Sed de mal: Las sombras del poder

 



Entrega tu rostro al Sol y las sombras caerán detrás de ti

Proverbio maorí

 

Orson Welles dirigió en 1958 esta obra maestra del género negro en la que él mismo interpreta brillantemente a Quinlan un policía corrupto que se enfrenta a un asesinato, lo hace con la indeseada colaboración de Vargas (Charlton Heston) otro policía que es su antítesis. Ambientada en la frontera entre Estados Unidos y México, es una aguda reflexión sobre las sombras del poder y sobre la a menudo difusa frontera entre el bien y el mal


Genio, genialidad

Welles innovó radicalmente el mundo del cine con su primera película, la mítica Ciudadano Kane. Genio prolífico que además de ser uno de los mejores directores de la historia destacó como actor en películas propias y ajenas como El tercer hombre. Y fue un artista polifacético que también trabajó en la radio (la famosa emisión de La guerra de los mundos que desató el pánico en la población yanqui por su realismo) y el teatro; su pasión por este arte escénico le llevó a adaptar al maestro Shakespeare en tres películas extraordinarias: Macbeth, Otelo y Campanadas a medianoche; esta última (rodada en su amada España) fue considerada por el propio Welles como su mejor obra audiovisual

Su gran talento se aprecia en Sed de mal (Touch of Evil)  en el plano secuencia inicial que ha quedado como uno de los mejores de la historia del cine. También en la lograda atmósfera oscura del filme (prácticamente todo transcurre en las noches fronterizas con una espléndida fotografía de Rusell Metty que resalta las simbólicas sombras), en su soberbia interpretación del comisario Quinlan, en la elección de grandes actores secundarios (como la legendaria Marlene Dietrich  encarnando a Tana) y en su capacidad para hacer una obra maestra a partir de una novela nada destacable como es Badge of Evil de Whit Masterson



Dos mundos, dos formas

Quinlan y Vargas son unos afamados detectives pero de naturaleza radicalmente distinta. El mexicano es un hombre íntegro felizmente casado cuya vida está seriamente amenazada por el clan mafioso Grandi al que persigue. En esa tensión un atentado lo sorprende cruzando la frontera junto a su mujer Susan (Janet Leigh) quien va a estar también en peligro por el sólo hecho de estar casada con él

Por su parte, el corrupto capitán Quinlan perdió a la suya hace tiempo; la mujer fue asesinada y él nunca logró atrapar al culpable. Ese fracaso profesional y el profundo dolor por semejante pérdida lo convirtió en lo que es: un hombre amargado con tendencia a la bebida y un policía corrupto que no duda en falsificar pruebas para incriminar a los que en su famosa “intuición” considera criminales. No pudo atrapar a ese asesino que abismó su vida y desde entonces no ha permitido que ninguno más (sea o no cierto que lo sea) se le escape

Los dos investigadores se encuentran en este caso fronterizo cuyas víctimas son un empresario americano y una mujer mexicana quienes mueren en territorio estadounidense tras la explosión de su coche, ellos acababan de pasar la aduana con un artefacto colocado en México. Quinlan se siente amenazado por Vargas porque se sabe corrupto y entiende que este le puede descubrir. En sus primeras tensas conversaciones al hablar de su oficio, el estadounidense expresa su entender oscuro: “Hay muchos soldados a quienes no les gusta la guerra. Es un trabajo sucio defender la ley, pero es nuestro trabajo”

Y pronto descubre Vargas cómo “trabaja” Quinlan. En efecto, el mexicano asiste como observador a un registro domiciliario de un sospechoso y se da cuenta de que el capitán “instintivo” ha falsificado una prueba contra ese joven también hispano cuyo “delito” es ser la pareja de la hija del empresario fallecido

Vargas con mirada de furia acusa al corrupto y racista Quinlan de incriminar sin fundamento al joven. La guerra ha comenzado



Prioridades y descuidos

Vargas no es plenamente consciente pero, como les ocurre a menudo a muchos profesionales sean hombres o mujeres,  prioriza en exceso su trabajo en detrimento de su vida privada, en su caso de Susan a quien tiene que dejar sola a menudo para colaborar en la investigación  y ese dejarla sola va a ser aprovechado por los mafiosos

En efecto, con engaños la conducen a un hotel del clan donde le hacen una foto junto a un apuesto joven antes de presentarle al capo Joe Grandi. Nada ocurre, salvo esa fotografía y es que Joe ha elaborado un plan para doler a Vargas en su reputación

Ya libre, Susan recibe la fotografía con una nota falsa de amor que no enseña a Vargas. Ese miedo a provocar la desconfianza en su esposo junto con la actitud de él cada vez más obsesiva para solucionar el caso y desenmascarar a Quinlan, la conducirán a una situación muy desagradable

Porque Susan acabará alojándose en un motel “seguro” en territorio estadounidense que sin embargo también pertenece al clan mafioso que opera a ambos lados de la frontera. Welles nos ofrece una simbólica escena en la que vemos a Vargas telefoneándola allí, el noble policía está junto a una mujer ciega o la imagen de su propia ceguera al abandonar a Susan, la ceguera de no valorar el gran riesgo que supone dejarla tanto tiempo sin protección en ese polvorín fronterizo

Vargas ya de noche (tarde, muy tarde) se dirige al motel pero ella no está ni consta que haya estado allí. El conserje acaba confesando que un joven Grandi estuvo de recepcionista todo el día y que se la llevó de allí

