Pubertat: Del fin de la niñez, la sexualidad y el ejemplo adulto




Esos adultos que tienen que ser un faro para los niños son también personas heridas que tienen muchas cosas no resueltas

Leticia Dolera

 

Con mirada luminosa Leticia Dolera nos adentra en la vulnerabilidad y las contradicciones humanas al retratar una comunidad castellera (torres humanas) que se tambalea tras la denuncia de una agresión sexual múltiple a una menor. Se nota que la brillante realizadora barcelonesa ha trabajado a fondo el tema de la sexualidad adolescente y el papel de la comunidad adulta -familia especialmente pero también escuela y profesionales sociales- en su entendimiento/ayuda/apoyo

Unos adultos que son padres que "carreguen" y "descarreguen" (cargan y descargan) herencias psicológicas a menudo sin ser enteramente conscientes de ello. Como bien expresa la propia Dolera en la cita del encabezado "son también personas heridas que tienen muchas cosas no resueltas"

En este sentido entiendo muy acertado el variopinto retrato de las familias protagonistas de Pubertat (2025) y la misma elección de una comunidad de arraigo tradicional festivo y espíritu cooperativo que las aglutina. Son familias que de alguna manera forman una gran familia (colla) que más que de sangre es de resonancia por la pasión hacia el arte de construir torres humanas apoyándose mutuamente (fent pinya) buscando la superación personal y colectiva


Debo advertir que el análisis que sigue contiene spoilers



Simbolismos, metáforas

Dolera utiliza inteligentemente distintos simbolismos o metáforas para reforzar el mensaje de esta historia:

Como se ha comentado, la elección de ambientarla en una colla castellera  no es para nada arbitraria. Ese peculiar colectivo le sirve para visualizar las luces y las sombras del diálogo intergeneracional, un diálogo que debería sustentarse en el arraigo del conocimiento adulto como apoyo al ascenso de las nuevas generaciones. En efecto, los más jóvenes trepan a lo alto de esas simbólicas torres humanas sabiéndose soportados por los mayores o la imagen de las nuevas generaciones que ascienden por sus propios medios y por el apoyo de los que les precedieron. Juntos en armonía fent pinya como torre estable coronada o en tensión no armonizada cayendo fent llenya. En palabras de la directora: “La confianza es lo que lo une todo, sin confianza no hay Castell. La colla se convierte en una metáfora de la comunidad, del relevo generacional y de la fragilidad de los vínculos”

Del mismo modo es intencionado que la agresión sexual múltiple denunciada se produzca en la simbólica noche de san Juan. Una noche solsticial que marca el inicio del verano, estación vacacional en la que los menores de edad celebran su mayor libertad al disponer de más tiempo de ocio. Y una noche en la que el fuego (pasional y renovador) es el gran protagonista. Una noche, en definitiva, que invita a los pre-adolescentes y adolescentes a experimentar lo prohibido amparados en la común mayor relajación adulta

Hay otros elementos simbólicos, de entre ellos destacar el cubo de Rubik que obsesiona a uno de esos niños pre adolescentes que la misma Dolera subraya como metáfora de los conflictos que se nos retratan: “es un rompecabezas difícil de resolver” concluye



Espejo crítico

La realizadora barcelonesa busca continuamente enfrentar a sus personajes –especialmente a los adultos que son padres de esos adolescentes- ante el espejo de su contradictoria identidad. No es fácil ese retrato de la ambigüedad adulta, la vulnerabilidad de esos “faros heridos” (utilizando su acertadísima definición) que Dolera resuelve con maestría

Ante nuestros ojos desfilan distintos padres heridos como Martí (Xavi Sáez) y Estel (Betsy Túrnez) un matrimonio acomodado y sin embargo maniatado por el potente abuelo paterno que se resiste a entregar el relevo familiar y empresarial a su ninguneado hijo Martí. O Lluís (David Vert) un padre viudo que no ha superado la reciente muerte de su mujer y evita hablar de ello con su única hija Manu (Aina Martínez en una gran interpretación) que será la adolescente que denunciará la agresión sexual

Y especialmente significativo es el personaje que interpreta la propia Dolera, mujer que siempre se ha caracterizado por su gran compromiso social abanderando la causa feminista. En un gesto que entiendo le honra asume la encarnación de Julia una escritora feminista de profundas convicciones en lo que se refiere a la sexualidad y el consentimiento y que sin embargo entrará en crisis cuando su único hijo Roger (Bruno Bistuer)  es uno de los acusados de la agresión sexual. Ella que afirmaba estar siempre con la mujer que denuncia opta por no creer a la adolescente Manu y en ese optar reniega en gran parte de sí misma. De entrada puede más la Julia madre íntima que la Julia feminista pública

