El Rey pescador: Del amor, el destino y los abismos emocionales

 



Mientras me paseaba por las llamas del infierno, disfrutando de esas delicias del genio que a los ángeles parecen locura y tormento, recogí algunos de sus proverbios

William Blake en El Matrimonio del Cielo y del Infierno


Le dijo que todo era tan rigurosamente lógico como la maquinaria de un reloj, y la invitó a considerar la cantidad de casualidades y sutilezas que habían tenido que combinarse y engranarse para hacerlo posible. Y todo eso lo había urdido el destino. Era un regalo que les hacía el destino. Un regalo maravilloso

Luis Landero en La última función

 

El  que fuera miembro de los míticos Monty Python, Terry Gilliam dirigió en 1991 The Fisher King espléndida película entorno a dos hombres unidos por un destino trágico interpretados brillantemente por Jeff Bridges (Jack) y Robin Williams (Parry). Se trata de una fábula con profundos significados psicológicos y anímicos

 

Preliminar

Para aquellos lectores que no la hayan visto y quieran hacerlo: quizás sea mejor leer este ensayo tras su visionado dado que en él se explican detalles esenciales de su argumento (incluido el final)



Egocentrismo

Jack es un locutor radiofónico de éxito que se cree un dios, le va el morbo y humilla con cinismo a quien le llama para pedir consejo. No se conmueve por nadie, ni por su público, ni por su pareja y mucho menos por la gente sin techo. Lo vemos arrogante en su limusina negándose a ayudar a un vagabundo. Jack es la encarnación de Narciso, sólo se “ama” a sí mismo o mejor dicho al personaje que se ha construido en su intento de ocultación

Se nos muestra cómo trata a un oyente habitual con problemas para relacionarse con las mujeres al que llama “Pinocho”. El hombre le cuenta que ha visto a una hermosa chica en un bar exclusivo, Jack le suelta que nunca conseguirá estar con una bella mujer y a continuación con tono agresivo despotrica de la “gente bien” arengando que "no sienten amor. Sólo negocian momentos amorosos. Son malvados. Hay que detenerlos antes de que sea tarde, somos nosotros o ellos”

Un mensaje bélico que entiendo evidencia la lucha que anida en él, la lucha con sus partes no reconocidas ni aceptadas. No es la “gente bien” abstracta la que no siente amor, es él en concreto el que ni siente amor ni sabe amar

Esa misma noche ese hombre solitario con problemas a quien él estimuló comete una masacre en el bar “bien” donde vio a la chica; y los noticiarios hablan de la influencia del alegato de Jack. Lo vemos frente al televisor conmoviéndose horrorizado

En la siguiente escena han pasado unos años, Jack vive con Anne (Mercedes Ruhel) en su vivienda anexa al negocio de videoclub que ella regenta. Jack depende en todo de esa mujer que lo soporta por amor. Porque él sigue con su cinismo y sumerge en alcohol  el recuerdo de su violento alegato. Sigue proyectando fuera lo propio: se nos muestra como maltrata a una clienta del videoclub y como defiende su actitud con un “odio a la gente desesperada” cuando es él –especialmente tras la masacre- el desesperado

En efecto, lo vemos tambalearse en la noche lluviosa neoyorquina resoplando junto a una limusina aparcada o la “vida” que un día tuvo, ahora es él en su dejadez vital el vagabundo al que antes repudiaba. Y un niño rico -al verlo tan desvalido- le regala su muñeco Pinocho (precisamente el nombre que él puso a ese hombre de la masacre o los mensajes del destino)

Lo vemos hablar con el juguete sobre los pocos humanos destinados a la grandeza frente a la muchedumbre de “estropeados chapuceros” en la que ahora Jack se encasilla. Lo hace bajo una simbólica estatua ecuestre dorada con pedestal laureado, la imagen del podio o el triunfo de tantos “conquistadores” sobre los demás, el triunfo solitario del que creyendo derrotar a los otros se derrota/destruye a sí mismo



