La enfermedad del domingo: Los silencios del abandono
La vida no vivida es una enfermedad de
la que se puede morir
Carl Gustav Jung
El realizador Ramón Salazar nos ofrece una excelente película de
cadencia lenta en la que predominan los silencios la cual nos transporta a un mundo
donde reina la naturaleza salvaje con mayúsculas, un bosque denso en pleno
otoño que puede considerarse como imagen de las vidas de las dos mujeres
protagonistas
Ya en el inicio de La enfermedad del domingo (2018) se nos muestran dos simbólicos grandes árboles sobre los que aparecen los nombres de la pareja de actrices que encarnan a esas protagonistas, ambas excelentes en sus interpretaciones. Uno lleva en lo alto el de Susi Sánchez (Anabel, la madre) y ligeramente tras él otro rotulado en lo bajo con el de Bárbara Lennie (Chiara, la hija). El árbol pues como potente imagen simbólica de la genealogía y la unión entre ambas mujeres a pesar del abandono materno que tanto les marca…
Debo advertir que el análisis que sigue contiene spoilers
Culpa y rabia
Chiara reaparece súbitamente en la vida de Anabel quien la abandonó siendo una niña. La dejó con Mathieu, su padre, sin darle explicación alguna. Los abandonó y jamás se comunicó con ellos, nunca quiso saber nada. Ahora que la niña es ya adulta, la ha localizado; y comprueba que Anabel está casada y se encuentra muy bien posicionada tanto social como económicamente
La hija buscadora le hace una petición a su desconocida madre que ella acepta aunque con reticencias: convivir diez días juntas para hablar, hablar (como se verá) más allá de las palabras, hablar incluso en el silencio de tanto nunca expresado
Así, Chiara lleva a su madre a la austera casa de pueblo dónde vivieron y vive ella ahora. Todo un cambio para alguien como Anabel acostumbrada a los lujos. Allí, en la casa junto al simbólico bosque y casi incomunicadas del mundo se crea una atmósfera especial en la que la madre se siente incómoda; Anabel recela de lo que realmente quiere-pretende Chiara y constantemente le pregunta qué puede hacer por ella. En ella pesa el sentimiento de culpa de la madre que dejó tirada a su hija a pesar de la conveniente máscara de indiferencia-desapego con la que se ha acostumbrado a “vivir”
Chiara inicialmente no puede-sabe comunicarse de forma directa con Anabel, por lo que utiliza metáforas para hablar de sí misma, para dejar aflorar cómo se ha sentido y se siente. La vemos embadurnando de barro a su perra (la madre no sabe que es suya) y haciéndole creer que la ha rescatado de un pozo donde había caído y que la va a acoger…
La perra en un pozo, tal y como Chiara en un pozo: la niña abandonada que lloró y llora esperando que su madre fuera a rescatarla y la acogiera de nuevo en su seno. Pero desafortunadamente no fue así, ella creció sin madre y siente legítima rabia por tanto dolor sufrido. Chiara quiso evadirse de toda esa negrura a base de drogas y alcohol, y aún ahora con su madre al fin delante recurre al inútil emborracharse…
Aunque finalmente estalla junto a la ventana por la que la esperó cuando Anabel se fue sin despedirse (y en la que aún mira cuando se siente mal); le lanza con violencia a su madre la hogareña taza que lleva en la mano, taza que impacta en su frente causándole una herida sangrante; de esta forma visceral ha descargado tantos sentimientos negativos acumulados durante demasiado tiempo
Ya liberada, se excusa y la cura; Chiara se siente aliviada por la descarga y puede compartir ahora de verdad con su madre, se ha expulsado el veneno que la corroía y se hace patente lo que Anabel sospechaba: está enferma en fase terminal. Chiara le agradece su presencia y la madre (ahora más madre en ese entregado aceptar la descarga) logra que ella le diga qué es lo que quiere-necesita que haga
“Quitar a luz”
Chiara quiere que la ayude a morir ya, quiere que su madre que le dio la vida se la arrebate para acabar con el dolor de una enfermedad que la está consumiendo
En la que considero más bella escena de la película, madre e hija se desnudan junto a un lago en pleno bosque. Anabel se desnuda primero mientras su hija la observa tumbada sin casi fuerzas, la madre la levanta y la desnuda con cuidado, Chiara se apoya en ella y se le abraza. Como al nacer las dos abrazadas, sintiéndose piel con piel, armonizándose latir con latir, fundiéndose en una
