Hamlet: Los abismos de la ambición y la venganza

 


Kenneth  Branagh actor y director británico nos ofrece en Hamlet (1996) su espléndida revisión de una de las más reconocidas obras del inmortal Shakespeare. El excelente reparto lo encabeza el propio Branagh en una brillante interpretación como Hamlet, Kate Winslet quien encarna a Ofelia, Richard Briers como Polonio, Derek Jacobi que es Claudio y Julie Christie como Gertrudis; les acompañan secundarios de lujo: Gérard Depardieu (Reinaldo), Richard Attenborough (el embajador ingles), Robin Williams (Osric), Jack Lemmon (Marcelo), Judi Dench (una actriz que interpreta a Hécuba) y Charlton Heston (un actor como rey)

 


Preliminar

Hamlet es una obra que en sus formas pertenece a otra época pero en su fondo es desafortunadamente aún actual. Ambientada en un palacio real, sus intrigas y maquinaciones no son tan distintas a las de los parlamentos de hoy en día en los que la ambición y el poder dominan siendo “rara avis” la nobleza del ser. La obra emplea un lenguaje muy adornado propio de los ambientes elitistas de la época, lenguaje que da vueltas sobre sí mismo antes de llegar al núcleo del mensaje… tal y como ocurre en la actualidad donde demasiados políticos y gobernantes son virtuosos en el arte de hablar mucho y decir bien poco

Y a ese texto de fondo atemporal, Branagh le imprime una gran fuerza simbólica con el uso de diversos elementos formales que enfatizan sus profundos mensajes

 


Simbolismos

De entre ellos cabe destacar:

El suelo del palacio real compuesto a base de losas blancas y negras (en especial el suelo del gran salón): La imagen de la dualidad de esta vida en la que transitamos y asimismo del tablero de ajedrez como evocación del juego del vivir-morir en este mundo (es decir de la farsa teatral en la que todos actuamos de forma más o menos consciente)

El gran salón con numerosas puertas-espejo: Las opciones en la vida, las puertas que podemos abrir y que antes de cruzarlas nos reflejan. El reflejo en el espejo que nos invita a observarnos profundamente y el reflejo como inversión de las apariencias de la “realidad” en la que a menudo nos escudamos. Branagh escoge (a mi entender con acierto) que sea frente a un espejo de la sala donde Hamlet recite su célebre monólogo “Ser o no ser”

Las puertas escondidas: Tal y como era habitual en muchos palacios, castillos y lugares de reclusión-represión a menudo vinculados a algunas religiones. En esos laberintos espaciales la imagen de la ocultación como modo de “vida”: los secretos inconfesables, las falsedades, las maquinaciones…

La tierra pantanosa y brumosa: El lugar al que el espectro del rey conduce a su hijo Hamlet para explicarle la verdad y exigirle venganza. La imagen de la tierra “estancada” que atrapa y convierte todo peso (físico y psíquico/anímico) en inmovilización, la bruma que dificulta la visión de lo que hay y que a menudo duele demasiado. En ese lugar deprimente el hijo recibe una noticia que asumirá como carga heredada y que le condicionará fatalmente

Los rayos y las grietas en la tierra: La cólera-rabia del rey muerto que clama venganza, la fuerza paterna que empuja al noble Hamlet a matar al tío asesino

La alfombra roja. La imagen por excelencia del camino del “éxito” y del “poder”, el rojo de la lucha (“a sangre”) para llegar a alcanzarlo. Sobre ella se desarrollan los actos solemnes y festivos en la obra, desde la boda real al combate de esgrima. Aún hoy en día es utilizado ese sendero sangre en distintos actos de “éxito” como por ejemplo en los premios cinematográficos (en el que desfilan las “poderosas” y “heroicas” “estrellas” de la ficción) todo un símbolo del teatro de la vida en el que nos movemos

 


Ambición y poder

El “enemigo” es uno mismo, hay que conocerse perfectamente bien para no dejarse enredar. Estamos ante un callejón sin salida, ligados  y anudados a un montón de condicionamientos y apegos, y sólo la espada en manos de quien se busca a sí mismo puede desanudarlos

Francisco Ariza

En el ser humano anida el deseo de querer más. Pero desear o querer no debería implicar arrebatar, ni poseer, ni acumular. En efecto, el “mío y sólo mío” excluye al otro y se quiera o no aísla al uno. Aísla-excluye en el miedo a perder, en la desconfianza en los motivos de los otros cuando se acercan. El miedo implícito en el poseer exclusivo de tierras, bienes materiales, conocimientos, información, belleza, arte e incluso personas “amadas”