Reunidos por el destino

Perdido en su autodestrucción llega a un lugar abandonado bajo un puente a orillas del mar (el clásico “hogar” del vagabundo), allí acuden unos jóvenes con ganas de bronca que le atacan por considerarlo escoria, unos chicos que -al igual que él mismo- repudian a los desahuciados de la sociedad del éxito material. Y aparece Parry, un marginado singular con su “ejército” de vagabundos ahuyentándolos

Así Jack entra en contacto con el submundo de los marginados y acaba durmiendo la borrachera en el “domicilio” de Parry entre tubos y conducciones. Su salvador se muestra como un “loco” sabio hablándole de su misión: recuperar el Santo Grial que cree que guarda un millonario en su mansión-castillo de la Quinta Avenida. Y le pide ayuda para lograrlo

Jack se va de allí dejándole su simbólico Pinocho, Parry lo despide con un lúcido “Ahora que sabes dónde vivo, no te pierdas” o sé que me necesitas, que nos necesitamos uno al otro para salir de nuestros abismos emocionales. Ese es el motivo de su encuentro urdido por los potentes hilos del misterioso destino

Potente destino porque al salir de ese sótano Jack encuentra a un hombre que le explica quién es Parry. Su salvador estaba en ese bar de la masacre, su mujer murió asesinada por ese oyente desesperado a quien Jack aleccionó. Parry era doctor en Historia y tras estar internado en un psiquiátrico volvió al edificio donde vivía y el portero lo alojó en ese cuarto de calderas por compasión

Una coincidencia del destino, una gran oportunidad para Jack, para resarcirse de su doloroso pasado. Ya en casa con Anne, él confiesa al fin sentirse traumatizado y enfermo. Ese encuentro de abismos le ha desnudado. A Jack le gustaría “pagar la multa e ir a casa”, en ese sanador mostrarse vulnerable rompe a llorar y ella en su amor le abraza

 



El resonar del mito

Jack quiere redimirse por la vía rápida del saldar su “culpa” con el distante y a menudo humillante pagar con dinero. Entiendo inútil ese pagar material, tan inútil como el pagar del penitente dogmático. Ante el humano error y sus consecuencias la verdadera expiación está en el buscar resarcirse y resarcir dándolo todo para solucionar/solucionarse

Lo que Parry –y Jack incluso más que él- necesita es su ayuda real para conseguir el ansiado Grial. Pero Jack pretende que Parry “despierte” de su ensoñación y cuando le recuerda quien fue, el hombre sufre un ataque y ve –vemos- al Caballero Rojo de sus pesadillas. Un caballero con armadura que escupe fuego desde su frente, una imagen simbólica del desorden mental que el pobre Parry sufre

En una espléndida escena se nos muestra cómo se atreve a ir a por el caballero en retirada en pleno Central Park, alocada persecución que sigue un Jack preocupado por su integridad física. Sobre una roca sentado tranquilamente Parry espera a su extenuado amigo, “ya se fue, lo hicimos huir” le dice creyendo que Jack también lo ha visto y sintiéndose más fuerte a su lado

En la noche estrellada de ese parque, Parry se desnuda para tumbarse sobre el césped a observar el cielo e invita a su amigo a que se le una pero Jack –en su autoprotección- le acompaña sin desnudarse. Y Parry le cuenta la historia del Rey Pescador:

