Parásitos: A propósito de la creciente brecha social

 



Lo que nos hace falta son los puentes
Hay que hacer puentes
con palos o con cañas o suspiros
o con los corazones disponibles
que alguno quedará, por muy difuntos
que estemos todos hace tantos años
Lo principal de todo son los puentes
hagamos puentes, puentes, puentes
Ángela Figuera Aymerich

El director y guionista surcoreano Bong Joon nos ofrece una brillante fábula que es una mirada crítica sobre las a menudo vergonzosas y humillantes condiciones de los espacios (interiores y exteriores) de tanta gente con poco frente a la exuberancia del mundo de los pocos que tienen mucho

Una desigualdad espacial que es reflejo de la histórica brecha social en países como el suyo, brecha que lamentablemente crece cada vez más en todo el planeta

Parasite (2019) destaca por su excelentísimo guion, la cuidada puesta en escena y el solvente reparto que encabeza el veterano Song Kan-ho como Kim padre

Para aquellos lectores que no hayan visto la película y quieran hacerlo: quizás sea mejor leer este ensayo tras su visionado dado que en él se explican detalles esenciales de su argumento


 



Dos mundos

Se nos muestran dos clanes radicalmente distintos en cuanto a nivel económico y social. Los Kim, una familia pobre que viven en un insalubre semisótano de un barrio muy humilde, un espacio apenas ventilado y con poca iluminación natural donde conviven un matrimonio y sus dos hijos mayores (ella Ki-jung y él Ki-woo); los cuatro sin trabajo digno, malviven montando cajas de pizzas por una miseria

Y los Park, una familia muy rica propietaria de una gran vivienda unifamiliar ubicada en un barrio elitista. Ellos viven a sus anchas con todo confort en una edificación de grandes ventanales al sol disfrutando de la vista de su maravilloso y extenso jardín. Los Park también son cuatro: el patriarca quien es un exitoso empresario, su mujer dedicada a gobernar el hogar, Da-hye la hija adolescente y Da-song el pequeño de la familia

Dos familias de mundos opuestos que por su condición socioeconómica jamás se hubieran encontrado pero que van a conocerse y compartirán su día a día

Todo empieza cuando Ki-woo es contratado como profesor particular de la joven Da-hye.  A partir de esa entrada en el mundo rico, toda su familia –mediante engaños muy elaborados- logrará trabajar allí, lo hará gracias a la inocencia de la señora Park y a la poca dedicación de su esposo siempre tan ocupado en su trabajo fuera del hogar

Así el clan Kim consigue que despidan al chófer y a la ama de llaves (quienes serán substituidos por los padres) y que Ki-jung sea contratada como terapeuta particular para el pequeño Da-song, un niño muy inquieto con problemas de concentración. Son engaños de una familia desesperada que no duda en provocar el despido de dos buenos trabajadores haciendo creer a ese matrimonio rico que contratan excelentes profesionales para substituirlos

Los Park nada sospechan del vínculo entre los cuatro empleados infiltrados en su hogar. Sin embargo es el pequeño Da-song el que sí siente algo y lo suelta ante todos. Él se da cuenta de que los cuatro huelen igual (los cuatro huelen a miseria, a sótano insalubre) Pero ese darse cuenta no es tomado en consideración por sus progenitores; en ese no atender se visualiza la constatación de como desafortunadamente los adultos tienden a menospreciar la intuición-sabiduría de los niños

En otro orden de cosas, resulta muy significativo el contraste entre esos dos espacios-mundos cuando la naturaleza se manifiesta con toda su fuerza en una noche de lluvia torrencial. En la mansión vemos como Da-song se ha empeñado en dormir en su cabaña instalada en el jardín y no le entra ni una gota de agua

Por el contrario, la vivienda de los Kim se inunda por completo, impacta la imagen de las aguas fecales saliendo por el inodoro sin que nada puedan hacer; así la familia tiene que pasar la noche junto a muchas otras del barrio en un pabellón deportivo habilitado

Sintomáticamente tiene mejores condiciones la cabaña de juegos de un niño rico que la vivienda de una familia pobre, la dura realidad de un mundo muy injusto

 



De planes y descontrol

En el pabellón hogar común, Kim conversa con su hijo “¿Sabes qué plan nunca falla? Ningún plan. Si haces un plan la vida nunca funciona así” y le dice que mire a su alrededor donde tanta gente se refugian apiñados ¿acaso pensaron pasaremos esta noche en el gimnasio?” O la vida acontece y escapa al ansioso control humano

Esas palabras de Kim se producen tras haberse encontrado con imprevistos en su plan estratégico de “colonización” del mundo Park. Lo de colonización viene al pelo porque la familia titular se ha marchado unos días de casa y los Kim aprovechan la circunstancia para disfrutar en solitario del hogar soñado

Pero surgen imprevistos, la antigua ama de llaves les visita y con ella descubrirán un secreto que los Park desconocen: la vivienda dispone de un bunker en el sótano y en él vive su esposo escondiéndose de los prestamistas

Otro drama social que Bong Joon denuncia: cuántas familias entran en espirales de deuda en este mundo el nuestro donde el dinero se mercadea a elevados costes tanto en la legalidad bancaria como en la ilegalidad mafiosa, todas ellas -en mi opinión- voraces maquinarias con bien pocos escrúpulos

