Ripley: Las sombras de la usurpación
Todas las cosas en la naturaleza son oscuras excepto cuando se exponen a la luz (Leonardo da Vinci)
La luz, siempre la luz (Citado en la obra audiovisual)
El
realizador y guionista Steven Zaillan nos ofrece una sobresaliente serie de
suspense protagonizada por el inquietante buscavidas Tomas Ripley, personaje
creado por la gran novelista Patricia Highsmith
Ripley
(2024) deslumbra -más allá del guion adaptado y la dirección- por su
cuidadísima fotografía en blanco y negro que homenajea al film noir; Zaillan
evoca en sus cautivadoras imágenes a tantos míticos directores estadounidenses
y europeos del siglo pasado que convirtieron a la luz y a las sombras en
protagonistas destacadas de sus perturbadoras películas
Y destaca
asimismo por la buena labor actoral, especialmente por la elaborada caracterización
de Andrew Scott encarnando a Tomas Ripley pero también por las excelentes
interpretaciones de tantos grandes personajes secundarios como el comisario
jefe romano o los numerosos recepcionistas de los hoteles italianos en los que
se aloja el escurridizo Ripley
Por todo
ello, se comprende que Ripley (estrenada el pasado 4 de abril) esté
siendo muy bien valorada tanto por la crítica como por el público. Y sin
embargo sorprende gratamente su gran éxito comercial al ser esta una serie
rodada en austero blanco y negro y con un ritmo lento, condiciones ambas
antitéticas al común dominante frenesí multicolor de nuestro mundo
Arte en luz y sombras
Su rico argumento puede resumirse en pocas palabras evitando así desvelar detalles esenciales: El falsificador de pocos vuelos Tom Ripley es contratado por un millonario neoyorquino para una misión delicada que le llevará a conocer Italia. El magnate cree que él es amigo de su esquivo hijo quien ha fijado su residencia en una población de la costa amalfitana y en consecuencia le encomienda hacerlo regresar a casa
Pero más
allá de la excelente historia narrada, de sus personajes y de sus situaciones,
la obra audiovisual se disfruta por el comentado arte del retrato fotográfico y
por su sublime dar luz a las artes humanas, concretamente la pintura, la
escultura y la arquitectura
Como
ocurre con Terrence Malick y la naturaleza con mayúsculas, Zaillan nos estremece
-en belleza formal y en profundidad humana- en su detallado mostrar distintas
obras pictóricas clásicas (especialmente las del genial Caravaggio), asimismo
nos impacta retratando numerosas esculturas simbólicas de gran realismo y
estudiando con mirada lúcida las numerosas estructuras arquitectónicas en las
que se ambienta la acción con especial atención a sus fascinantes y evocadoras
escaleras que nos remiten a la interioridad anímica humana y a los vaivenes de
la vida
Un rico
legado artístico escenificado en el pujante Nueva York y la algo decadente
Italia de los inicios de la década de los 60 del siglo pasado fotografiados en
bellísimo arte lumínico de creativos encuadres:
Ese
impresionante plano del puente desde su base hacia el cielo en el que vemos
parar al inseguro autobús que ha llevado a Ripley a su primer destino italiano:
Atrani, la monumental escultura leonina de un lujoso hotel romano, las
numerosas escenas de interiores captadas en perspectivas singulares… la lista
es afortunadamente muy larga
Debo
advertir, ahora sí, que el análisis que sigue contiene spoilers
Caravaggio y Picasso
De ese arte retratado, destacan las obras de dos pintores: el mencionado Caravaggio que armoniza con la estética clásica de la serie y un Picasso cubista que intencionadamente rompe con esa armonía retro
El insigne lombardo naturalista causa profunda admiración a Tom Ripley. Lo
descubre él gracias a Dickie, el culto hijo del magnate quien le explica que
huyó de Roma después de asesinar a un hombre proxeneta cuyas mujeres eran
modelos para sus pinturas, y que en ese miedo a ser cazado creó sus mejores
obras
Así, de
alguna manera Ripley se identifica con ese hombre inquieto que pinta con
maestría su tormento interior, un pintor que sabe captar la luz y las sombras
del mundo; lo expresa en síntesis un sacerdote al verlo absorto contemplando un
cuadro del maestro: “la luz, siempre la luz”
Sin
embargo, la fascinación que siente Ripley por un cuadro cubista de Picasso que Dickey
tiene en su mansión amalfitana es de índole bien distinta a la de la forma y el
fondo de la obra de Caravaggio. Ripley no vibra con la innovadora mirada del
genial malagueño, él ve el gran valor económico de esa pintura expuesta sin la
más mínima protección
Ambición versus comodidad
Porque en Ripley anida la ambición de tener, siente la atracción por el dinero y el brillo de los materiales nobles que emanan exclusividad, le priva tener (más que ser) como expresión de “distinción” y “superioridad”
La
sensación de superioridad del hombre que se regocija rodeándose de bienes
lujosos y que simbólicamente gusta de los grandes espacios interiores que
dominan el espacio exterior. En la serie, la mansión señorial a lo alto de un
