Alicia o la última fuga: De la evanescente dualidad del mundo

 



¿Era un sueño, o era más vida que la vida?

Antonio Gala (El imposible olvido)

 

Por el error de la dualidad que la atracción y el rechazo origina, toda criatura al nacer se engaña

Bhagavad Gita

 

Claude Chabrol –director emblemático de la Nouvelle Vague- dirigió en 1977 esta excelente película de tintes surrealistas que está inspirada en el famoso relato Alicia en el país de las maravillas de Lewis Caroll. La protagoniza Sylvia Kristel -todo un mito erótico gracias a la saga Emmanuelle- quien encarna brillantemente a Alice Caroll, una valerosa mujer atrapada en un mundo/juego onírico. La obra audiovisual nos invita a reflexionar sobre lo que consideramos como real y no real, sobre la dualidad humana y del mundo y especialmente entorno a nuestro ancestral conflicto entre sexos


Preliminar

Para aquellos lectores que no hayan visto este filme y quieran hacerlo: quizás sea mejor leer este artículo tras su visionado dado que en él se explican detalles esenciales de su argumento (incluido el final)



Atrapada

Alicia o Alice se nos presenta como una mujer que está harta de su insatisfactoria relación con Bernard y decide abandonarlo una noche tormentosa. Ya en su coche recibe un impacto en el parabrisas que la obliga a buscar ayuda en una antigua finca donde la reciben atentamente un anciano y su mayordomo, ella acepta su invitación y pasa la noche allí

A la mañana siguiente no hay nadie en la casa y el parabrisas está intacto. Alice intenta salir de la propiedad con su coche y andando pero aparentemente no hay salida, todo ese lugar es un bucle espacio-temporal que le devuelve al mismo punto. Permanecerá allí unos días indeterminados en los que se encontrará con otros hombres quienes le hablarán de que está momentáneamente atrapada en un “juego” en el que no se aceptan preguntas…

 

El eterno conflicto entre sexos

En la primera escena vemos a Alice de pie observando a un Bernard postrado muy pendiente de la televisión. “Hablan” en aislamiento, él le explica sus problemas laborales sin apenas mirarla y ella en silencio hasta que el hombre se interesa por su visita médica. Un interés que hace que Alice rompa su silencio asegurando que está bien

Y él que le suelta un despectivo “Mujeres, siempre preocupándose por nada” que da pie a que ella le comunique que ha decido dejarlo. Chabrol nos muestra a continuación un plano en dominante negro con la única luz de los huecos de las dos puertas en las que ellos finalmente se sitúan mirándose frente a frente, un brillante “toque” a lo cine negro, género que el realizador galo cultivó en su admiración a los clásicos como Fritz Lang a quien dedica este filme

Este abrupto inicio refleja uno de los temas centrales de la película, la relación o el conflicto entre sexos, entre mujeres y hombres. En este sentido la escena inicial donde Alice está de pie observando a Bernard en el suelo puede entenderse como la imagen de su empoderamiento para abandonar a un hombre que no la mira ni la entiende. Y tras revelar su abandono/fuga el plano en negro como imagen de su desacuerdo, de su duelo -del enfrentamiento y del dolor humano en ambos- y asimismo de la gran oscuridad que los separa y que no han sabido-querido ni saben-quieren iluminar

Y como se ha comentado en su huida del hombre que detesta, Alice acaba sumergiéndose en un extraño mundo de hombres del que no puede salir. Allí la abandonan a su suerte en un juego que la pone a prueba y en el que se muestra como la mujer inteligente y valerosa que es. Ella sorprende a sus captores por sus cualidades y por el aplomo con el que afronta la incómoda situación en la que la han abocado

Y cuando logra salir de la finca -pero no del mundo onírico en el que se encuentra- llega a una gasolinera donde un empleado le atiende. Allí ve a una niña con una muñeca pero el hombre le aclara que en realidad es un niño “La guarra de su madre parió un niño que parece una niña” le aclara en rabia explicándole que la mujer al darse cuenta de era niña se fue. Se despide de ella con amabilidad fingida ya que al alejarse le hace un buen corte de mangas

