La trenza: Mujeres unidas por el coraje
No llores por
lo que has perdido, lucha por lo que tienes
No llores
por el que ha muerto, lucha por lo que nace en ti
No llores
por aquel que os abandonó, lucha por el que está contigo
No llores
por el que te odia, lucha por quien te ama
No llores
por tu pasado, lucha por tu presente
No llores
por tu sufrimiento, lucha por tu felicidad
Citado en la
película
Laettitia Colombiani nos ofrece con La trenza (2023) la adaptación cinematográfica de su novela homónima que retrata a tres mujeres luchadoras de culturas diferentes que afrontan situaciones duras:
Smita, una madre india de la discriminada casta dalit (intocables) interpretada por Mia Maelzer. Giulia, una joven italiana a la que da vida Fotinì Peluso. Y Sarah una exitosa abogada canadiense que es madre de tres hijos encarnada por Kim Raver
Colombiani nos sumerge en sus muy distintas vidas
enlazando y alternando la evolución de sus difíciles historias personales que
finalmente convergen bellamente en esa simbólica trenza femenina que da título
a la obra
Debo advertir que el análisis que sigue contiene
spoilers
Presas
Las tres mujeres -en mayor o menor medida- viven en ambientes limitantes que condicionan su día a día. En este sentido destaca la no vida de Smita quien al pertenecer a la casta más baja según la tradición hinduista ha de asumir las tareas más degradantes para subsistir. Una mujer creyente presa de la tradición religiosa que más allá de sí misma busca liberar a su hija Lalita de ese estigma social. Por ese motivo acaba abandonando su aldea junto a la pequeña con bien poco material iniciando una difícil odisea rumbo a otros horizontes que espera sean mejores…
Por su parte Sarah aparenta una vida antitética puesto que ella tiene autonomía personal y económica por lo que puede suponerse que nadie la limita… Pero la exitosa abogada también vive presa aunque en una jaula cómoda, y es que –como sucede a menudo- su trabajo lo absorbe casi todo dejando poco espacio para su vida como madre y mujer. La suya es una cárcel autoimpuesta en mimetismo a los dictados de la sociedad del culto al poder y el dinero/lo material. Todo se evidenciará rotundamente cuando tenga que tratarse por un cáncer de mama, Sarah no podrá seguir con su frenético ritmo laboral ni con su día a día familiar…
Y Giulia es una joven muy unida a su padre con
quien comparte la dirección del centenario negocio familiar de pelucas. Por eso
cuando el hombre acabe hospitalizado en coma, la hija habrá de afrontar en
solitario –ni su madre ni sus hermanas la apoyan- todas las responsabilidades de
un negocio que descubrirán está en quiebra y que amenaza dejarlas a todas en la
ruina absoluta. Así que de alguna manera y pese a que siempre se ha sentido
libre/liberada Giulia está presa del legado negativo del padre y sentirá la
presión de una madre que sin empatía le propone “salvarlas” esclavizándola…
Levantándose
En efecto, tras la muerte del padre su viuda presiona a Giulia para que se avenga a casarse con un rico pretendiente que ella no ama para así solucionar los problemas económicos que las amenazan y poder mantener la vivienda familiar. Se nos muestra como la joven gestiona esa exigencia frente a su deseo de estar junto a Kamal el hombre que ama (qué profunda belleza la de sus miradas luminosas) y como él conseguirá liberarla de tanto peso ofreciéndose a colaborar para reflotar el negocio gracias a sus contactos con la India. Giulia ya no es hija del padre, ahora es plenamente ella gracias al valor de levantarse y en humanísima actitud aceptar la ayuda de quien la ama de verdad
Y paralelamente vivenciamos como la India de Kamal y de Smita ayudarán a Giulia. En efecto, se nos muestra la dura odisea de la mujer intocable en la que se evidencian tanto las luces como las sombras alargadas de muchas gentes de ese inmenso país sumido en la pobreza -“el viaje no es fácil, el camino es peligroso” canta la sensible Lalita muñeca en mano- tendrá como punto de inflexión el ascenso a un templo en el que Smita y su pequeña se raparán en ofrenda a los dioses. Allí se consumará el poderoso levantarse de la mujer quien logra llegar a una región más abierta (en todos los sentidos de la palabra). Y el foco en las muchas las gentes que allí se rapan por fe y cuyas cabelleras son recogidas para ser transportadas por el mundo. Cabelleras de gran calidad que ayudaran a reflotar el negocio italiano
Cabelleras hindúes elaboradas en Italia que son consideradas de lo mejor del mercado. Una de ellas lucirá Sarah cuando la quimioterapia haya acabado con su maravillosa melena. La lucirá tras levantarse del pozo en el que se abismó tras tener que renunciar a sus objetivos laborales, la nueva Sarah tiene la oportunidad de reconducir su vida gracias a lo vivenciado. En especial, tiene la oportunidad de estar más consigo misma y con sus hijos
A modo de conclusión resaltar la belleza del hilo invisible que se torna visible y que enlaza a esas tres mujeres luchadoras de mundos tan distintos, es bella esa convergencia femenina en larga cabellera que lucen ellas y que también lucen la pequeña Lalita y el mismo Kamala hombre con gran sensibilidad femenina
En
este sentido emociona que al abrir la primera remesa que llega a puerto
italiano se nos muestre la coleta con lazo de esa niña liberada de estigmas por
su valerosa madre. En esa coleta trenzada infantil las hebras femeninas de
generaciones y generaciones de mujeres coraje que cuidan y construyen día a día
desde el valioso pálpito del corazón desnudo












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