Érase un rey que siendo niño tenía que dormir solo en el bosque para probar su valentía y así poder llegar a ser Rey. Mientras duerme solo en la noche tiene una visión, del fuego aparece el Santo Grial. Y una voz que le dice que él será el guardián del Grial para que éste pueda curar los corazones humanos. Pero el niño estaba cegado por ideas de grandeza y en su estado de asombro radical se sintió por un breve momento como un niño Dios. Metió su mano en el fuego para coger el Grial pero éste se desvaneció y él se quemó terriblemente. El niño creció y la herida se profundizaba. Hasta que un día la vida para él perdió su razón de ser. No tenía fe en los hombres, ni siquiera en sí mismo. No podía amar ni sentirse amado. La experiencia lo enfermaba y comenzó a morir. Un día un “tonto” se metió en su castillo y encontró al rey solo. Y en su condición de “tonto” no vio un rey sino un hombre solo que sufría, así que le preguntó: ¿Qué le aqueja, amigo? Y el rey contestó: Tengo sed y necesito agua para enfriar mi garganta. El “tonto” tomó una copa junto a la cama, la llenó de agua y se la dio. Y cuando el rey empezó a beber se dio cuenta de que su herida había sanado. Miró bien y ahí tenía el Grial que había buscado toda su vida. Y le preguntó al “tonto” cómo había encontrado lo que sus bravos “listos” no supieron hallar, él respondió: “No lo sé, sólo sabía que usted tenía sed”

Como todo mito, el del Rey Pescador tiene un profundo contenido simbólico arraigado en el inconsciente humano. Es una historia rica en matices y significados que entiendo muy adecuada para todo aquel que esté dispuesto a mejorar en su vivir. Un mito que parece hecho a la medida de esos dos hombres perdidos en los laberintos de sus vidas truncadas. Los dos necesitan encontrar ese esquivo Grial, los dos tienen la garganta seca, ambos necesitan beber el líquido que contiene que en la simbología cristiana asociada es la sangre de la pasión: la sangre de la pasión del dolor vivenciado que los desgarra, la sangre de la verdad en uno mismo no reconocida ni aceptada que ese dolor encierra, la sangre que bebida en la valerosa desnudez propia aporta la comprensión del amor. Los dos necesitan beber del Grial, especialmente Jack cuyo temor no asumido es precisamente el amor con mayúsculas que se expresa en la entrega total al otro, algo que él en su egocentrismo nunca ha experimentado

 


Amor

Jack no sabe amar, tiene a su lado a Anne quien le muestra en cada instante lo que es y significa amar pero él no es capaz de verlo ni de sentirlo. En cambio Parry sí que sabe lo que es, él amó con toda su alma a su mujer y ahora está platónicamente enamorado de Lydia una joven muy tímida (Amanda Plummer) a la que cada día observa a distancia porque no tiene el valor de acercársele

En una bella y potente escena vemos a los dos hombres juntos en un gran vestíbulo de estación repleto de gente transitando apresurada, personas todas de pie y el duro contraste de los desahuciados “tirados” en el suelo. Y Jack que conversa con un inválido de guerra (Tom Waits) tras recoger una moneda que alguien no acertó a tirarle en su taza, se indigna porque no le miró –él que nunca miraba siendo acaudalado y poco mira ahora- y el indigente le contesta “está pagando, así que no tiene que mirar” o la “normalidad” de la anormal distancia emocional del "limosnear" con la que desafortunadamente tantos se escudan

Y el enamorado que ve entre esa gente trabajadora a su chica, al verla todo se transforma: se nos muestra a esas personas bailando al son de un desacelerador vals, bailan por parejas variopintas (la riqueza de la variabilidad del mundo) como en una sala de una agradable celebración y el foco en un Parry sonriente siguiéndola. Ellos dos son los únicos que no bailan, es así hasta que la joven desaparece rumbo a un pasillo de acceso, en ese momento todo ese encanto de amor vuelve a la normalidad monótona de la obligación y de las prisas

Tras ese encuentro, Jack convence a Parry de que antes de ir a por el Grial debe conseguir a la chica que le gusta para tener más fuerza en su ardua empresa. Y es que Jack -como tantos y tantas- en su egocentrismo reconoce la fuerza del amor solamente en el sentido único del recibir. Pero sabemos que el amor verdadero es bidireccional y se genera y alimenta precisamente en el dar. Parry -que bien lo sabe- le pregunta si él ama a Anne y ante su respuesta afirmativa, el “loco” gesticula la gran nariz del Pinocho que su amigo encarna por ese mentir/mentirse