De entrada porque poco a poco se nos irá mostrando lo que ocurrió esa noche solsticial en la que Manu se lo pasó bien con sus dos mejores amigos (que ella considera hermanos) y el bueno de Roger. Lo medio sabremos en un relato a menudo esquivo de esos tres chicos preadolescentes que se debaten entre la asunción de la verdad y el cobijo de la duda razonable paterna

Y lo sabremos en verdad a partir del momento en que Manu recuerde lo que pasó realmente esa noche en la que durmieron la borrachera los cuatro juntos. Un recuerdo brumoso que se tornará claro cuando ella trepe por la torre humana y en ese trepar roce sus cuerpos y sienta su presencia inquietante en el abrazo del anillo adolescente de la construcción castellera. Temblará Manu y en ese temblar de ella temblaran los “hermanos” esquivos lo que provocará la simbólica caída del castell levantado por unas familias en crisis que ya no hacen “pinya

En efecto, los padres antes amigos entran en una espiral conflictiva al defender a sus respectivos hijos. Y los hijos -que no dejan de ser niños por mucho que ya empiecen a cruzar el umbral hacia el mundo adulto- se muestran desconcertados y especialmente preocupados porque la noticia ha sido difundida en las redes sociales



Vociferar versus conversar

Lo difunde Lucía (Carla Quílez) una chica de la colla que se distingue por su espíritu de reivindicación feminista, una chica potente que actúa de espejo ante la desconcertada Julia; es Lucía la que la cuestiona cuando opta por no apoyar a Manu

En todo caso, Dolera pone el foco en el poder de las redes sociales sobre los chavales al visualizar cómo les afecta a los cuatro esa difusión de unos hechos que los señalan a todos y los convierten en dianas de todo tipo de comentarios. Y esos rumores en red también afectan a los padres, de hecho Julia ve como su imagen pública se deteriora y sus editores cancelan actos previstos hasta que se aclare todo

Toda esa vorágine en red se produce sin el consentimiento de los afectados (ni Manu ni los chicos querían difundirlo). Sabremos y entenderemos porque Lucía actúa con esa rabia, una rabia que –como tantas rabias de tantas personas- ella descarga impulsivamente en redes sin contrastar suficientemente los hechos denunciados ni valorar las consecuencias

Sea como sea, Dolera busca visualizar alternativas al vociferar destructor en redes y a la crispación generalizada de nuestro tiempo. En este sentido Pubertat concluye bellamente con una re-unión coordinada por profesionales legalistas y psicólogos entre esos adolescentes y adultos, una re-unión para hablar y escucharse mirándose a los ojos, una re-unión para entender y buscar soluciones

Más allá de este esperanzador final y en lo que se refiere al uso de internet Dolera también busca llamar la atención sobre la facilidad con la que los niños preadolescentes pueden acceder a contenidos pornográficos y ante esa realidad plantea la necesidad de potenciar la educación sexual en el ámbito educativo y familiar. Porque un niño que conoce en luz no se deja llevar tan fácilmente a las sombras de la sexualidad y la humanidad. Hace falta priorizar la educación sexual y la educación en humanidades porque como Dolera verbaliza es peligroso dejar tantos espacios de descubrimiento a las redes: “me da miedo la falta de pensamiento crítico en las generaciones más jóvenes, como si se hubiera sustituido el pensamiento propio por el algoritmo”

En conclusión Pubertat y en palabras de su creadora “no ofrece respuestas fáciles, pero sí plantea preguntas necesarias. ¿Qué es el consentimiento? ¿Cómo se educa en igualdad sin caer en la sobreprotección? ¿Qué papel juegan los adultos en la formación emocional de los adolescentes?... La serie abre una conversación entre ellos y nosotros que me parece educativa y luminosa. Me gustaría que la gente disfrute viéndola, aunque navegue por lugares incómodos. Que se vean reflejados en algún patrón, familia o personaje y que ese espejo abra conversaciones que creemos que no podemos tener, pero que en realidad está bien tener”


https://cadenaser.com/nacional/2025/09/23/la-incomunicacion-con-los-adolescentes-puede-tener-consecuencias-leticia-dolera-presenta-pubertat-una-serie-que-incomoda-y-abre-debate-cadena-ser/

https://www.elle.com/es/living/ocio-cultura/a68111134/leticia-dolera-pubertat-entrevista/





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