Yo capitán: La odisea de los desesperados
Quiero convertirme en alguien, en Europa realizaré mi sueño y os ayudaré (Seydou a su madre)
Las personas que se embarcan están
prácticamente muertas. Es como si ya no existieran. Y piensan: si ya no existo,
¿por qué no arriesgarme?
Si Europa cree que puede dormir
tranquila sin solucionar el problema de África, se equivoca
Youssou
N’dour
Lamentablemente
desde hace décadas el Mediterráneo es una fosa mortuoria para miles de
africanos que huyen de su tierra en búsqueda de una vida mejor. Mueren ellos en
el mismo mar en el que nosotros los privilegiados europeos surcamos a bordo de
cómodas embarcaciones de recreo, mueren ellos cerca de las mismas playas en las
que nosotros nos relajamos de nuestros “problemas”
En la
memoria de la mayoría está la imagen viral del pequeño Alan de tan sólo tres
años tumbado como si durmiera en una playa turca, era el verano de 2015 y junto
a él murió su madre y su hermano de cinco años, el padre fue el único
superviviente de la familia en uno de los tantísimos naufragios de
embarcaciones precarias y sobrecargadas que transportan personas en condiciones
deplorables
Unas
personas que realizan esa épica travesía marítima tras sobrevivir a las
durísimas rutas terrestres africanas atravesando desiertos y siendo víctimas de
todo tipo de maltratos por aquellos que en extrema inhumanidad se enriquecen a
costa de los que sin experiencia ni preparación se arriesgan a la aventura de
llegar a la costa mediterránea
Matteo
Garrone nos muestra esta realidad de forma brillante e incluso poética evitando
la recreación en el horror. En este sentido, utiliza la mirada sensible y
comprometida de Seydou (Seydou Sarr en una excelente interpretación) el joven
protagonista de esta historia para resaltar las luces en la profunda oscuridad
retratada; unas luces que emanan fundamentalmente del corazón de este adolescente
senegalés quien junto a su amado primo Moussa (Moustapha Fall) emprende “el
viaje” (así lo llaman ellos en su inconsciencia) a una Europa idealizada
Io
Capitano (2023) ha obtenido una buena acogida tanto por parte de la crítica
como por el público y ha sido galardonada en distintos certámenes cinematográficos
como el 80 Festival de Venecia en el que obtuvo el León de Plata por su
dirección y así mismo el premio al mejor actor joven para su protagonista.
Actualmente se proyecta en los cines españoles
Sueños
Seydou sueña con ser músico famoso, quizás espoleado por el éxito internacional del mítico senegalés Youssou N’Dour quien por cierto siempre se ha distinguido por su compromiso activo en la lucha por visualizar y buscar solución a los problemas de su amada África mediante acciones que involucren tanto a los poderes locales como a los extranjeros
Labor
ardua que choca a menudo con las burocracias políticas, es el caso de la
prometedora campaña publicitaria que en el ya lejano 2007 promovió el gobierno
español liderado por J.L. Rodríguez Zapatero y en la que N’Dour participó como
una de las voces que explicaban la dura realidad de esa Europa idealizada a la
que tantos conciudadanos suyos -especialmente jóvenes- quieren desembarcar para
alcanzar sus sueños; una campaña pedagógica que nunca se visualizó en Senegal
pese a sus denodadas gestiones
En este
sentido, sorprende que ninguno de sus temas figure en la excelente banda sonora
del filme y sí los de otros grandes músicos del continente africano como
Geoffrey Oreyma y Samba Touré
Sea o no
You (así apodan cariñosamente en Senegal al creador de temas tan exitosos como 7
Seconds) el inspirador de Seydou, el caso es que por ese sueño artístico el
joven desoye los sabios consejos de su madre y junto a su decidido primo Moussa
marchan en una simbólica noche y de escondidas a realizar “el viaje” a la
tierra donde “sus sueños pueden hacerse realidad”
Pero antes de poder comprobar si esa idea puede materializarse, Seydou hace gala de una gran capacidad para soñar en positivo como modo de aligerar la dureza de su odisea africana
Garrone nos deleita con dos bellos sueños de ese joven de gran
corazón, destacar el que se ve a sí mismo salvando a una mujer abatida en el
desierto quien vuela en la libertad soñada (por ella, por él, por todas las
personas que yacen cadáveres en el camino, por todos los extasiados compañeros
que los acompañan en esa travesía sin descanso, por tantos desesperados antes y después de
ese presente retratado)
Debo advertir que el análisis que sigue desvela el final del
filme
De
orilla a orilla
Y pese a
tanta dureza, Seydou llega a Trípoli con un doble objetivo: encontrar a su
primo del que se separó en el desierto por la acción de uno de tantos comandos
policiales corruptos y así poder llegar juntos a la anhelada orilla europea
Con esa
voluntad de quien nunca se rinde (salimos juntos y debemos terminar el viaje
juntos, se dice y dice), Seydou logra encontrar a un Moussa malherido. Por él
se verá obligado a precipitar su travesía marítima aceptando tripular un viejo
navío lleno hasta la bandera de desesperados conciudadanos
En una
escena que conmueve profundamente, lo vemos antes de zarpar observando a los
que serán sus pasajeros, en especial a las madres y a los niños
Y zarpa
pese a su inexperiencia -sólo sabe lo poco que le han explicado los
explotadores de turno que les han proporcionado la nave- con esa voluntad y ese
coraje del héroe en el que se ha convertido a fuerza de superar tantos
obstáculos
Pilota
sin descanso -con la sola ayuda de su primo- y atiende al estado de sus
pasajeros. En esa empatía pide ayuda a salvamiento marítimo para una mujer que
está de parto. Una ayuda que no llega y que despierta mayor coraje en el
capitán Seydou quien espeta a su interlocutora administrativa:
“Entiendo
que no quieren venir, quieren que muramos aquí en medio del mar. Está bien,
entonces asumiré la responsabilidad los llevaré a Italia y nadie morirá”
Y así
es, en la potente escena final un exultante Seydou grita al avistar Sicilia:
“Soy el capitán, lo hice. Salvé a todos, nadie murió” al tiempo que Garrone nos
lo muestra observando el helicóptero que los recibe, el contraste armónico
entre el sonido de las hélices del simbólico vuelo logrado y su rostro curtido por tanto vivenciado expresan la
grandeza de su odisea africana y mediterránea
Pero aún
queda una tercera odisea por vivenciar que podría dar a pie a otra película: la europea que como sabemos día a día
se torna más dura por la deriva política de una Europa cada vez más cerrada e
insensible
Por esa
insensibilidad en la orilla de los privilegiados y por esa falta de
visualización de la realidad en la orilla de los desesperados, Garrone ha
realizado su espléndida Io capitano una obra audiovisual que entiendo
imprescindible y necesaria para ayudar a mejorar nuestro enfermo mundo
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