acantilado mediterráneo o el palacete veneciano con privilegiadas vistas al
gran canal
En este
sentido y por su condición social, se comprende que muchos espectadores puedan
empatizar con un hombre tan poco empático como Ripley. Y es que él es un
sobreviviente que malvive en una pensión neoyorquina, uno más de la gran masa humana
que transita en la limitación material y que busca salir a flote como puede, en
su caso con falsificaciones bancarias. De alguna manera es un personaje
“heroico” en tanto que con sus trampas desafía la rigidez de un sistema que
favorece al que más tiene
Y cuando
por una carambola del destino lo confunden como amigo del “hijo de papá”, no
duda en probar suerte en Italia. Allí entrará en el deslumbrante y exclusivo
mundo de los que lo tienen “todo” y allí perfeccionará su arte del engaño para
alcanzar sus grandes aspiraciones
Lo hará
a costa del “bueno” de Dickey, un hombre que vive en la comodidad de la
protección económica paterna, un hombre de vida regalada que está acostumbrado
al lujo y no teme perder su privilegio material, y en ese no temer no cree
necesario protegerse ni proteger su patrimonio
Dos hombres
antitéticos por el tener material y que compartirán vivencias en su común falta
de personalidad diferencial, en su común inseguridad que los lleva a adoptar
unos personajes en los que enmascarar sus humanas carencias
Usurpadores inversos
Dickey disfraza su vacío creyéndose artista bohemio sin tener ni idea de lo que es la vida de quienes se consagran al arte empezando desde abajo porque él nunca ha bajado del pedestal forjado por el padre, nunca se ha arriesgado a ser por sí mismo. Así que en esa falta de legitimidad ha usurpado un personaje admirado que difícilmente podrá ser algún día real por esa falsedad de base
El “hijo
de papá” es usurpador “artista” al igual que lo son sus dos amigos acomodados
que como él viven sin la preocupación de ganarse el sustento: Eliot otro “hijo
de papá” millonario que se cree realizador escénico y Marge quien no logra
consumar el libro fotográfico en el que trabaja, ella será la única que acabará
consolidándose, aunque en buena parte gracias a su usurpador inverso: el
buscavidas Ripley
Y es que
el falso amigo americano se muestra muy resuelto corrigiéndole los textos de
ese libro fotográfico que Marge dedica a la bella Atrani. Y asimismo Ripley
pinta con mayor arte que Dickey según reconoce el sagaz y crítico Eliot. De
alguna manera esos “poco artistas” son el medio para que aflore el artista que
Ripley lleva adormecido en su atormentado interior
Un
Ripley artista escritor y pintor que sin embargo destaca por su maestría en el
“arte” de la usurpación, ya era maestro en sus trapicheos neoyorquinos y se
supera a sí mismo en el estimulante ambiente lujoso de su “amigo” Dickey.
Ripley es su usurpador inverso, él usurpa personalidades acomodadas para
culminar sus ambiciones; y lo hará sin inmutarse con el comprensivo Dickey en
la radicalidad del asesinato
Tras ese
asesinato del opuesto, Ripley hará gala de sus habilidades para evitar que la
verdad aflore adoptando y simultaneando ambos personajes con el apoyo de dos
pasaportes: el suyo y el de Dickey por él falsificado. Ripley, todo un grande en el arte de escapar de los peligros especialmente por su habilidad en
mostrarse inexpresivo mientras trama -con esa mente brillante que nunca para y
que sabe captar cómo son los demás- e improvisa los quiebros a los
acontecimientos adversos que se le presentan
Y al
final cuando la comprometedora verdad está a punto de salir a la luz, Ripley -siempre
fascinado por la luz, pero a la vez esquivándola en sí mismo- adopta una nueva
personalidad gracias a la colaboración de otro usurpador de lo ajeno que conoce
en una selecta fiesta veneciana
Ese veterano
usurpador lo interpreta el genial John Malkovich quien encarnó en el cine a Tom Ripley, y en esa simbólica aparición fugaz Zaillan homenajea al rico legado
artístico en el que se sustenta su excelente obra audiovisual
Aguas desasosegantes
Para concluir este análisis, un apunte al protagonismo de las aguas en la serie como visualización de las profundidades oscuras de su protagonista
En
efecto, Ripley tiene sus peores pesadillas (porque él para nada está tranquilo
interiormente) viendo a Dickie sumergido en el mediterráneo, viendo a ese
hombre que murió confiado sin ofrecer resistencia alguna a sus brutales golpes
de remo, viendo a ese original puro que él ha falsificado, viéndolo a él irremediablemente
hundido y temiendo en esa imagen la premonición de su propio hundimiento
En este sentido
y más allá de sus recurrentes pesadillas, se nos muestra a Ripley observando con
inquietud el mar mientras navega a bordo de un ferry o evitando resbalar a las desasosegantes aguas de un canal veneciano que reflejan la
realidad distorsionada y que se entiende simbolizan la inquietante distorsión
humana que el amoral Ripley encarna. Fascinante personaje Tom Ripley, fascinante obra audiovisual el Ripley de Zaillan
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