En efecto, se nos muestra de nuevo el hotel de la fotografía y como la tienen drogada en una cama. Joe Grandi y Quinlan la observan, el capitán ha accedido a participar en el plan del mafioso por lo que llama a su fiel amigo policía Pete para que en su nombre avise a los de anti vicio

Al colgar, en una muy lograda escena, vemos como Quinlan asesina a Joe asfixiándolo tal y como asfixiaron a su mujer. Lo deja allí junto a una Susan dormida que al despertar grita horrorizada y sale pidiendo ayuda. Pero la gente de ese hotel se burla, sintomáticamente esas gentes de la noche oscura se muestran incapaces de empatizar con quien sufre

Y Vargas que la visita en su celda tras ser detenida. Allí la abraza y le pide perdón. En ese momento Pete le muestra el bastón del capitán que encontraron en la habitación del hotel que prueba su implicación. La guerra entre antagonistas va a terminar pronto

 



La poderosa verdad

Vargas recurre al fiscal y a otros colaboradores para revelar las trampas de Quilian en el caso del asesinato del empresario. Y cuando el capitán acude a la reunión, los dos policías se enfrentan en un nuevo careo sobre su oficio en el que el mexicano cargado de razón le espeta:

“No creo que un policía deba cazar criminales como si fueran perros. En cualquier país libre un agente debe defender la ley. Y la ley protege a los culpables y a los inocentes. El trabajo de un agente sólo es fácil en un estado policial. De eso se trata capitán, ¿quién manda el agente de la ley o la ley?”

Cuánta verdad en estas palabras, sabemos que lamentablemente hay estados –algunos autoritarios confesos  y otros falsamente democráticos- en los que el policía en lugar de servir a los ciudadanos los oprime a su antojo. Y Quinlan con su modo de actuar se define como uno de esos agentes que se cree con derecho a todo, que se cree la encarnación todopoderosa de la “ley” y el “orden”

Pero a pesar de esas pruebas irrefutables, el capitán consigue el beneficio de la duda en sus hombres, sólo Pete cree a Vargas y le ayuda a averiguar la verdad acerca de otros casos de Quinlan.  Y se dan cuenta de que en muchos aparecen pruebas que los acusados niegan

Vargas pone luz mientras Quinlan se abisma en su oscura adicción. Se nos muestra como está borracho en casa de Tana, su refugio en los malos momentos. En otra notable escena simbólica Welles se retrata en una butaca observando las fotos de toreros y en un espejo que es como una foto más ve a Vargas, visión que impulsa al corrupto a levantarse junto a una gran cabeza de toro negro. La imagen –entiendo- del desbocado “toro” oscuro en el que Quinlan se ha convertido y que ve con miedo al bravo “torero” mexicano que va a su caza

Finalmente el joven Grandi confiesa que todo ha sido un montaje por lo que Susan queda libre pero Vargas quiere llegar hasta el final, para nada el capitán puede seguir ejerciendo sus  oscuros métodos

Con ese fin consigue que el bueno de Pete vaya a hablar con su amigo portando un micrófono para poder grabarle. Quinlan irónico le dice que tiene el halo de Vargas añadiendo que “dentro de poco empezarás a batir las alas como un ángel” para a continuación advertirle: “Vargas te convertirá en uno de esos idealistas soñadores. Son los que causan problemas en este mundo. Ten cuidado. Son peores que los criminales, a ellos sí puedes arrestarlos”

Palabras que reflejan que el capitán lleva mucho tiempo sumido en el pozo y desafortunadamente cree que nadie puede ayudarle a iluminar esa oscuridad que le ha convertido en sombra de lo que fue. Es más, ve como enemigo a quien le podría ayudar a salir

Y Quinlan que habla por fin de lo ocurrido con Susan asegurando que tuvo que defenderse de Vargas a lo que Pete le suelta la verdad: “¿Defenderte a ti mismo?” Y en ese enfrentarlo a la verdad logra que confiese que incriminó a tantos otros en su convicción de que eran culpables. Pero Quinlan se da cuenta de que lo están grabando y dispara sin rubor a su fiel amigo que cae fulminado; al matarlo ha acabado con lo poco bueno que él conservaba de sí mismo, su fiel Pete encarnaba ese buen policía que un día fue él

Y llega Vargas asegurando que es su final pero Quinlan no se rinde fácilmente y le espeta apuntándole con el arma: “¿Quiere apostar algo? Usted mató a Pete, la bala es de su pistola”. Y es Pete quien en su último aliento dispara al “amigo” que le ha disparado

Acude a la escena del doble asesinato un policía portando la grabación de la confesión de Quinlan y comentando que el capitán con su famosa intuición tenía razón en el caso del asesinato del empresario puesto que el joven novio acabó confesando

Como dice Tana al ver al capitán muerto este era un hombre singular, sin duda lo era. Y como nos dice Welles en su brillante exposición fílmica Quinlian fue un profesional con una gran intuición que le convertía en un hombre poderoso para bien y para mal, lamentablemente dejó atrás la luz y se abismó en su dolor e impotencia dejándose llevar por su “sed de venganza/maldad” para devenir sombra muy oscura de sí mismo 

 

Este artículo es la revisión del publicado en el diario CyL

 



 

 


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