The Quiet Girl: El hogar está en el abrazo
Quiero un abrazo de esos en donde no entra
ni el miedo, ni el invierno
Un abrazo de esos que va desde el Alma
a los brazos, que acomoda todos los pedazos
Anónimo
De joya cinematográfica puede clasificarse esta humilde
ópera prima que conmueve en su humanidad y belleza
Col Bairéad (Dublin,1981) -quien se inició como guionista y realizador
de cortometrajes, documentales y series televisivas- ha logrado con su The
Quiet Girl el merecido reconocimiento internacional, la película ha sido
muy bien recibida por el público y la crítica obteniendo diversos premios como
el Oso de Cristal del Berlinale 2022
Se trata de la adaptación cinematográfica del cuento Foster
(2010) de la reconocida escritora irlandesa Claire Keegan. Aunque el relato fue
escrito originalmente en inglés, Bairéad optó por emplear la lengua irlandesa,
lengua vernácula que lo hermana a su autora y que entiendo da mayor “calor de
hogar” a esta historia entorno al valor del ser y sentirse amado en la infancia
Debo advertir que el análisis que sigue contiene
inevitablemente spoilers
Mirada sensible y calmada
Cáit (Catherine Clinch en una interpretación que deslumbra
por su naturalidad) es una niña extremadamente sensible que se encierra en sí
misma para protegerse de un entorno familiar sin corazón que le duele en lo más
profundo
En casa la ven como la “rara” por su poca comunicación, por
su habitual silencio. La ven así sus frustrados padres, sus desapegadas hermanas
e incluso sus compañeros de escuela; nadie la conoce, nadie sabe de su belleza
ni de su diferencia, nadie la ama
Su consuelo, su refugio está en el espléndido paisaje
irlandés que rodea a la granja familiar. En este sentido son bellísimas las
imágenes que Bairéad nos muestra tal y como Cáit las vivencia, en especial las
vistas desde las ventanillas del destartalado coche de su padre en los
trayectos sin comunicación -sin interés por la hija, el hombre sólo se preocupa
de sí mismo- a la escuela
Esa mirada sensible de Cáit se funde armónicamente con la
mirada sensible del realizador irlandés transmitiendo una calma esencial que
está más allá de todo mal
El hogar, el merecido hogar
La vida de Cáit da un vuelco radical a bien cuando los
padres deciden desprenderse de ella (una boca menos que alimentar) durante unas
vacaciones escolares con la excusa de que la madre está a punto de dar a luz
(lamentablemente a bien poca luz) a un nuevo hijo
La niña callada deja atrás el no hogar y descubrirá un
verdadero hogar al calor de Eibhlín (una prima materna) y su esposo Seán. La prima
es la antítesis de su distante madre, Cáit se da cuenta nada más llegar por su
dulce forma de hablarle y por su actitud cercana
La buena mujer se agacha al abrir la puerta del coche
paterno y en ese agacharse bondadoso muestra que allí no anida la altivez ni el
repudio que ella ha vivenciado en “su” casa sino una voluntad de acoger que
nace del corazón
Amorosas palabras nunca escuchadas y el mimo de quien sabe
cuidar infancias. En este sentido es significativa la escena del baño en agua
no fría que Cáit siente como demasiado caliente en su triste hábito a la
gelidez del no hogar paterno. Y en el baño los delicados cuidados de Eibhlín
quien la ayuda a limpiarse en profundidad y a peinarse, otro mundo el de ese
hogar auténtico
En ese amor de madre que le ofrece la prima materna, Cáit pronto
deja de orinarse en la cama por las noches -el orinarse de la inseguridad fruto
del abandono- y habla mostrando interés por todo lo que sucede en una granja en
la que se respira vida
Nada que ver esa bella casa con la de sus padres en la que
reina el descuido y la suciedad, una edificación gris que refleja la desolada
realidad de sus progenitores quienes son sombra de sí mismos en su incapacidad
de amar
Hombres “duros”
Al igual que el padre de Cáit, Seán es un hombre con serias
dificultades para expresar sus sentimientos. Hombres ambos educados en el no
mostrarse vulnerables ni sensibles según los nefastos patrones patriarcales de
la época que lamentablemente aún perduran en muchos varones hoy en día
Al esposo de esa amorosa mujer le cuesta desprenderse de
esa armadura impostada pero poco a poco se va acercando de corazón a Cáit.
Primero una galletita dejada a su lado en complicidad cariñosa y finalmente el
reconocimiento que la niña tanto necesita
En efecto, se nos muestra como él la invita a correr libre
sabiéndose observada y apoyada. Cáit corre cada día a por el correo del buzón
de la granja y en esa bella carrera (las imágenes de su cabellera al viento y
su cuerpo en movimiento son belleza con mayúsculas) es cronometrada por Sean
quien aplaude sus progresos
La carrera ante Sean será tan hogar como las dulces
palabras y los mimos de Eibhlín. Así lo sentimos nosotros los espectadores y
así comprobamos que lo siente Cáit
Porque llega el día en que la niña ha de regresar a la
escuela y a la casa de los padres. Ese día ella corre tras el vehículo de sus
cuidadores de referencia cuando estos regresan tristes a su hogar de nuevo sin
niños. De nuevo sin niños porque la pareja vio morir a su único hijo y ahora se
ven obligados a dejar a una niña que han sentido como hija
Corre Cáit pues tras ellos y salta a abrazarse a Seán
observada por su patético padre que nada sabe de amar
Amar es respetar, respetarse
En ese abrazo está el hogar que anidará en ella para
siempre ocurra lo que ocurra después. Y es que tal como marca el abandono
histórico sufrido también marca en positivo el haber vivenciado el amor en un
verdadero hogar ni que sea por un breve tiempo
Cáit sabe ahora lo que es ser amada, sabe que hay gente que
ama, sabe que la han visto y la han respetado en su diferencia. Cáit sabe ahora
lo que es amar y puede mantener en sí esa llama a la espera de un tiempo en el que
se le permita decidir sobre su futuro
Esa vivencia ha sido un valioso regalo, gracias a esa
vivencia ahora ella se sabe bellamente única y no despreciativamente “rara”
En este sentido las palabras de ese hombre que abraza la
han cambiado:
“No tienes que decir nada. Recuérdalo siempre. Muchas
personas pierden la oportunidad de estar calladas y por eso pierden muchas
cosas”
Recuérdalo siempre le dijo Seán. Un recuérdalo siempre niña
con voluntad de ser un recuérdalo siempre mujer. Bella, muy bella esa voluntad
de hombre amoroso hacia una niña que necesitaba el abrazo adulto
Este artículo es la revisión
del publicado en el diario Cine y Literatura tras el estreno de esta joya
cinematográfica
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