Todo, entiendo, como modo de mostrar el conflicto-guerra de sexos, un mostrar teñido de surrealismo pero que deja claro la tensión entre la condición masculina y la femenina en nosotros como comunidad y también como individuos que encarnan en sí mismos la masculinidad y la feminidad

Y un mostrar que refleja la realidad de nuestro mundo en el que tradicionalmente lo masculino/hombre se ha impuesto a la feminidad/mujer marginándola y sometiéndola



El juego espacio-temporal

Como se ha comentado, en el momento en que Alice entra en la finca penetra en un mundo onírico que es un espacio-tiempo distinto al que ella conocía. La imagen que Chabrol utiliza para mostrar la entrada de Alice en él es la mordedura de la manzana -cual Blancanieves- en su primera cena en ese intrigante lugar

Pronto advierte y advertimos que el tiempo -por decirlo de alguna manera- tiene “vida propia”, el reloj del dormitorio de Alice da fe de ello: funciona cuando le apetece y se nos presenta como indicador de cambios. Ese protagonismo temporal se nos muestra también a través de los hombres que Alice conocerá en su encierro. Hombres de cuatro edades-etapas vitales que aparecen y desaparecen pero que nunca coinciden juntos, quizás queriendo retratar a un mismo hombre tipo o al concepto hombre en sus distintas edades más allá de personalismos concretos

En ese bucle espacio-temporal Alice no deja de buscar ayuda y respuestas, y es el joven quien le sugiere que deje de usar las argumentaciones lógicas y sentimentales a las que está habituada transmitiéndole una de las reglas básicas del juego: no preguntar. Ella lo acepta con aplomo y valor, y decide trepar sola por el muro e incluso consigue su ayuda aunque el joven le advierte de que no hay otro lado

Alice esta presa en un mundo onírico de hombres, siente en sí misma que a pesar de su propio valor este está condicionado a la valoración de ellos, sensación que aumentará al saberse observada permanentemente. La escena en la que creyendo estar sola y sintiéndose cansada decide darse un baño lo transmite claramente. Alice en su desnudez oye una voz –masculina, claro- que le dice “No trate de salir. No trate de entender, no todavía. Tendrá que vivir en la ignorancia por un tiempo. Confíe en nosotros (momento en que se tapa con sus manos). Confíe en sí misma”

Pero Alice no puede confiar en ellos (por eso tapa su desnudez), no puede haber confianza cuando se está presa y se desconocen las causas, no puede haber confianza cuando se siente la dependencia de la valoración-aprobación del otro para obtener el reconocimiento liberador

Reconocimiento que sin embargo pronto le expresa un hombre adulto de mediana edad que aparece por la noche mientras ella lee un libro con el simbólico título de Ficciones, en eso –en la ficción, en el ensueño de alguien que ella cree desconocer- está inmersa Alice desde que entró en ese espacio-tiempo. Alice permanece imperturbable sin levantar la mirada del libro y siguiendo su juego esquiva sus preguntas con un empoderado “yo tampoco respondo preguntas”, ella verdaderamente es extraordinaria

Al día siguiente encuentra un chaval que tiene una gran jaula con pájaros que libera uno a uno. Le habla de la estupidez de los pájaros enjaulados “No se dan cuenta de que podrían salir a penas la puerta se abre” y le comenta que los hombres que la tienen presa la conocen

Y suena el teléfono de la casa –antes sin línea- al que contesta Alice dándose cuenta de que habla consigo misma, mientras el chaval suelta un pájaro que –como ella- no encuentra por donde salir. Señales que despiertan en Alice la confianza para volver a intentar escapar del ensueño

En una de las escenas más logradas del filme, Chabrol nos muestra como al salir de su habitación observa un velo espaciotemporal a modo de película oscilante de agua-espejo, Alice lo atraviesa con valor quedando aturdida sobre el suelo, se arrastra con dificultad por él observando un pájaro muerto. Y logra salir al exterior donde hay más pájaros muertos, pero a pesar del mal presagio consigue escapar en su coche. Aunque no escapa plenamente del ensueño, tan sólo cambia de escenario y tal como indicaron los pájaros el juego huele a muerte…