Y Jack elabora un plan para que Parry y Lydia se conozcan que resulta exitoso, un plan exitoso en el que él le confiesa su amor y ella llorosa le palpa la cara como forma de asegurarse que es real para acabar besándose en sus timideces

Pero cuando ya se han despedido al enamorado le vuelve el recuerdo de esa noche traumática y con él regresa el implacable Caballero Rojo del que huye despavorido. En una de las mejores escenas del filme se nos muestra cómo rememora el trauma en su huida y cómo en el mismo lugar dónde él salvara a Jack es atacado ahora por esos dos impresentables que abordaron a su amigo. Una nueva coincidencia, ambos en sus simbólicas huidas llegan a esa orilla abismal y ambos son atacados por los mismos verdugos. Parry salvó a Jack, ¿qué hará este ahora?

Mientras, Jack se siente muy bien por haber ayudado a Parry y en ese sentir se ve con ganas de volver a trabajar en la radio. Anne por su parte es feliz al ver ese gran cambio, siempre ha esperado su despertar. Pero Jack evidencia que no está por la labor de un proyecto en común, él sigue en su egocentrismo y ante la gran pregunta ¿me amas? responde un patético no lo sé. Discuten y él confiesa que no entiende porque Anne le aguanta, “porque te amo” le dice ella golpeándole su pecho acorazado. Y suena el teléfono, han encontrado su cartera en el traje de un hombre hospitalizado

En efecto, Parry está muy magullado y el doctor –que conoce su historial- comenta que lo más grave es que está otra vez en estado catatónico y no sabe cuándo saldrá de su encierro, da su veredicto junto a la ventana en la que se observa una simbólica gran espiral introspectiva en un adorno de la fachada. Y les informa que lo van a trasladar al sanatorio donde ya estuvo ingresado tiempo atrás



El destino insiste, la transformación

Pero Jack abandona a su amigo y también a Anne en su retorno al estrellato radiofónica. Aunque se evidencia que ya no puede con su disfraz mentiroso, no puede dejar de ver a un compañero de Parry a quien encuentra en la calle, es decir no puede fingir que no recuerda a Parry. Por eso cuando el destino (siempre ese misterioso actor clamando implicación) vuelve a llamarle lo abandona todo y va a verle al sanatorio

Porque además el sabio e inexorable destino le reclama cuando le proponen a Jack el participar en una comedia televisiva sobre los sin techo, “Fuera de peligro” es su simbólico título: “Son tres locos sin techo pero son sabios. Les encanta no tener techo, aman la libertad y las aventuras. Se trata de la alegría de vivir” le comentan al explicarle el proyecto

Visita por fin a Parry con el Pinocho de su mentirosa “vida” y lo ve en su cama con telas de motivos alegres infantiles que Lydia le ha ofrecido en su amor. En esas telas el contraste: Jack en su vestimenta negra y Parry en alegre multicolor. Y Jack que le pregunta ¿Despertarás por mí?, en esa pregunta de nuevo él mismo y no el otro en el centro de interés. Y tras mentirle/mentirse sobre su “maravillosa vida” se desnuda anímicamente y confiesa que no importa lo que tenga porque en realidad no tiene nada

Y le habla a su amigo inconsciente de que en el supuesto de que acepte ir a por el Grial “no sería porque sienta que debo hacerlo o porque me siento maldito, culpable o responsable. Si hago esto –le cuesta sacarlo, se tiene que sentar- es porque quiero hacerlo por ti”. Y se despide lloroso con un “no te vayas a ninguna parte” acariciándole el pie o el amor verdadero que afortunadamente ya ha despertado en él

Así es, lo vemos ataviado como un aventurero medieval arriesgando su vida en la escalada al castillo neoyorkino y llega junto a una de las ventanas en cuya vidrieras destaca la imagen roja de un demonio, allí escucha el caballo del Caballero Rojo y farfulla lo que se dirá de él “una estrella de la radio se vuelve loco en una misión divina” para añadir un sentido “espero que cuando me encierren, me encuentren un lugar junto a él”, muy bello esperar