A partir de este descubrimiento todo se descontrola produciéndose situaciones tanto cómicas como trágicas. Situaciones que en principio afectan a las dos familias empleadas quienes acaban peleándose

Es brillante la escena en que los Kim al completo se ven dominados por la ex-ama de llaves y su esposo quienes los amenazan con un móvil en mano cual revólver cuyo gatillo es el enviar un mensaje: el enviar a los Park una grabación en la que los Kim confiesan la verdad de quiénes son

Y asimismo situaciones que se tornan definitivamente trágicas involucrando a los mismos Park. Así, en la celebración del cumpleaños de Da-jong, el habitante del bunker sale de su escondite encolerizado por la muerte accidental de su mujer causada por la señora Kim e irrumpe en el jardín lleno de invitados con intención de vengarse, lo hará matando a Ki-jung. A esa muerte seguirán otras que afectarán a las tres familias convirtiendo la fiesta en una alocada masacre

La venganza, esa respuesta descontrolada a un dolor, a una pérdida, a una injusticia; la venganza una forma de expandir ese dolor, esa pérdida, esa injusticia a otros, la venganza una triste forma de “solución” y descarga que nada repara ni externamente ni internamente, al contrario: lo enquista 

 


Desprecios y actitudes

El peculiar olor de los Kim que detectó el pequeño de los Park se convierte en la visualización del desprecio de clases. El padre del clan pobre es el que más huele a insalubre semisótano, eso a pesar de sus intentos de enmascararlo utilizando jabones personales y de la ropa

Y al padre Park sintomáticamente le resulta muy desagradable ese olor “a cuando hierves un trapo” tal y como comenta a su esposa, comentario que escucha Kim sin ser visto. Así, la mujer acaba abriendo la ventana del coche sensibilizada también ante ese olor mientras Kim la observa con gesto dolido desde el retrovisor

Un olor que también acompaña al habitante del sótano de la mansión. Cuando Park en la fiesta de su hijo se ve obligado a acercarse a ese hombre desconocido se tapa la nariz, lo que provoca que Kim –a pesar de su bondad y a pesar de su respeto por su empleador- reaccione con violencia matando al rico que no soporta el olor a pobreza

Entiendo que Park no es consciente de lo que han significado sus comentarios olfativos ni su exagerado taparse la nariz en un ambiente abierto como es el jardín. Esa actitud suya es un tic reflejo de alguien que vive en un mundo privilegiado aislado del mundo real de la mayoría –alguien que nunca coge el metro, así lo confiesan tanto él como su mujer-, y ese tic más las desagradables palabras que lo acompañan son imagen de su desprecio hacia esa mayoría que él ignora y desconoce. En este sentido resulta simbólico que sea con un desconocido con quien surja el rechazo de forma más exagerada

Park encarna el arquetipo -tan desafortunadamente común entre la gente rica -pero no exclusivo de su clase- de persona que muestra una actitud distante con quien no es de su grupo. El empresario marca límites en sus conversaciones con Kim advirtiéndole que no soporta la gente que “traspasa la línea”. Para Park –y tantos como él- los otros no ricos cuentan poco o no cuentan, no valora que gracias a ellos puede él tirar adelante su empresa

Como expresa Bong Joon al hablar sobre el título de su obra, los Park viven como viven gracias a la explotación de las gentes que trabajan para ellos, no son sólo los Kim los parásitos al aprovecharse de sus amos, el parasitar existe aquí en ambos sentidos aunque a menudo no se juzguen por igual sus actitudes en este injusto mundo en el que nos ha tocado vivir

En efecto, las dos familias tan opuestas en lo material son en cambio semejantes siendo parásitos dependientes y también lo son en algunas de sus características personales

A los Kim poco les ha importado el injusto despido del chofer y la ama de llaves, solo el padre muestra una cierta preocupación por ellos. Y en la escena en la que los vemos en el salón Park durante su ausencia, todos se comportan con una total falta de respeto por el hogar de sus empleadores, tan solo Kim –siempre él- es capaz de empatizar con ellos. El buen hombre habla sobre la ingenuidad de la familia empleadora, en especial de la señora –que es la más sensible y empática de su clan- a la que califica como muy amable “aún siendo rica”. A lo que su mujer replica que “si tuviera todo este dinero también yo sería amable, incluso más” momento en el que la vemos en su injustificable no-amabilidad apartando bruscamente a uno de los perros de la mansión

Y es que para nada la empatía y la amabilidad al igual que sucede con otras características personales como el desprecio están relacionados con el tener más ya sea posesiones, titulaciones, conocimientos… La película lo deja bien claro en el retrato de las dos familias protagonistas. La amabilidad y la empatía son características personales que tienen que ver con la sensibilidad y la desnudez del corazón con el que cada cual afronta la vida, y esa es una gran riqueza que no crea ni líneas ni brechas, al contrario: tiende puentes. Los tan necesarios puentes que la poeta Ángela Figuera Aymerich proclama en la cita del encabezado

 

Doy las gracias a “mi” mujer Paula por sus aportaciones, ella siempre enriqueciéndome

 

Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL

 

 


 


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