Tanatos y Eros

Alice llega a un restaurante donde se celebra un funeral por una mujer. Se celebra de forma festiva, solo el dominante negro de las vestiduras recuerda una reunión fúnebre. Los comensales –hay alguna mujer, pocas- se lanzan a bailar por parejas con un frenesí de tintes eróticos en el que destaca la camarera con un llamativo vestido rojo. Alice -estupefacta- rechaza participar en la fiesta y sale en su coche. Nuevamente se rompe el parabrisas y vuelve a estar frente a la finca

La historia se repite pero ahora Alice encuentra respuestas a su situación. El anciano le explica que todos ellos y todo lo que ve son apariencias destinadas a ella que pueden ser modificadas si lo desea. Y dando a entender que son seres infernales –al inicio Chabrol ya nos da la pista al mostrar que el péndulo tiene una cara demoníaca sonriente- le propone que al día siguiente descienda al sótano. La vemos por la mañana descendiendo a la oscuridad tras lo que se nos muestra el parabrisas roto, el coche empotrado en un árbol y Alice muerta. Y como un ciclista se acerca a la escena, la ve y no obstante sigue su camino como si nada hubiera ocurrido. La muerta del funeral era ella



Mundos

La obra en su surrealismo deja mucho lugar a las interpretaciones personales. Plantea grandes temas que -como el ambiente onírico en el que se desarrollan- se desvanecen con facilidad. Todo es un juego en el que Chabrol nos sumerge entiendo que con la intención –al igual que hace con Alice en el filme- de desconcertarnos, de romper nuestros esquemas lógicos y morales. De alguna manera se da la vuelta, se invierte ese mundo reglado al que denominamos realidad para mostrarnos otro mundo sin reglas conocidas o reconocidas que quizás sea más real

Me viene a la mente El discreto encanto de la burguesía del maestro Buñuel en la que se nos muestra a unos comensales sentados entorno a la mesa en sus inodoros compartiendo lo escatológico y disculpándose para ir al excusado a comer en privado, todo entiendo como forma de plasmar la absurda tendencia en nuestras sociedades “civilizadas” de esconder lo que nos desagrada por catalogarlo como “sucio” cuando es tan o más natural que lo “limpio”. Lo mismo suele ocurrir con el exhibir el cuerpo desnudo, el besar pasionalmente a alguien sea del sexo que sea o el celebrar con desenfreno la muerte de un ser querido, situaciones que se muestran con provocadora naturalidad en Alice ou la dernière fugue

Y del mismo modo con la feminidad en todo nuestro mundo, desde las normas que imponen cubrir totalmente el cuerpo femenino a las más sutiles formas de marginación hacia la expresión de la feminidad en mujeres y hombres

En este sentido el mundo onírico en el que transcurre la película de alguna manera es un mundo transgresor cuyo objetivo –entiendo- estaría en facilitar la liberación de las ataduras lógicas y emocionales propias de lo que denominamos mundo real.  Y esos hombres atrapan a Alice en su juego onírico cuales luciferes o portadores de la luz a otras posibilidades de ser que en el mundo real se niegan-reprimen-demonizan. Tras las pruebas de valor que ella supera en su encierro-muerte, afronta la final en el descenso al oscuro sótano de la finca como la oportunidad de ver-vivenciar todo ese universo negado

Un vivenciar no obstante del que nada sabemos y que está ya totalmente fuera de la “realidad” en la que la vemos muerta; un mundo –el real- que en ocasiones parece ser más inhumano que lo que podamos imaginar como más allá infernal, así parece quererlo indicar Chabrol con la no ayuda del ciclista a la Alice fatalmente accidentada

Dos mundos diferentes o quizás no tanto. Me llama la atención lo que el anciano le explica a Alice sobre ese mundo onírico (lugares y personajes) en el que se encuentra: que existe para y por ella, y que puede modificarse a su voluntad. Sabemos que la psicología aborda los sueños como construcciones para entender y entenderse, y que esos sueños son muy nuestros, en ellos a menudo aparecen personajes y lugares con los que nos identificamos. Pero la obra propone que esto puede ocurrir más allá del sueño nocturno lo que me lleva a preguntar ¿nuestras vidas reales con sus personajes y lugares también existen para y por nosotros?

Este ensayo es la revisión del publicado en el diario CyL





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