Un miedo que nace del desconocimiento de que el verdadero amar nunca es poseer, amar con mayúsculas es siempre libertad y compartir en intercambio enriquecedor

Muchos creen que en la exclusividad está el poder, quizás lo esté de alguna forma pero ilegítimamente, por ello siempre lo poseído miedosos acaba cambiando de falsa mano destruyendo a quien-quienes lo poseen-retienen y dañando a los que están sometidos a su injusta ley

Por el contrario quien-quienes ostentan el poder legítimamente (con autenticidad) lo comparten para el beneficio de todos (abren la mano y ofrecen-contactan), y hacerlo así beneficia también muchísimo más al poseedor. La ambición impulsa a la destrucción, el compartir expande la creación

En la obra audiovisual diversos personajes se mueven por la ciega y egoísta ambición pero es el rey Claudio quien mejor la encarna. Claudio ha accedido al trono tras asesinar a su hermano y se ha casado con su mujer Gertrudis (que ya era su amante antes)

Hamlet, el único hijo de Gertrudis y del rey muerto, sin saber toda la verdad reniega de su tío y de su madre por casarse al poco de la muerte de su padre. En la que considero la mejor escena de la película -una bella escena de gran fuerza visual- vemos a Hamlet asistiendo a la boda en el gran salón de palacio, mientras que todos celebran (el público la madre y el tío), él se nos muestra con semblante serio vestido de riguroso negro; y el lanzamiento de multitud de pétalos blancos que crean una lluvia blanca (falsa, irreal) que contrasta con el negro (real, nunca mejor dicho) del joven príncipe, el único de duelo por el rey con mayúsculas

Claudio envenenó a su hermano sin que nadie lo sepa pero no tiene la conciencia tranquila y se siente cuestionado por el noble Hamlet. Se nos muestra que Claudio es un “personaje” cobarde que se escuda en el “poder” real que ha arrebatado, poder falso e ilegítimo que utiliza en beneficio propio. Y su cobardía hará que muera su más fiel servidor, cuando espía a Hamlet y este lo mata sin saber de quién se trata. Como consecuencia también acaba muriendo su hija Ofelia a quien Hamlet ama. El rey cobarde ve que todo se desmorona pero sigue ocultando la verdad, sin embargo esta saldrá a relucir a pesar de sus maquinaciones…

 


Venganza

Ojo por ojo y el Mundo quedará ciego

Mahatma Gandhi

La venganza, desafortunadamente común en la raza humana, crea espirales de violencia que impiden vivir en paz al o a los que se vengan y evidentemente al o a los que cometieron los hechos que la motivan (difícil vivir en paz sino se está en paz con uno mismo, eso es lo que le ocurre al atormentado Claudio)

Hamlet adoraba a su padre por eso cuando se le aparece el espectro paterno acepta su envenenado encargo, acepta vengar su asesinato. Y en esa aceptación Hamlet carga con la pesada piedra del padre, el padre que en su aparición confiesa no ser tan perfecto y que teme el juicio divino por no haber recibido la extremaunción (tan importante para los creyentes que desean morir libres de pecado)

Entiendo que el príncipe por su forma de ser noble no quiere convertirse también en un asesino, así lo expresa: “¿debo unirme al infierno?”. Hamlet busca maneras alternativas para poner en evidencia a su tío sin matarlo. Así, decide adoptar el rol de loco para hablar-denunciar con libertad sin ser considerado irrespetuoso y aprovecha la función teatral que se va a representar en el palacio para poner en boca de los actores lo que le ocurrió a su padre “He oído que unos culpables que asistían a una obra se impresionaron tanto con la astucia de la escena que al instante confesaron sus fechorías. Pero su tío lo impide

Claudio ya teme a su sobrino y lo envía lejos. Y en su actuar lo que consigue es que Hamlet decida vengar la muerte de su padre, decisión que se refuerza al descubrir que Claudio ha ordenado su muerte cuando llegue a destino. Y aún con más razón cuando en el combate de esgrima que su tío organiza a su vuelta se da cuenta del plan que ha urdido para envenenarlo

Una copa de vino envenenada que finalmente bebe la reina madre, Gertrudis es pues una nueva víctima de las maquinaciones del “rey”. En ese momento un Hamlet herido de muerte en el combate apañado venga a su padre. Muertes y más muertes en una espiral trágica absurda que hunde al  simbólico reino

 


