltiple los veteranos realizadores belgas han querido visualizar las dificultades de esas chicas y asimismo homenajear la enorme labor que día a día realizan las asistentas sociales que les dan apoyo. Se agradece que en estos tiempos de cuestionamiento del papel de lo público la película sea valiente pedagogía a propósito de la necesidad de cuidar la atención gratuita en general y especialmente en un ámbito tan delicado como es el de las jóvenes que se enfrentan al reto de ser madres primerizas sin apoyo real de sus allegados
Debo advertir que el análisis que sigue contiene spoilers
Madres no queridas
Conmueve el caso de Jessica (Babette Verbeek) quien está embarazada y siente el dolor por haber sido abandonada por su madre, una mujer que nunca conoció y ahora necesita conocer. Jessica lo consigue pero no logra que esa mujer que le dio a luz y a adopción se conmueva al verla por primera vez y en estado
En este sentido impacta la escena en la que la vemos en shock tras esa decepción y ya rompiendo aguas sentada en el coche de su asistenta social rumbo al hospital. Jessica fuera de sí gritando “quédate por favor, mamá” y la asistenta que la cachetea para que vuelva a la realidad…
Una hija abandonada que demanda amor de una madre que como ella fue madre demasiado joven y con escaso apoyo familiar (sabremos las razones por las que decidió que era mejor darla en adopción)
Y asimismo otra joven abandonada de nombre Perla (Lucie Laruelle) quien busca ser amada por el joven padre de su bebé. Si Jessica implora el amor y el apoyo de una madre que optó por no responsabilizarse de su hija, Perla hace lo mismo con un chico al que le viene más que grande lo de ser padre y establecer un hogar junto a ella y su bebé
Si duro es el “quédate por favor, mamá” de Jessica también lo es presenciar el desmayo de Perla al darse cuenta de que “su” chico pasa de todo y en realidad nunca la amó, como le dice ella misma a él “nunca me acariciaste ni la mejilla ni la mano”. Pero pese a ese saber, Perla lo busca y lo busca expresando la verdad de su “amor” que para nada es amor sino necesidad
Perla necesita a un chico que pasa y Jessica necesita a una madre/abuela que pasa. Pero ambas con el apoyo de esas asistentas sociales habrán de afrontar su realidad y quizás tomar la difícil decisión de dar a sus bebés en adopción…
Sea como sea, de nuevo resaltar la valiosísima labor de esas profesionales que las acompañan y que por un lado les dan cobijo emocional y por otro les recuerdan que es necesario afrontar su día a día empezando por lo más básico como es el cuidado de sus bebés
Madre querida
Destaca entre todas esas madres residentes el caso de Julie (Elsa Houben) una joven con un pasado marcado por la adicción a las drogas que afortunadamente tiene a su lado a Dylan (Jef Jacobs) el padre de su pequeña Mia. Julie y Dylan se aman de verdad. En este sentido es bella la escena en la que los vemos juntos tras dejar a su pequeña en la escuela infantil, los dos en esa vívida libertad del montar en moto, los dos en esa armonía del amor compartido a tres (Mia siempre está en ellos)
Y no obstante a Julie no le resulta fácil esquivar la tentación de volver a su adicción, una adicción que antes compartía con Dylan. Será él quien la llorará y la apoyará el día en que recaiga en una demostración de amor mayúsculo
La película concluye con Julie, Dylan y Mia
visitando a una maestra ya retirada que fue todo un referente para Julie. La
joven le comenta a su maestra que cuando se sentía/siente mal recita un poema
que ella le recitaba y la veía/ve junto a ella. Un poema que la anciana acompaña al piano y
que finaliza con un bello “recuerda, esperaré para siempre”, en ese son
luminoso la pareja y su niña bailan su presente esperanzador
Pausa
Como conclusión, agradecer la empatía con que se nos retrata la dura realidad de tantas jóvenes con problemas que han de afrontar su temprana maternidad
Y agradecer la empatía, el aplomo y la gran labor de las asistentas sociales que las atienden a ellas y que a menudo han de lidiar con las reacciones no siempre agradables de sus entornos “familiares”
Quizás una de sus mayores virtudes ante las
vorágines de los abismos de esas jóvenes sea la de ser capaces de transmitirles
la calma que tanto necesitan en palabras y sobretodo en actitudes/acciones.
Esas asistentas son la necesaria presencia anónima de la cita del encabezado
que las invita a la pausa regeneradora












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