The Human Hibernation: Una fábula sobre la animalidad humana y nuestro letargo existencial
Encontramos
un mundo totalmente nuevo cada vez que despertamos
Citado en la
película
La barcelonesa Anna Cornudella presentó en la 74 Berlinale su The Human Hibernation (2024), una notable ópera prima –ganadora del Feroz Especial Arrebato- que a modo de fábula nos invita a reflexionar sobre distintos aspectos de la condición humana como son nuestra relación con la naturaleza toda, la animalidad que somos, la conexión con nuestros antepasados… y asimismo nos sumerge en una realidad hipnótica donde los humanos hibernan, realidad alternativa que según comenta a distintos medios su realizadora busca escenificarnos “más atados a la naturaleza” frente a la común desconexión actual
Y en esa logradísima escenificación se nos
visualizan personas que despiertan al llegar la primavera y no obstante no
parecen del todo despiertas. En efecto, todas ellas se muestran extremadamente
lentas, poco expresivas y a menudo distantes lo que puede entenderse como
evocación del letargo existencial en el que solemos transitar por este cada vez
más extraño mundo nuestro…
Debo advertir que el análisis que sigue contiene
spoilers
“Más allá” del antropocentrismo
Más allá de esa hibernación forzada, Cornudella pone el foco en la animalidad humana al emparentar las especies por su capacidad de duelo entendiendo que este es uno de los aspectos que más nos conecta. En ese entender, se nos visualizan y relatan numerosas situaciones que abren la puerta a vivenciar una conexión más consciente con otras especies animales. Tal es el caso de las vacas- la vaca sagrada hindú, la vaca con su mirada profunda- omnipresentes en la fábula de las que se nos cuenta podrían ver “más allá de lo que nosotros vemos”
Y realmente lo parece porque en distintas escenas estas miran a los humanos retratados de una forma calmada que asemeja mayor amplitud de miras… Especialmente interaccionan con los hermanos protagonistas de esta historia: el pequeño Erin y la joven Clara que interpreta con solvencia la debutante Clara Muck Dietrich
Porque Cornudella -que rodó gran parte de la película
en EEUU- se valió de actores no profesionales, personas que por sus trabajos están en permanente contacto
con la naturaleza y los animales, hombres y mujeres en su mayoría granjeros
quienes relatan esas experiencias personales que cuestionan nuestro distante antropocentrismo
La búsqueda
The Human Hibernation arranca mostrándonos el despertar solitario del pequeño Erin cuando aún es invierno. Lo vemos salir de una cueva madriguera en una noche nevada y cómo se adentra en un bosque buscando a su hermana, su silueta se funde con la de los árboles en una bellísima fotografía de gamas negras y azules que tienen como contraste tibiamente luminoso el blanco de la nieve que todo lo cubre
Ningún ser humano a la vista, pero sí una manada vacuna que lo observa en el silencio de la naturaleza. Y sabiéndose observado por esos animales familiares cae rendido junto a una charca que cual oasis se abre frente a sus ojos. Allí grita y llora su desesperación
Esa charca no será la única protagonista de esta sorprendente ficción. Y es que, como se nos irá contando, esas aguas que albergan vida son entendidas como espejos ancestrales donde reflejarse y comunicarse con “lo perdido” (comillas que se explicarán más adelante)
Tras ese caer rendido, se nos muestra bellamente como el invierno va dando paso a la primavera y con ella al despertar de la manada humana toda. Manada porque a menudo se comportan e interaccionan entre sí con fuerte vínculo animal. En este sentido, son bellísimas las imágenes de su despertar grupal entre el follaje primaveral donde se abrazan amorosamente y se reconocen empleando todos los sentidos, especialmente el tacto y el olfato
Y entre sus miembros de toda edad, el foco en la joven Clara que parece ser la única consciente de la ausencia de Erin y quien en consecuencia decide salir en su búsqueda…
El pequeño salió solo y ahora es la mayor quien sale sola, no obstante en ambos se evidencia que sienten la compañía de la naturaleza que les rodea, en especial la de esos animales con los que se relacionan sin miedo alguno
La de Clara es una búsqueda que le llevará a investigar en distintas viviendas humanas para averiguar el paradero del hermano y asimismo ahondar en el conocimiento de esa sociedad humana de animalidad a flor de piel que es la suya
Serán varias las enseñanzas que recibirá de
hombres y mujeres que hablan con respeto de sus antepasados y le transmiten
experiencias a menudo enigmáticas que han vivido ellos mismos o sus allegados
“Lo perdido”
Clara escucha con atención esas historias extrañas en las que se siente reflejada (visualizada en el reflejo acuoso de las charca en la que Erin cayó rendido) por su inquietud personal ante la pérdida del hermano pequeño y paralelamente ante la pérdida de su propia infancia que ese niño amado simboliza, un niño muy especial que según ella afirma era capaz de “hablar” con los animales
Esa infancia perdida, esas capacidades naturales del niño no condicionado, esas historias que a menudo hablan de personas hipersensibles que ven “más allá” y reconocen la grandeza de la naturaleza toda y especialmente de las distintas especies animales… todo ese poso a menudo brumoso resuena en Clara como edén perdido que quisiera recuperar y vivenciar en un despertar pleno
Y es que uno de esos adultos resonantes reflexiona sobre los beneficios de la hibernación humana asegurando que “encontramos un mundo totalmente nuevo cada vez que despertamos”. Y otro le comenta las distintas creencias humanas a propósito de lo que ocurre en ese largo dormir estacional: desde la idea de que el sol no sale nunca esperando el despertar humano a la de que todos los pájaros migran a otro lugar durante la “larga noche”
Una larga noche y un invocado despertar renovador en la ficción retratada que puede interpretarse tal y como se ha comentado como evocación del entender nuestra realidad como un sueño recurrente que espera nuestro despertar más consciente
Sea como sea, la película no apunta en la dirección de que esos humanos hibernantes encuentren realmente un mundo nuevo en cada cíclico despertar primaveral. Al contrario, en la más pura tradición distópica su realidad parece estancada en un despertar mínimo –así se nos retratan- que poco o nada les aporta para su mayor conocimiento personal y grupal
Quizás su mensaje a seguir -más allá del
reivindicar la naturaleza animal que somos y la naturaleza toda a la que
pertenecemos- tenga mucho que ver con la invitación de uno de esos adultos que
hablan con Clara, el hombre le alecciona a salir de noche fuera de las
edificaciones y en plena naturaleza observar el cielo. Y en esa observación de
las infinitas estrellas y la influenciadora luna abrirse a comunicarse con todo y encontrar
mayor paz interior. O el darse cuenta de nuestra pequeñez y la grandeza de la
naturaleza a la que pertenecemos para así poder salir de nuestro
antropocentrismo y poner en valor a las distintas especies que nos acompañan
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