De esta manera entran a las aguas, se bañan y Anabel acaricia a su hija, “mama, lo entiendo todo” dice ella ya casi sin voz. Un “lo entiendo todo” que puede interpretarse como muestra de solidaridad de Chiara con su madre, ella se siente muy cansada como debió de sentirse Anabel cuando la abandonó
Y tras estas palabras de corazón la madre procede a la “ceremonia” de “quitar a luz” a quien un día lejano dio a luz, el darle muerte por amor ahogándola en las aguas, nació Chiara de las aguas maternas y muere en las aguas gracias también a la madre. Es bello y duro a la vez el primer plano del rostro desgarrado de Anabel quien acaba llorando; ese sincero y sentido llorar quizás como un indicio de cambio en una mujer que huyó y abandonó en su huida a su niña (la hija y entiendo que asimismo la suya interior)
Arrebatador final que invita a reflexionar sobre muchos temas como el de la humanísima huida y la pedagogía de la enfermedad…
Cuando huir no es la solución
Sabemos que cuando peligra la integridad personal es necesario huir. Pero a veces este a menudo eficaz instinto humano de supervivencia se nos activa en situaciones que pueden tener solución y huimos por incapacidad o miedo de afrontar lo que hay. A mi entender esas huidas no liberan, el problema no afrontado lo llevamos con nosotros allá donde vamos (por muy distante que sea el lugar físico) y sigue afectándonos
Anabel huyó sin despedirse de nadie, poco sabemos de sus motivos. Sólo un “me fui porque quería más” que confiesa a Mathieu cuando lo visita tras saber de la enfermedad de su hija. El hombre le pregunta si lo ha conseguido con su pareja actual a lo que ella responde que sí, aunque en su cara se expresa todo lo contrario, consciente de esa contradicción ella admite que “nunca es suficiente, es agotador”
Anabel sabe que no ha conseguido lo que buscaba, no está satisfecha y se siente muy cansada. Entiendo que la mujer en el fondo huyó y huye de ella misma y el huir de una o uno mismo agota; la solución es dejar de hacerlo y mirarse-observarse, buscar qué nos pasa realmente más allá del cómodo qué le pasa a los que nos rodean e incomodan. Ese mirarse sincero no acostumbra a ser sencillo e incluso puede doler, pero es necesario para poder solucionarse
Y para Anabel los días pasados con Chiara han sido un punto de partida en el mirarse. En este sentido, se nos muestra como en sueños observa una extraña cueva oscura que también ve su hija, la cueva se asemeja a una tumoración (como imagen de la enfermedad de Chiara que en el fondo es de ambas mujeres) y asimismo vemos cómo la madre siente ahogo al despertar de su visión, el ahogo empático por su hija y el ahogo propio de todo lo escondido que necesita ser iluminado-visto-sentido-entendido
La enfermedad como síntoma
A menudo la enfermedad aparece como reflejo de una problemática personal. Entiendo que en esos casos más allá de “curarla” utilizando medicamentos y tratamientos específicos sería recomendable atender a lo que nos pasa internamente para intentar sanarse. Suele suceder que si la persona se niega a auto-observarse la enfermedad no remita o mute como si en esa permanencia esperara ser abrazada-entendida
Chiara es una niña abandonada sumida en su “memoria inmóvil”, expresión esta que utiliza y define su padre al hablar de ella con Anabel: “Hay una memoria que se estanca, es muy poderosa y si no somos capaces de ponerla en movimiento nos arrastra hacia abajo”
Mathieu viene a decir que él ha podido superarla pero que su hija no. Chiara no ha sabido salir del pozo oscuro en el que se la abandonó, no sabemos con certeza si es que no ha encontrado ni en su padre ni en otras personas la suficiente ayuda o si ha sido ella misma quien la ha rechazado sumida en la rabia-dolor por el abandono materno; no sabemos con certeza, pero todo parece indicar que su actitud ha sido la de rechazar a quien no fuera la esperada madre. Entiendo que esa “memoria inmóvil” la ha vencido en forma de enfermedad; y es una lástima que haya sido así tanto para ella como para sus personas cercanas
Este artículo es la revisión
del publicado en el diario CyL
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