Penetra en el interior desde lo alto del torreón y en las escaleras se encuentra a su oyente (el de la matanza) apuntándole con una escopeta y disparándolo antes de desaparecer. Desciende a la planta baja y agarra el preciado  trofeo de su lugar preferente y en ese instante cae una copa al suelo. Jack descubre que le ha caído al magnate que estaba sentado en su sillón y a quien él no había visto, el hombre se ha tomado un montón de pastillas. Jack intenta reanimarlo y sale con el Grial por la puerta principal haciendo saltar la alarma, esa alarma le salvará la vida al millonario (los incansables hilos del destino siguen actuando)

Esa misma noche lo vemos en el sanatorio colocando la copa en manos de su amigo apoyada sobre su pecho, y quedándose a su lado pacientemente esperando a que despierte. Y se nos muestra como Parry despierta mientras Jack está recostado sobre su pierna, despierta palpando el Grial y le habla a su amigo de que tuvo un sueño en el que los dos estaban juntos. Jack no le mira en sus ojos llorosos

Llega Lydia, en la cama de Parry está el Pinocho y lo ve dirigiendo a los internos en un coro interpretando una alegre canción de amor, Jack también canta. Su enamorado ajeno al tiempo pasado en estado inconsciente se muestra feliz al verla y no entiende su sorprendido llanto. Y ahora sí bailan su amor

Amor que también siente Jack en su transformación. En efecto, lo vemos visitando a Anne y como con dificultad le dice que la ama, ella le abofetea su rabia acumulada y lo besa con pasión. Y la escena final en la que los dos amigos están de nuevo tumbados en la noche de Central Park, ahora Jack también está des-nudo

Este drama con final feliz –alguien dijo que si hay final feliz ya no es un drama- parece creado para Jack. Gracias a Parry y a ese hombre desequilibrado que mató a su mujer, Jack cae por primera vez de su pedestal egocéntrico. Y gracias a Anne y Parry, Jack conoce el amor verdadero. Es él y no su amigo quien necesitaba encontrar el Grial regenerador

Es Jack el que bebe la sangre derramada por su desconexión vital. Lo hace al arriesgar su vida por Parry y al vivenciar el trauma que él sufre, Jack ve y siente al  caballero del temor de su amigo y al oyente al que él aleccionó y que lo abismó

Jack tiene el valor de entrar en la “locura” de Parry. Me viene a la mente la película Más allá de los sueños en la que Robin Williams –en otra gran interpretación- visita la “locura” de su mujer en una simbólica nave invertida, porque ella vive en un mundo invertido. Y ¿acaso no es eso nuestro mundo donde es tan desafortunadamente común el miedo al amor?. Un universo invertido que requiere tener el valor para arriesgarlo todo en el necesario voltear, arriesgando incluso nuestra supuesta cordura que en gran parte es miedo a amar

Como reflexión final creo necesario resaltar el gran papel del destino en este excelente El rey pescador que entiendo es extrapolable a nuestras vidas. La vida vista como una extraordinaria gran película de historias entrecruzadas en las que todos somos actores inconscientes y el destino como un actor fundamental en la orilla invisible de la plena conciencia. El destino que nos habla como el apuntador que conoce lo escrito y olvidado en nuestro transitar dormido, los hilos del destino que continuamente nos llaman a recordar que tras las máscaras del "bien" y del "mal" estamos unidos en el amor. Y en este sentido es común que se repitan situaciones problemáticas en nuestras vidas, unas situaciones que esconden oportunidades pero que a menudo solemos rechazar en nuestra inconsciencia

Para muchos puede resultar extraño ver la vida de vidas que compartimos todos ahora y aquí desde esta óptica pero si fuéramos Jack y hubiéramos vivenciado lo que él no dudaríamos en exclamar ¡qué grande es esta vida tragicómica!

Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL




 

 


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