El sueño y la muerte

Este lugar es un sueño
Sólo un durmiente lo considera real
Luego llega la muerte como el amanecer
y te despiertas riendo
de lo que pensabas que era tu pena

Rumi

Muchos sentimos la vida en la que nos movemos como un sueño tan extraño como suelen ser los sueños de nuestro dormir reparador diario. Y a menudo ese sueño del vivir es una pesadilla de la que quisiéramos despertar. Pesadilla que al no encontrarle solución-salida hace que algunos deseen morir, morir para “descansar en paz”, la promesa de la paz en otro mundo (o incluso sin otro mundo) o el fin de la guerra-conflicto que les supone vivir. Este es el encanto de la muerte que fascina a tanta gente que no sabe-puede cambiar-transmutar su pesadilla

Hamlet quiere suicidarse, así de fuerte es su conexión con el padre-rey de ahí que no sea de extrañar que se le aparezca en espíritu. Su deseo lo expresa con claridad en el célebre monólogo:

“Ser o no ser esa es la cuestión ¿Qué es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la aviesa fortuna o armarse contra un mar de adversidades y, resistiéndose, acabar con ellas? Morir, dormir. Nada más y con el sueño poner fin a la angustia. Es una consumación que piadosamente se desea. Morir, dormir. Dormir tal vez soñar. Sí, ese es el inconveniente; pues en ese sueño de muerte los sueños que vendrán cuando nos liberemos del agobio terrenal deben darnos la paz”

En el mismo monólogo prosigue hablando de la vida como injusta, la vida como dolor y angustia (ha perdido a su padre y en ese momento su amada Ofelia lo rechazaba presionada por el suyo). Y Si Hamlet no se mata es por el temor muy extendido entonces y que perdura en nuestros días del fuerte castigo a los suicidas en el “otro mundo”

El texto pues expone dos vías para alguien sumido en la desesperación, el suicidio como forma de acabar el ahora y aquí o el “vivir” ligado al drama sin capacidad de cambio-regeneración como castigo impuesto. Pero algunos entendemos que hay una tercera vía…

 


Regeneración

Convertiremos el viejo dolor en amor y lo legaremos, solemnes, a la historia

Miquel Martí i Pol 

La vida duele, duele nacer, duelen muchas circunstancias, duelen las pérdidas, duele sentir tanto dolor propio y ajeno. Es fácil dejarse arrastrar por el dolor perpetuando el drama en uno mismo, perpetuando el drama en nuestro grupo de influencia. La valentía está en transmutar ese dolor en nosotros, transmutar ese dolor en nuestro grupo. Liberar las pesadas piedras heredadas sin lanzárselas a nadie, sea quien sea y por mucha rabia que dé. Dejarlas con amor que descansen en la tierra y empezar a regenerase, regenerar. Regenerarse uno mismo, regenerar nuestro grupo de influencia

Grandes han sido y son las personas que aun sintiendo con motivo la rabia no se han convertido en rabiosos. Como Martin Luther King, Mahatma Ghandi, Nelson Mandela o José Mujica y sobretodo como multitud de mujeres y hombres anónimos que han puesto y ponen su granito de arena del templar-mediar diario entre las vorágines. Personas que optan por perdonar al "enemigo" liberándose de la pesada carga del resentimiento, ofreciéndonos a los demás con su ejemplo la oportunidad de hacerlo también como hacen ellas. Personas que gracias al “enemigo”, gracias a las duras pruebas que este les ha brindado y han podido-sabido superar se han descubierto-reconocido auténticos seres humanos

Esa es para mí la tercera vía, la vía de la nobleza y la valentía, la vía de la justicia que busca la verdad, que busca entender lo que ocurre y que a partir de allí ofrece soluciones. Soluciones para acabar con las destructoras espirales ciegas de la ambición y la venganza. Soluciones de bandera blanca, de mesas redondas, de primero verse realmente a uno mismo, de comprensión de uno, de comprensión del otro, de unidad frente al vio-lento, de perdón y búsqueda de reparación del daño

Cuando Hamlet va a morir pronuncia su última palabra al fiel Horacio: “silencio”. Su amigo responde  “Así se rompe un noble corazón. Buenas noches, dulce príncipe” A mi entender es necesario proteger y hacer crecer ese corazón noble que en mayor o menor medida todos tenemos-somos, es la solución a los males y desmanes propios y ajenos. Que el silencio no sea para honrar una muerte heroica más, que el silencio sea en vida para oír nuestro corazón y el de los otros actuando en consecuencia, siendo de alguna manera héroes en el día a día

Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL


 


 


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