Materialist: Sobre el amor en la era del consumo

 



Sigue tu instinto y luego empiezas a confirmarlo

Celine Song a propósito del amor

 

Tras su excelente Vidas Pasadas (2023), Celine Song vuelve a plantearnos un triángulo amoroso en el que una mujer se debate entre dos hombres de naturalezas bien distintas. Pero en Materialist (2025) la historia se enmarca en el género romántico y se inspira en las clásicas de realizadores como Nora Ephron, Mike Nichols o Billy Wilder. Un tipo de películas que parecen desacreditadas en nuestro presente de evitación de los sentimentalismos y lo “cursi”, de ahí –entiendo- su especial valor por ese atrevimiento en la dignificación/actualización del género. Un valor al que hay que añadir la elegancia de su denuncia social

En efecto, la obra audiovisual emociona gracias a su sensible retrato del trío protagonista. Y a la vez es una crítica corrosivamente amable a la deriva materialista y consumista de nuestro tiempo poniendo el foco en la industria de las citas y a la cada vez más común obsesión humana por la cirugía estética

En una entrevista concedida a Andrea G. Bermejo para la revista Cinemanía, Song comenta que en su historia de amor ha querido dar un paso más allá:

“Ya que estamos aquí, vamos a hablar de la forma en la que nos mercantilizamos a nosotros mismos como si fuésemos mercancía. Casi todo en nuestras vidas es cuantificable. Cada vez más permitimos que nos asignen un valor, un número. Y eso es algo que se va filtrando en algo tan sagrado y tan misterioso como el amor”

A mi entender Materialist es una película “redonda” por ese saber aunar el corazón con la razón que somos todos y ese saber retratar respetuosamente el alma humana de nuestro agitado siglo. Meritoria pues la idea y el guion de Song. Y meritoria también su elección de tres grandes actores para encarnar a los protagonistas: Dakota Johnson (Lucy), Pedro Pascual (Harry) y Chris Evans (John)

Una película para disfrutar y rememorar que analizo a continuación. Debo advertir que dicho análisis contiene spoilers



Éxito s.a.

Lucy se nos presenta como una mujer exitosa por su liderazgo en el moderno viejo oficio de casamentera. Ella trabaja como matchmaker para una elitista agencia matrimonial y a todas luces es la mejor entre sus compañeras

Como iremos comprobando, Lucy sabe lidiar con los exigentes clientes que pagan para encontrar a su mujer u hombre ideal. Es elegante en el trato, inteligente y resolutiva llegando a actuar casi como terapeuta personal. Una “terapeuta” de gente solitaria y a menudo excéntrica que entienden el amor como bien de consumo, en realidad gente que en su mayoría lamentablemente nada saben del amor y demandan dinero en mano un sucedáneo que les sea conveniente según sus limitados y limitantes criterios

Song nos deleita  con multitud de entrevistas personales –algunas francamente cómicas- en las que una impecable Lucy escucha las distintas necesidades de sus clientes teniendo siempre en mente su cartera de ofertas, buscando en silencio cómo encajar esas singularidades tan restrictivas

No obstante se nos evidencia una tendencia según los demandantes sean hombres o mujeres. Para ellas la holgada economía es fundamental y también la altura, los hombres bajos quedan fuera. Y para ellos la edad de ellas es condición primera, no interesan las cuarentonas ni las que se acerquen a esa demonizada cifra

Cifras como prioridad: la edad, la altura, los ingresos y bienes… y evidentemente las cifras de la “belleza” o las medidas “ideales” que especialmente se aplican a las féminas. Cifras o la expresión del imperio material de nuestro consumista mundo

Por esas cifras Lucy es considerada en la empresa, ella es la que más matrimonios consuma. Y por esas cifras Lucy un día decidió dejar a su amor. En efecto, iremos descubriendo su pasado con John cuando se reencuentre con él, un chico de economía humilde que la quiso y la quiere



¿Triángulo equilátero?

Lo reencuentra en la boda de dos de sus clientes, su último éxito que salva in extremis resolviendo los miedos de la novia. Y lo reencuentra después de que Harry (el amable millonario hermano del novio)  la corteje tras sentarse junto a ella en el banquete. El ideal de toda mujer clienta –Lucy y todas las de la agencia lo saben, él es un “unicornio”- allí entregado en conquistar su amor mientras que John como camarero les va sirviendo

Cuando Lucy cede y acompaña a Harry a su muy lujosa vivienda, se nos muestra como toda ella estremece en ese entorno de bienestar material

La mujer que dejó atrás un hogar de apuros económicos para construirse una independencia holgada ahora tiene la oportunidad de llegar a lo más alto en lo material de la mano de un hombre que encaja por las cifras de altura, belleza y bienes. Y un hombre que además es amable, culto y generoso. ¿Qué más se podría pedir?

Song nos lo recuerda, falta lo fundamental: el amor con mayúsculas que se siente en todas las células de una o uno. Ese amor que sintió ella por John y del que se distanció tan sólo físicamente y que aflora con fuerza cada vez que está a su lado. Ese amor que Lucy encerró en lo más profundo y pretende obviar, ese amor que John en su respetuosísimo ser y estar le recuerda ya sea en silencios cómplices o en palabras cercanas

Así pues Lucy ha generado un triángulo amoroso entre su hombre ideal de acuerdo a sus apetitos consumistas y su hombre real de acuerdo a su corazón, a su alma sintiente femenina. Y en ese triángulo deberá resolver qué quiere hacer con su vida o dicho de otra manera qué mujer quiere ser: una mujer que antepone las cifras o una mujer que las desafía



¿Fracaso?

Y como suele suceder en la vida –aunque a menudo no lo apreciemos así- un fracaso se convertirá en oportunidad. En efecto, Lucy sufrirá más allá de lo profesional cuando sepa que uno de sus emparejamientos no ha funcionado porque el hombre violentó a la mujer en su primera cita. Lucy sufrirá de corazón por su clienta y en ese sufrimiento empático se comprende que late el sufrimiento propio por ese modo de entender materialista de su empresa, de su realidad social y de su realidad íntima

Así que el fracaso profesional le avisa de su posible fracaso personal, el fracaso profesional la desnuda de glamures y brillos recordándole quién es ella: una mujer que siente, una mujer que ama. Por eso se excusó y se criticó ante John el día que decidió romper con él. A la Lucy sin máscaras no le gustaba, ni le gusta ni le gustará nunca anteponer lo económico-material. Ella es así para bien o para mal, entiendo que para bien

Y también Song quien nos adentra en amabilidad y respeto al proceso por el cual Lucy va decidiendo valerosamente –valor no le ha faltado ni le falta- cómo quiere vivir su presente y futuro. Un proceso ambivalente en el que aflora la verdad de su ser, y es que nadie es impecable ni perfecta ni contenida siempre. En este sentido es brillante la escena de una de sus entrevistas post-fracaso ante una clienta insufrible

Por todo ello, Materialist es una gran película que de seguro agradaría a todos esos mitos cinematográficos que la han inspirado y a los que con esta a mi entender memorable comedia romántica Song homenajea



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